Aprendizaje, composición y emplazamiento en el proyecto de arquitectura [Revisión de libro]
Learning, composition and placement in the architecture project
Aprendizaje, composición y emplazamiento en el proyecto de arquitectura [Revisión de libro]
Revista de Arquitectura, vol. 18, núm. 1, 2016
Universidad Católica de Colombia
Recepción: 29 Septiembre 2015
Aprobación: 02 Octubre 2016
Resumen: El texto que se muestra a continuación fue expuesto por el arquitecto Juan Carlos Pérgolis como parte de la presentación del libro Aprendizaje, composición y emplazamiento en el proyecto de arquitectura. Un diálogo entre las aproximaciones analógica y tipológica, que se realizó el 29 de septiembre de 2015 en el auditorio Gabriel Serrano Camargo de la Sociedad Colombiana de Arquitectos en Bogotá-Colombia. Este evento también contó con la participación de Juan Luis Rodríguez y Javier Peinado Pontón como lectores críticos de la obra.
Este espacio también es la oportunidad para rendir un homenaje póstumo al arquitecto Germán Darío Correal Pachón, fallecido en octubre de 2015, quien nos dejó un gran legado representado en sus escritos y constantes reflexiones acerca de la pedagogía de la arquitectura, la enseñanza y el aprendizaje, y que con su particular visión de las cosas nos enseñó a ver más allá de las prácticas cotidianas de la docencia en arquitectura, sobre las cuales hay mucho que decir, investigar y escribir.
Palabras clave: Diseño arquitectónico, investigación proyectual, pedagogía y didáctica universitaria, proyecto arquitectónico, teoría arquitectónica.
Keywords: Architectural design, project investigation, university pedagogy and didatics, architecture project, architectural theory
Pérgolis, J.C. (2016). Aprendizaje, composición y emplazamiento en el proyecto de arquitectura. [Revisión de libro Aprendizaje, composición y emplazamiento en el proyecto de arquitectura. Un diálogo entre las aproximaciones analógica y tipológica, por G. D. Correal Pachón et al. (2016)]. Revista de Arquitectura, 18(1), 140-142. doi: 10.14718/RevArq.2016.18.1.12
Todo libro es una prolongación del autor y, en este caso, es la prolongación de dos grupos de investigación formados por gente muy valiosa, como investigadores, amigos muy queridos y, también, por las personas que creo que son los más profundos conocedores de los procesos del diseño arquitectónico.
Un libro escrito a siete manos, a dos grupos y a dos instituciones que se acercan en el concepto de competencias y se alejan en la perspectiva de observación: tipológica en el caso de la Universidad Católica de Colombia y analógica en la Universidad Piloto de Colombia.
Pero lo lograron, e hicieron un texto de gran unidad sin perder los diferentes enfoques, el resultado de una correcta coordinación de investigación y un claro objetivo. Ese es —considero— el mérito más grande de este trabajo, mérito de los investigadores basado en su enorme patrimonio de conocimientos y experiencia, pero sobre todo, su gran cultura, porque no se puede hablar de arquitectura ni señalar sus procesos de diseño desde la planicie: hablar de arquitectura implica revolver entre mil rasgos de la cultura, de la gran cultura y de la popular; conocer e interpretar —el gran aporte del psicoanálisis en el siglo xx—; relacionar obras, sucesos, hechos y nombres, todo en imágenes únicas. Tal vez, ese gran mérito que cité hace un momento sea el resultado de esa capacidad de interpretar, como para diseñar, criticar o cualquier aproximación a la arquitectura. Varios puntos del libro evidencian ese bagaje, quisiera señalarlos:
En el apartado “Aprender a mirar” se cita con insistencia a Rudolf Arnheim, un psicólogo heredero de aquellos maestros de la escuela de Graz, que dieron forma —a principios del siglo xx— a la psicología fenomenológica de la percepción. Los autores lo referencian junto a Paul Rudolph y a Mies, una trilogía moderna que rara vez reunimos, pero que cuando se encuentran —como en este capítulo del libro—, nos abren un panorama que intuíamos pero no evidenciábamos. También se cita a Norberg Schulz: “aprendemos a mirar, pero debemos aprender a ‘ver’ el significado de las cosas…”. No en vano, los psicólogos de principios del XX diferenciaban las palabras forme, es decir forma y gestalt, la forma significativa. Así transcurre este trabajo, entre encuentros, referencias y asociaciones entre autores que sorprendentemente tienen más coincidencias de las que sospechábamos.
Pero volvamos a Norberg Schulz, que concluye: “hace falta que la gente aprenda a ver si queremos aumentar el respeto por la arquitectura”; yo quitaría “la arquitectura”, y diría: “hace falta que la gente aprenda a ver si queremos aumentar el respeto...”, sin olvidar que la percepción es el primer paso en el proceso de conocimiento.
Quizás los autores tenían presente, sin asumirlo, que el respeto surge de la nitidez de la imagen y que esta se forma cuando algún estímulo externo toca una percepción que guardamos en el inconsciente. Hacer arquitectura es crear esos estímulos exteriores, pero es, a la vez, producir esas percepciones que se atesoran en el inconsciente. Sí, sin dudas, todo se inicia con la percepción; por eso vale la pena, entonces, leer y releer varias veces este capítulo que nos hace reflexionar sobre lo que vemos y sobre lo que dejamos pasar.
Luego, allí mismo, Germán Darío hace unas consideraciones pedagógicas que apuntan al aprendizaje del proyecto. Hace muchos años, tal vez más de veinte, que oigo hablar de esto a Germán y siempre dije: —ah, debí copiar eso que dijo. Por eso, ahora me encanta leerlo: más claro y más explícito que cualquier apunte que hubiera tomado de sus conceptos. Germán cita a Biggé: “el aprendizaje es una manera de provocar cambios duraderos en las personas […] por eso la necesidad docente de forjar procesos de transformación en los individuos”.
El aprendizaje es la manera como adquirimos habilidades y destrezas. Germán, que lo dijo tantas veces, no se imagina lo hondo que calaron sus palabras en los programas de las universidades, hoy todos hablamos de competencias, de lo que nos compete, y nos hizo comprender que todo proceso educativo se centra en el aprendizaje, porque la competencia es “el saber hacer en contexto”.
Muchas veces hicimos transferencias de conceptos de entre la filosofía, la lingüística, la semiótica y la arquitectura. Kant habló de enunciados sintéticos y analíticos. Rafael Francesconi intenta pasar esos conceptos a los productos de nuestra profesión y habla —con acierto— de objetos arquitectónicos monolíticos y descomponibles, vistos en el contexto en que Martí Arís lo señala, como confrontación entre la arquitectura tradicional y la moderna: monolítica, de una pieza, la primera, y descomponible, la moderna, indaga sobre este rasgo de la arquitectura. Inducir a los estudiantes a reflexionar sobre estas particularidades en sus observaciones, en sus proyectos, abre el pensamiento al concepto de “tipo”, es decir, una arquitectura de principios permanentes, más allá de sus singularidades. Mirar y reflexionar sobre lo que se hace… porque más que una práctica, más que una ejercitación, hacer arquitectura es zambullirse en el agitado mar de la cultura.
Preguntas: ¿cómo juega un tipo en el contexto? ¿Hay una relación entre el empleo de “tipos” y el espíritu del tiempo? Claustros, patios, bloques sueltos… ¿qué significó un tipo en la historia? No hay nada más triste en la arquitectura que ver un proyecto que toma una forma porque sí, sin saber de dónde viene y hacia dónde apunta. Nadie confiaría en una arquitectura sin raíces y sin futuro, por eso, la arquitectura no es una técnica, es un saber… y este libro lo explica muy bien.
Pero sin dudas, para los que nos formamos en los días de la arquitectura moderna, el plato fuerte del análisis aparece en la confrontación entre composición y diseño, y tampoco dudamos de que se trata de dos actitudes distintas del pensamiento ante el proceso de hacer arquitectura. Plutarco conoce la historia: el arquitecto del Renacimiento observa, representa el espacio; los posteriores lo crean. La ausencia de totalidad en las obras de los neoclásicos —agrego, pensando en Kaufmann— produjeron la independencia de las partes, basta mirar la fantástica fachada de nuestro Capitolio o recordar las maravillas de Schinkel en Berlín. Los modernos compusieron, Le Corbusier habló del “juego sabio correcto de los volúmenes bajo la luz”; más tarde, los Krier, Hans Hollein y otros, en los años ochenta, intentaron recuperar el diseño, lograr un todo, no por las partes —que pueden o no estar bajo la luz— sino por el recorrido: el museo de Hollein en Möngengladbach; una arquitectura que, como diría Machado, pasa haciendo caminos… recorre el espacio…
También César Eligio se acerca al problema de las tipologías, va más allá de la forma y habla de relaciones sociales y nos trae a Cassirer, de él César deriva una hipótesis, que todo estudiante de arquitectura debería mantener a la vista: “El tipo está ligado al comportamiento del ser humano”. Pero nos muestra también que la idea de “tipo” no se comprende si no se conoce la historia, porque la estructura tipológica es también estructura formal y lo confirma: “los tipos (que son formas) son el resultado de los comportamientos de las personas”; pero los tipos y los comportamientos son, en realidad, muy pocos, aunque sus combinaciones son infinitas…
Qué mundo tan grande resulta ser el mundo del diseño arquitectónico, y qué importante es que los estudiantes lo vean, porque asumir la dimensión de ese mundo que descubren día a día en la carrera nos lleva, no como una obligación o una determinante, a conocer la historia. Nos lleva como una intención del espíritu, como una alegría del intelecto: la emocionante alegría de conocer el mundo.
En este punto del comentario quiero señalar un párrafo que encontré en “Conclusiones 2”: las dos vertientes, tipologías y analogías, se complementan. La Universidad Piloto le apuesta al aprendizaje por imitación (analogías), la Católica intenta el descubrimiento como modo de aproximación al conocimiento. No puedo dejar pasar esta cita sin mencionar a Walter Benjamin: imitación y creación se confunden, y lo aclara Susan Buck-Morss en su Dialéctica de la mirada, cuando dice: “el juego de niños no es imitación del mundo adulto, aunque reproduzca sus rasgos; el niño toma aquello que el mundo de los adultos deshecha y con eso crea o ‘crea’ a través de la imitación, de la analogía, pero de aquello que escoje...”
En la introducción al capítulo sobre “emplazamiento”, los autores traen la ciudad al discurso teórico. Creo que en este momento comienza a definirse un nuevo sentido en la investigación, en la comprensión de la arquitectura y en sus procesos de diseño: cómo se establece la relación entre la arquitectura y el sitio, y una pregunta que es fundamental y tiene una respuesta afirmativa: ¿el sitio, es la ciudad?
Solo quien conoce profundamente la historia de la arquitectura y a sus autores puede tener el acierto de comenzar esta mirada con una referencia a Carlo Giulio Argan y citar una de sus observaciones más trascendentes: “la composición surge del objeto arquitectónico, mientras que la determinación formal emerge del sitio”, y observar a este desde dos aproximaciones: como una preexistencia al objeto arquitectónico y como una presencia activa determinante del objeto. Los autores logran una síntesis entre las particularidades del sitio y la arquitectura, y esta síntesis, en una investigación que se paseó por los conceptos de tipología y analogía, aclaró notablemente la intención del proceso de diseño: una posición mira al sitio como determinante del emplazamiento, otra al objeto arquitectónico como principio de composición del emplazamiento.
La transformación en el emplazamiento surge de su obvia preexistencia, pero la llamada transposición aparece al comprender que la ciudad es análoga a la arquitectura ya que ambas están compuestas por elementos, partes y relaciones, que en la arquitectura corresponden a la composición y en la ciudad dependen del emplazamiento.
Las ciudades son arquitecturas, por tanto, también son el resultado de una composición y ninguna parte puede bastarse por sí sola, todas están subordinadas a un interés general; y así, casi al final del libro, apareció la cuestión que soportó la reflexión teórica del siglo XX: la relación entre las partes y la totalidad, tratada con cuidado y precisión por los autores: para que exista música, discurso o arquitectura no basta con los elementos, se requiere una estructura, una idea general, un objetivo. De esta manera, los binomios arquitectura-composición y ciudad-emplazamiento se relacionan con factores exógenos: el sitio, la actividad, la técnica.
Sin embargo, la síntesis está enunciada en Aldo Rossi con la frase “la relación entre arquitectura y ciudad es binaria, transformación y transposición relacionan la arquitectura al emplazamiento”. Pero quiero cerrar este comentario citando a Ángelo Páez, que señala que la tipología es un instrumento que valida la historia de la arquitectura.
Yo agregaría que la analogía también. Y pienso nuevamente en Walter Benjamin, en Calle de sentido único o en Infancia en Berlín… Muchas veces me he preguntado ¿cómo hacen arquitectura quienes no conocen la historia? O ¿cómo hacen ciudades los que no conocen los trazados de Hipodamo de Mileto o los de las ciudades ideales del Renacimiento o los ejes de las ciudades neoclásicas? Por último: ¿cómo hubieran hecho esta reflexión —que es fundamental en nuestros contextos donde la profesión está cada día más cerca de una práctica técnica que de un ejercicio del intelecto— como hubieran hecho, insisto, si no conocieran la historia? Porque el conocimiento implica interpretación —otro de los rasgos del siglo XX— y para poder interpretar, hay que conocer.
Referencias
Correal Pachón, G. D., Eligio Triana, C. A., Páez Calvo, A. Francesconi Latorre, R., Rojas Quiñones, P., Quiroga Molano, E. y Salinas, A. M. (2015) Aprendizaje, composición y emplazamiento en el proyecto de arquitectura. Un diálogo entre las aproximaciones analógica y tipológica. Bogotá: Universidad Católica de Colombia y Universidad Piloto de Colombia
Notas de autor
Arquitecto, Universidad de la Plata (UNLP), Argentina.Magíster en Teoría e Historia de la Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Docente de historia y teoría y temas relacionados con ciudad en cursos de pregrado y posgrado en universidades nacionales e internacionales. Autor de diversos libros y artículos sobre historia y ciudad.