https://doi.org/10.14718/RevArq.2025.27.5340


Habitabilidad:
condición clave en el diseño urbano para transformar el entorno construido-habitado

Habitability:
A Key Condition in Urban Design to Transform the Built-Inhabited Environment


Yatzin Yuriet Macías-Ángeles *
José Juan Méndez-Ramírez **

* Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca (México)
Facultad de Arquitectura y Diseño
Maestra en Diseño, Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca (México)
Doctora en Urbanismo, Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca (México)
Docente en la Facultad de Arquitectura y Diseño de la UAEMÉX.
Áreas de especialidad: diseño arquitectónico, diseño urbano y habitabilidad.
https://scholar.google.com.mx/citations?user=Zvuw_DEAAAAJ&hl=es
0009-0006-9660-7799
yymaciasa@uaemex.mx / urbyazma24@gmail.com  

** Licenciado en Ciencia Política, Universidad Autónoma de México. Ciudad de México (México)
Facultad de Planeación Urbana y Regional
Maestro en Desarrollo Municipal, El Colegio Mexiquense A.C. Toluca (México).
Doctor en Ciencias Sociales, Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca (México)
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 1 del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnología (CONAHCyT).
Reconocimiento Perfil Deseable del Programa para Desarrollo Profesional Docente (PRODEP).
Integrante del Cuerpo Académico “Comunidades y Procesos Territoriales”.
https://scholar.google.com.mx/citations?hl=es&user=im5-WmMAAAAJ
0000-0001-6424-4002
jjimenezr@uaemex.mx/cidfino@yahoo.com.mx


Recibido: junio 23 / 2023
Evaluado: diciembre 15 / 2023
Aceptado: julio 18 / 2024


CÓMO CITAR: Macías-Ángeles, Y. Y., & Méndez-Ramírez, J. J. (2025). Habitabilidad: condición clave en el diseño urbano para transformar el entorno construido-habitado. Revista de Arquitectura 'Bogotá), 27(1), 31-44. https://doi.org/10.14718/RevArq.2025.27.5340



RESUMEN

Este artículo tiene como objetivo aproximar la interrelación entre la habitabilidad y el diseño urbano como una clave fundamental para la transformación del entorno construido-habitado, en tanto lo construido refiere a las condiciones físicas y lo habitado a las no físicas observables en los aspectos socioculturales dentro del entorno de una cultura en el tiempo. Para ello, se hace una revisión documental multidisciplinaria y retrospectiva, con el fin de identificar elementos conceptuales que contribuyen en la comprensión de dicho binomio. Se parte de la búsqueda del significado de habitar, concepto que le confiere origen y sentido a la habitabilidad; mientras que el diseño urbano al ser un campo tridimensional con visión holística se reconoce a sí mismo como un medio transformador multidisciplinario e interdisciplinario, que extrae su legitimación de teorías de diversas raíces intelectuales para comprender las condiciones físicas y las no físicas. Se concluye que el binomio habitabilidad-diseño urbano resulta fundamental para contribuir en el diseño, construcción y calidad de los entornos urbanos, promoviendo la convivencia, salud, calidad de vida y espontaneidad de sus habitantes.

Palabras clave: calidad de vida; entorno; habitar; multidisciplinariedad; visión holística


ABSTRACT

This article aims to approach the interrelation between habitability and urban design as a fundamental key to transforming the built-lived environment, insofar as the built refers to physical conditions and the lived to non-physical conditions in the socio-cultural aspects within a culture's environment over time. A multidisciplinary and retrospective documentary review was conducted to identify conceptual elements that contribute to understanding this binomial relationship. The study begins by investigating the meaning of inhabiting, a concept that gives origin and significance to habitability; while urban design, as a three-dimensional field with a holistic vision, is recognized as a transformative, multidisciplinary, and interdisciplinary practice that draws its legitimacy from theories with diverse intellectual roots to understand both physical and non-physical conditions. The study concludes that the habitability-urban design binomial is essential for contributing to the design, construction, and quality of urban environments, fostering coexistence, health, quality of life, and the spontaneity of their inhabitants.

Keywords: quality of life; environment; inhabiting; multidisciplinarity; holistic vision


INTRODUCCIÓN

A finales del siglo XX se institucionaliza el Diseño Urbano como campo disciplinar en el marco de los procesos de transformación y crecimiento acelerado de las urbes derivados de la Revolución Industrial (Carmona, 2007). Actualmente se reconoce como campo de actividad integradora e integrativa para crear mejores lugares para las personas y como una actividad ética entre la teoría y la acción, de naturaleza holística, que contribuye en la calidad del entorno urbano (Carmona, 2003).

Al ser una disciplina integral, el diseño urbano remite al análisis del entorno natural y artificial, para crear y transformar el entorno construido donde tiene lugar el habitar humano. Se trata de un campo multidisciplinario e interdisciplinario que involucra lo funcional y lo estético para crear lugares para la experiencia humana de una cultura en el tiempo. De ello, la estrecha relación con la habitabilidad, "fenómeno dinámico y complejo, cuyo origen y existencia depende de las interacciones y retroalimentaciones para crear las características que permiten albergar vida" (Cervantes et al., 2021, p. 18). En ambos, la forma-función-significado del entorno construido-habitado resulta fundamental.

La relación entre diseño urbano y habitabilidad estriba en el habitar, condición de lo humano perteneciente a una estructura social y cultural generadora de significaciones en el entorno construido. Disciplinas como la arquitectura, el urbanismo y el diseño urbano comparten el compromiso de crear las condiciones artificiales afines a la estancia del ser humano en el mundo, donde convergen lo técnico-instrumental en el acto de construir o edificar y la plena existencia del ser humano en tanto ser vivo social y simbólico. Así, la habitabilidad es la "condición generada por las capacidades y el ingenio humano para que la humanidad viva adecuadamente, incluso ante las adversidades del ambiente natural y social" (Cervantes et al., 2021, p. 16), por lo que resulta en un factor de calidad de vida.

En materia de habitabilidad, las investigaciones se orientan a medir las condiciones mínimas necesarias de la vivienda para asegurar la funcionalidad, confort térmico y acústico, salubridad e higiene y seguridad y, más recientemente, de sostenibilidad. A escala urbana, la habitabilidad se vincula con la evaluación de indicadores para medir la calidad de vida asociada a las condiciones de equipamiento, infraestructura y servicios de una ciudad. Si bien, ambas escalas remiten a lo físico construido, se deja de lado el acontecer humano productor de lo social y simbólico propio de la naturaleza social humana de cada cultura, considerado en el objeto de estudio del diseño urbano.

A partir de la relación habitabilidad-diseño urbano, este trabajo pretende aproximar la interrelación entre ambos, como una clave fundamental para la transformación del entorno construido-habitado, reconociendo que el habitar es la actividad humana que le confiere origen y sentido a la habitabilidad; que, de acuerdo con Liliana Giordano y Lejana D'Angeli (1999):

[...] el habitar proviene del habitare latino, frecuentativo del verbo habere, "tener" y cuyo significado básico "tener de manera reiterada", "tener de manera frecuente", "poseer", "ocupar"; es una especialización del sentido absoluto de habere, perteneciente a una raíz indoeuropea central, ghabh-, vinculada al sentido de dar y 'recibir', [destacados del original]. (p. 3)

Es decir, el habitar es tanto posesión como ocupación; concepto que en este trabajo se aborda bajo un enfoque multidisciplinario para adoptar una posición reflexiva ante el acontecer humano que le confiere el sentido simbólico, social y cultural al habitar, y, por tanto, a la habitabilidad y al diseño urbano.

Para ello, se presentan reflexiones sobre el habitar como condición de lo humano desde una mirada multidisciplinaria, a partir de una matriz que permite identificar las categorías y conceptos clave hacia la comprensión de la habitabilidad como esencia del entorno construido-habitado y factor de calidad de vida; y del diseño urbano como medio analítico-creativo para la transformación del entorno construido-habitado donde tiene lugar la experiencia humana.

Esta reflexión pretende fortalecer la discusión en torno a la capacidad transformadora del diseño urbano como disciplina que atiende las necesidades de las personas en lo comunitario de la habitabilidad, entendida como las condiciones físicas y no físicas del espacio construido (Saldarriaga, 1981), que al ser habitado se transforma en entorno construido-habitado, involucrando las condiciones sociales, simbólicas y culturales.

METODOLOGÍA

Para esta investigación el método se utilizó como estrategia cognitiva —en tanto se aplicaron procedimientos lógicos sistematizados para estudiar— con fundamentación científica, el origen de los conceptos y su vinculación con las distintas disciplinas estudiosas del hábitat.

La metodología se llevó a cabo haciendo uso de la técnica documental para revisar, organizar, presentar y analizar la información derivada de libros, artículos y reseñas, de acuerdo con el método SALSA (Search, Appraisal, Synthesis, Analysis) (Grant & Booth, 2009). Con base en los hallazgos, se adoptó una posición reflexiva que involucra un diálogo con el conocimiento teórico multidisciplinar, seguido de un análisis conceptual mediante una matriz que incluyó: enfoque, autor, conceptualización, categorías principales, caracterización y conceptos clave, con el fin de ubicar los puntos transversales que amalgaman su vínculo con la habitabilidad y el diseño urbano. Las principales fuentes de consulta fueron Humberto Maturana y Ximena Dávila (2009), Lefebvre (2013), Ekambi-Schmidt (1974), María Blanco (2013) y Martin Heidegger (1973). Todos pertenecientes a disciplinas distintas que comparten el habitar y su estudio.

Para desdoblar la discusión de resultados, se ubicaron tres ejes. El primero, el habitar como condición de lo humano; seguido de la concepción teórlco-conceptual de la habitabilidad; y, finalmente, el papel transformador del diseño urbano. Los resultados de este trabajo pretenden entretejer aportes teóricos y conceptuales de diversas disciplinas, para estar en posibilidad de articular el argumento transversal que sostiene el binomio habitabilidad-diseño urbano, como relación que permite crear el marco de discusión, actuación y transformación en el entorno construido-habitado bajo una lente analítico-creativa que posibilite contribuciones holísticas en el entorno construido-habitado.

Resultados

El habitar como condición de lo humano

¿Cuál es el origen del habitar humano? Desde la aparición del hombre en la tierra el habitar se ha relacionado con la historia de los modos de vida, la vivienda y los asentamientos humanos, comprendidos desde distintos enfoques: psicológico, bilógico, ecológico, antropológico y filosófico, entre otros. El esfuerzo por descubrir el origen, el sentido y las implicaciones del habitar en el mundo a través del tiempo y ante las parcelaciones del saber humano, deja manifiesta la complejidad, profundidad y amplitud para aproximarse al concepto y a la necesidad de su abordaje.

Un primer planteamiento se ubica en el enfoque biológico-cultural y como invitación a un vivir ético y en el mutuo respeto, propuesta del biólogo chileno Humberto Maturana y la epistemóloga chilena Ximena Dávila Yáñez (2009), para quienes el habitar de un organismo vivo (humano o no), "ocurre en el fluir de configuraciones y sentires íntimos relacionales, y de coordinaciones de haceres y sentires que definen momento a momento el curso que sugiere su vivir". Es decir, es el modo y fluir del vivir, el modo de escoger, de sentir y de relacionarse; en consecuencia, este revela el modo de habitar a través del lenguaje en los procesos y entes que guían el hacer según la estética del convivir con los otros y lo otro; y son los sentires (emociones) "como los deseos, las preferencias, los gustos, los que guían el fluir relacional-operacional en coherencias estructurales externas que se orientan al bienestar psíquico-corporal" (Maturana & Dávila, 2009, p. 8), el cual se transforma en la dinámica histórica denominada era psíquica, que se expresa como reflejo de las matrices relacionales que configuran nuestros sentires íntimos que cambian a lo largo del tiempo (Maturana & Dávila, 2009).

Maturana y Dávila (2009) señalan que las primeras nociones del habitar humano se vincularon a la espontaneidad del placer asociado a la compañía del otro, lejos de justificaciones, y es en el tiempo donde ocurre su transformación permaneciendo siempre intacta teniendo cuidado en preservar el vivir en comunidad; plantean la autopoiesis como aquello que permite conservar las regularidades del vivir en cada una de las transformaciones en el sentir, pensar producto del emocionear [cursivas del original].

Todo lo que hacemos, todos los mundos que vivimos y las interacciones en las que nos envolvemos forman y son parte de una antroposfera como modo humano de habitar la biósfera, dentro de un ámbito de coherencias ecológicas, en donde surge, se realiza y conserva lo humano en el devenir evolutivo. Toda trasformación estructural de la biosfera afecta a la antroposfera, y todo cambio arquitectónico de la antroposfera afecta a la biosfera. (Maturana & Dávila, 2009, p. 23)

Maturana y Dávila (2009) proponen algunas características del vivir humano como modo de habitar la biósfera, pues somos entes históricos en tanto seres en continua transformación recursiva; que al existir en un presente implicamos las tramas históricas que dan cuenta de los orígenes, pues como seres vivos existimos en un presente de cambios estructurales entrelazados y continuos, con lo cual los modos de vivir el presente cambiante se expresan en el pasado y presente como ámbito explicativo y de extrapolación de posibilidades desde sus coherencias.

En este contexto, mirar el modo de habitar actual, que seguramente proviene de sentires ancestrales, posibilita la reflexión sobre sus fundamentos biológico-culturales; y quizá entonces, estamos en la era psíquica post-post-moderna en la que comienza la construcción de un convivir armónico con la antroposfera para abrir camino al bienestar psíquico-corporal relacional-operacional en el respeto por sí mismo y por los otros y lo otro [cursivas del original] (Maturana & Dávila, 2009).

El segundo enfoque se recupera de la sociología a partir de los planteamientos de Lefebvre (2013), quien refiere el habitar más allá de la concepción de los urbanistas funcionalistas inspirada en la función, forma y estructura heredada de Le Corbusier, resaltando el habitar como producto de lo humano en el tiempo-espacio; entendiendo que "es el espacio el elemento material y simbólico inherente a la composición, búsqueda y explicación de la vida social en contextos históricos específicos" (Lefebvre, 2013, p.145). Lefebvre (2013) propone que el habitar tiende a conservar una triple dimensión: simbólica, paradigmática (oposiciones) y sintagmática (adecuaciones, combinaciones), que el análisis del lenguaje revela.

Los arquitectos parecen haber establecido, y frecuentemente dogmatizado, conjuntos de significaciones, mal explicitados como tales y precedidos por los vocablos "función", "forma", "estructura". Los han elaborado, no a partir de significaciones percibidas y vividas por quienes habitan, sino a partir del hecho de habitar, percibido y concebido por ellos. Sería conveniente formular este sistema, erigido frecuentemente en urbanismo por extrapolación, sin otro procedimiento ni precaución. El sistema al que podríamos denominar legítimamente "urbanismo, que reencontraría los sentidos de la ciudad antigua, que rescatarla las significaciones de la práctica denominada "habitar" (es decir, lo humano), que añadiría a estos hechos adquiridos, por transducción, una teoría de los tiempos-espacio, que mostrar" una práctica dimanante de esta elaboración teórica, todavía no existe. (Lefebvre, 2013, p. 150)

El planteamiento de Lefebvre (2013) parte de varias hipótesis. La primera, el habitar es un hecho antropológico, pues al hombre se le determina por un cierto número de atributos o dimensiones (incluido el habitar), "cuyas denominaciones y connotaciones (significaciones y resonancias) son lo bastante numerosas como para cubrir las manifestaciones múltiples de la calidad considerada" (p. 154). Menciona que la habitación, la mansión, el hecho de fijarse al suelo, arraigarse son inherentes al ser humano, pues la habitación se tiene al existir socialmente el ser humano en tanto especie, y "el modo de habitar cambia en función a la cultura, la civilización, la sociedad a escala global y sus modos de producción" (Lefebvre, 2013, pp. 154-155), apareciendo la proximidad, distancia, alejamiento, vecindad y separación, en la práctica social o el habitar, siendo los bienes muebles e inmuebles envoltorios de las relaciones sociales que son significadas.

La segunda, "la manera de habitar, el modo o las modalidades del habitar se expresan en el lenguaje" (Lefebvre, 2013, p. 156). Es el lenguaje la expresión del habitar que no se limita al verbal (la semántica del habitar), sino también comprende "sistemas" (semiológicos) abiertos que se entremezclan y se observan en los objetos, "el alimento, el vestido, los juegos, los recuerdos de acontecimientos e indicaciones relativas a las múltiples actividades económicas y políticas" (Lefebvre, 2013, p. 156).

La tercera, "el habitar se expresa 'objetivamente' en un conjunto de obras, de productos, de cosas que constituyen un sistema parcial: la casa, la ciudad o la aglomeración" (Lefebvre, 2013, p. 164). Considera que cada objeto construido refleja el testimonio, la significación y el sentido que ofrece un texto social, emergiendo la noción de entorno, en cual existe un doble sistema: semántico (palabras) y semiológico (objetos); y la apropiación se refiere a la meta, el sentido y la dominación técnica de la naturaleza, misma que desaparece en tanto que la pujanza de la técnica incrementa desmesuradamente, comprendida su potencia arrasadora.

Lefebvre (2013) puntualiza que la manera de habitar puede observarse en el espacio y el tiempo que el habitante puede modelar, resaltando la vida social espontánea y orgánica, producto de la sociabilidad en los elementos lúdicos como la calle, destruida en los nuevos conjuntos urbanos privatizados.

El tercer enfoque retoma el planteamiento de la psicología a partir de los aportes de Ekambi-Schmidt (1974, p. 4), quien entiende el acto de "habitar" como un modo de vida, lugar e idea frente al mundo "el ser indisolublemente unido al estar". Plantea que el habitar es un componente fundamental de la edificación de la morada, constituye un camino para entenderla y entender a sus habitantes, para descubrir las complejas relaciones que ocurren en este proceso a partir de lo cotidiano, el vestido y el hábito propio de cada cultura, donde la ocupación o posesión genera cierto arraigo en el hábitat o lugar, configurando la imagen del espacio que engloba los actos, las emociones, percepciones y significaciones vividas en él; y donde la capacidad de habitar se concatena con el habitante y su hábitat en el que el hombre se apropia para manifestar su ser.

Este planteamiento se vincula al de Blanco (2013), desde la psicología social, quien sugiere entender el habitar como construcción social histórica de sentidos que se expresan en la vida cotidiana y se sostiene en tramas vinculares, lo cual implica inexcusablemente el vínculo social como aquello que nos liga unos a otros como sujetos. Es decir, el sujeto es el constructor del habitar al residir, morar o transitar desde los modos en que concibe la construcción de espacios en los que desarrolla su cotidianidad en el espacio-tiempo, clave en la producción social de significados, a escala individual en comunidad en los procesos de cotidianeidad con otros.

Finalmente, se retoma el planteamiento del filósofo Martin Heidegger, quien dicta la conferencia "Construir, habitar y pensar" en 1951, en el marco de la reconstrucción de ciudades devastadas en la Segunda Guerra Mundial. Heidegger (1994) plantea interrogantes a los responsables de llevar a cabo el diseño, planificación y materialización urbana, articulando la filosofía y la arquitectura como reflexión de las técnicas y reglas para construir el entorno físico donde habita el ser, en tanto es en sí mismo; su posicionamiento "constituye una crítica frente a las construcciones masivas, cargadas de anonimato y homogeneidad que destruyen la base de la habitabilidad del hombre" (Vallejo, 2012, p. 55).

Para Heidegger (1994), el habitar y el construir representan un binomio de relación de un medio y un fin que no puede separarse por lo esencial de sus relaciones y que trasciende solo la técnica, pues el construir es en sí mismo el habitar, de acuerdo con la exploración etimológica del alto alemán medieval.

¿Qué significa entonces construir? La palabra de alto alemán antiguo correspondiente a construir, buan, significa habitar. Esto quiere decir: permanecer, residir. El significado propio del verbo bauen (construir), es decir, habitar, lo hemos perdido. Una huella escondida ha quedado en la palabra Nachbar (vecino). El Nachbar es el Nachgebur, e Nachgebauer, aquel que habita en la proximidad. (Heidegger, 1994, p. 2)

El planteamiento de Heidegger refiere que el rasgo fundamental del habitar, en tanto esencia del hombre, es el proteger y cuidar, comprendidos "como el liberar algo en su propia esencia. Habitar es el modo como son los mortales sobre la Tierra, y ésta se convierte en la materia prima del construir [cursivas del original]. (Heidegger, 1994 p. 3). "El habitar es el modo como son los mortales sobre la tierra, y esta se convierte en materia prima del construir, siendo la habitabilidad el fin. Su advertencia es clara: un alojamiento construido según prescripciones económicas o tecnológicas se aleja del habitar" (Lefebvre, 2013, p. 153).

Aproximarse al concepto habitar, desde el enfoque biológico-cultural, sociológico, psicológico y filosófico, resulta fundamental para quienes participan en la transformación del entorno construido-habitado, en el cual el ser humano habita y se reconoce como ser biológico,  social y simbólico, con capacidad para el convivir armónico con el otro y lo otro en el cotidiano vivir. En la siguiente matriz se ubican las categorías y conceptos clave para entender el habitar a partir de una mirada multidisciplinaria hacia la comprensión de la habitabilidad: "condición generada por las capacidades y el ingenio humano para que la humanidad viva adecuadamente" (Cervantes et al., 2021, p. 5) (Tabla 1).

Tabla 1. Habitar: un enfoque multidisciplinario hacia la comprensión de la habitabilidad

Fuente: elaboración propia (2023). © Copyright


A partir de los hallazgos conceptuales, se concluye que el habitar es el vivir, sentir, significar y percibir lo esencial de lo habitable, a escala individual y en comunidad dentro de una cultura en el tiempo, reconocible en lo cotidiano del vivir ético con el otro y lo otro, reflexión que argumenta el estrecho vínculo con la habitabilidad y el diseño urbano, siendo el habitar la interfaz entre sujeto-objeto-medio ambiente-cultura-entorno, como se muestra en la Figura 1.

Figura 1. Habitar: interfaz sujeto-objeto, habitabilidad-diseño urbano, entorno construido-habitado-cultura y medio ambiente

Fuente: elaboración propia (2023). © Copyright

Habitabilidad: esencia del entorno construido-habitado

La discusión en torno a las condiciones necesarias para que un espacio sea habitable se ubica en el siglo XX, a partir de la posguerra, en el marco del Movimiento Moderno y la Carta de Atenas, manifiesto en el cual se configura eficacia y estética en la razón, base para la división del espacio urbano mediante la separación de las funciones humanas: habitar, trabajar, circular, cultivar el cuerpo y el espíritu; y bajo las premisas de abolición de la calle, construcción en altura, estandarización de la vivienda en construcciones tipo concebidas como unidades autónomas, y el papel del arquitecto como constructor del palacio en el que el hombre debe habitar, donde forma y fondo serán los conceptos que priman en el diseño arquitectónico y urbano de la época (Choay, 1970).

En el pensamiento de la modernidad, donde la eficiencia, rapidez, inmediatez, homogeneidad y racionalidad están presentes, eliminan la posibilidad de generar las condiciones para descubrir el habitar auténtico, como lo escribe Heidegger (1994) al mantenerse con serenidad y calma en un espacio para aprender a habitarlo.

El tiempo, al ser una condición clave que otorga la permanencia en un espacio, posibilita la generación de vínculos para transformarlos en lugares al habitarlos. Es decir, es el habitar esencialmente pensado como la condición para evocar lugares; y es justo en esta relación en la cual aparecen el diseño urbano y la arquitectura como posibilidad para generar un auténtico habitar, pues "la relación de hombre y espacio no es otra cosa que el habitar esencialmente pensado" (Heidegger, 1994, p. 9).

La esencia del construir es el dejar habitar. La cumplimentación de la esencia del construir es el erigir lugares por medio del ensamblamiento de sus espacios. Sólo si somos capaces de habitar podemos construir. (Heidegger, 1994, p. 11)

De acuerdo con Ochoa (2016), el origen de un nuevo conocimiento en el cual se plantearon nuevas preocupaciones implicadas en el habitat y la habitabilidad se ubica en las reuniones del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) (1928-1958), y posteriormente en las reuniones Hábitat en Vancouver (1976), Hábitat II en Estambul (1996), y Hábitat III en Ecuador (2016).

En la década de los setenta emerge la visión sistémica para atender los procesos y fenómenos urbanos, misma que trata de organizar el conocimiento a partir de las relaciones establecidas por la biología, la teoría de sistemas, la cibernética y la teoría de la información, entre otros. Surgen críticas a los métodos cuantitativos mecanicistas adquiriendo importancia la fenomenología y el existencialismo como pensamiento filosófico, e incorporándose "referencias de la Geografía Crítica Marxista donde se considera al espacio como producto social, una de las aportaciones fundamentales que los geógrafos han obtenido de la relación con la sociología y el urbanismo marxista" (Capel, 2002, p. 436).

A partir de la década de 1970 el entorno urbano comienza a ser visto como una construcción sociocultural, como un hecho colectivo que involucra a los diferentes grupos sociales que la habitan, vinculándose al proceso de reconstrucción de ciudades y la producción de vivienda masiva que permeó en el urbanismo y la arquitectura, donde los límites de urbanismo y la planificación urbana se integran en el diseño urbano como respuesta totalizadora de la ciudad (Alfonso & Galindo, 2011) y disciplina puente, entre planificación, paisaje y arquitectura, con un enfoque integrador de todas las demás vertientes (arquitectura de ciudad, town planning, urban planning, city planning o aménagement urbain) (Munizaga, 2014).

En este contexto, la noción de habitabilidad comienza a vincularse con la Teoría de la Arquitectura vinculando el aporte del habitar y la habitabilidad, expuesto en las meditaciones de Heidegger (1973) y Christian Norberg-Schulz (1979), teórico noruego de la arquitectura e historiador, y uno de los arquitectos más dedicados a comprender y explicar las ideas de Heidegger sobre el habitar; quien desarrolla la teoría del entorno construido, resaltando la importancia de crear espacios dotados de significados y calidad paisajística con espíritu de lugar, entendiendo el paisaje como el espacio donde tiene lugar la vida humana, lo cual supone pensar en imágenes significativas y no exclusivamente en términos de función, pues se corre el riesgo de reducir a la arquitectura en un mero contenedor espacial.

En México, el arquitecto José Villagrán (1964) desarrolla la teoría de la arquitectura, resaltando el habitar y la habitabilidad como conceptos que articulan el objeto arquitectónico con los objetos naturales y paisajísticos; es decir, la comprensión de la parte interna que tiene que ver con el objeto arquitectónico, y la parte externa que tiene que ver con los objetos naturales y paisajísticos; concepción que se eslabona con la propuesta del arquitecto chileno Cristian Fernández Cox (Montaner, 2011, p. 112), quien asocia el pensamiento fundacional y un método sistémico para aprender a organizar los problemas de diseño, situando el concepto de habitabilidad como esencia de la arquitectura ante la complejidad del proceso de diseño contemporáneo.

Concebir una arquitectura más humana relacionada con todos los sentidos partiendo de la revalorización de la experiencia, es el planteamiento del arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa (2016), quien argumenta que el ser humano elabora una imagen mental del mundo que va más allá de las condiciones físicas del entorno; siendo la percepción humana el concepto que prima en el acto de habitar, entendido como uno de los orígenes de la arquitectura y un medio para definir el domicilio propio en el mundo.

Lo anterior se articula con los aportes conceptuales de Saldarriaga (1981), al referir "habitabilidad como el conjunto de condiciones físicas y no físicas que permiten la permanencia en un lugar" (p. 57). Es decir, el objeto construido y la significación de quien habita en el objeto; lo cual supone la configuración de lugares aptos para el desarrollo humano, en los que se lleve a cabo su proyecto de vida entretejiéndose los ambientes físico, social y psicosocial para generar posibilidades de lograr un proyecto de vida humanamente digno en condiciones de salubridad y seguridad que lo hacen adecuado (Rincón-Castellanos, 2018).

Otro planteamiento es el de Castro (1999) quien concibe la habitabilidad como [...] la capacidad de los espacios construidos para satisfacer las necesidades objetivas y subjetivas de los individuos y grupos; involucra las esferas psíquicas y sociales de la existencia estable que podría equipararse a las cualidades ambientales que permiten el sano desarrollo físico, biológico, psicológico y social de la persona. (p. 12)

Castro (1999) considera lo físico construido y el ambiente sociocultural o lo no físico (entramado social, redes, imaginarios, pautas de consumo, mecanismos de intercambio, seguridad), y el ambiente natural.

Finalmente, Sarquis (2006) argumenta la habitabilidad como condición determinada por la relación y adecuación entre el ser humano y su entorno refiriéndose a la forma en que cada una de las escalas territoriales es evaluada, según su capacidad de satisfacer las necesidades humanas: biológicas, psicológicas, sociales, económicas, físicas, etc. Es decir, se infiere que la habitabilidad es la esencia del entorno construido (condiciones físicas) habitado (condiciones no físicas), de ello su relación conceptual como entorno construido-habitado.

Diseño urbano como medio de transformación del entorno construido-habitado ¿Puede el diseño urbano contribuir al mejoramiento de la habitabilidad? La habitabilidad, como esencia del entorno construido-habitado, se articula con las condiciones físicas y no físicas configuradoras de la calidad paisajística donde tiene lugar la vida humana, lo cual supone el desafío del diseño urbano, disciplina de naturaleza holística que contribuye transversalmente a mejorar la calidad y habitabilidad del entorno urbano (Carmona, 2021).

El diseño urbano nace en el siglo XX bajo un enfoque integral que viabiliza el análisis del entorno natural, la visión cívica y la interacción social, que entretejen los modos de habitar de una cultura en el espacio y en el tiempo. De acuerdo con Carmona (2007) el diseño urbano remite a la forma como los primeros asentamientos humanos se ordenaron en el territorio, y se reconoce como campo disciplinar en el marco de los procesos de transformación y crecimiento acelerado de las urbes a mediados del siglo XIX tras la Revolución Industrial.

Los orígenes del diseño urbano como (más estrictamente) la actividad 'intencional' de dar forma a los lugares para las personas, y el uso contemporáneo del término 'diseño urbano' para describir el proceso, tienen orígenes bastante diferentes. Elprimero, por supuesto, tiene raíces antiguas. Así, manos conscientes han estado dando forma a la forma urbana desde las civilizaciones más antiguas de todo el mundo: en Oriente Medio, Europa, África, Asia oriental y América Central y del Sur; todos dando forma consciente a tipos muy particulares de lugares para las personas. E término diseño urbano, por el contrario, es mucho más reciente, aunque, contrariamente a muchos relatos publicados, se usaba mucho antes de que las conferencias en Harvard en 1956 y la Universidad de Pensilvania en 1958 lo popularizaran. (Carmona, 2014, p. 2)

La forma de los asentamientos humanos incluye lo funcional, lo estético y lo simbólico, en tanto es el entorno construido-habitado donde sucede el habitar humano; y es tarea del diseño urbano atender de manera consciente el espacio que el ser humano construye y habita. Para comprender las condiciones que el ser humano demanda al habitar, Ali Mandanipour (1997) sugiere entender el diseño urbano como la actividad multidisciplinar carente de una teoría integrativa para dar forma y gestionar entornos urbanos, interesados tanto en el proceso de esta forma como en los espacios que ayuda a formar.

Asimismo, Mandanipour (1997) argumenta que la práctica del diseño urbano demanda la revisión del fundamento teórico para, en lo posible, legitimar su práctica desde diversas raíces intelectuales como la sociología, antropología, psicología, ciencias políticas, ciencias económicas, ecología, geografía urbana, y las artes; así como de teorías y prácticas profesionales o aplicadas: arquitectura, paisaje, ingeniería y planificación. Al mismo tiempo, demanda métodos interdisciplinares que combinan la teoría, literatura y filosofía del diseño urbano, la experiencia personal y la práctica, descripciones, dibujos, fotografías, estadísticas, así como la inclusión de representaciones en dos y tres dimensiones con apoyo de sistemas de información geográfica.

Al respecto, Stremberg (2000) plantea que la concepción del diseño urbano, por englobar todas las actividades que dan forma al entorno construido, resulta problemático; y propone centrarse solo en aquellas cuestiones en las que este campo aporta una perspectiva distinta, indagando en la experiencia humana que el entorno construido evoca en las propiedades privadas o en el ámbito público comunitario: sensación de comprensibilidad, simpatía, juego, seguridad, misterio o asombro que evocan los terrenos y las formas construidas.

Asimismo, Verma (2011) plantea sobre el diseño urbano que al ser un campo multidisciplinario e interdisciplinario que atiende de manera consciente el orden y la estética del entorno donde el ser humano habita, todos los involucrados en dar forma al entorno construido somos quienes hacemos diseño urbano: diseñadores urbanos, arquitectos, ingenieros, planificadores, sociólogos, antropólogos, paisajistas, entre otros.

Se infiere que el diseño urbano al ser un campo tridimensional de atención multidis-ciplinaria e interdisciplinaria que integra la forma-función-significado, atiende las condiciones y características fundamentales que favorecen la habitabilidad en el entorno construido-habitado a diferente escala: urbana, de espacio público y de vivienda. De ello que el diseño urbano se reconozca como un medio con capacidad transformadora de habitabilidad y calidad de vida, como se muestra en la Figura 2.

Figura 2. Habitabilidad-diseño urbano, amalgama para crear el entorno construido-habitado

Fuente: elaboración propia (2023). © Copyright

Considerar el binomio habitabilidad-diseño urbano resulta decisivo para mejorar el diseño, construcción y calidad del entorno construido-habitado, promoviendo así la convivencia, salud y espontaneidad entre sus habitantes; donde la forma se materializa, la función deriva de las necesidades humanas, sociales, económicas,  políticas, culturales y ambientales; y el significado ocurre en lo cotidiano del habitar auténtico, en la espontaneidad del vivir ético con el otro y lo otro, produciendo relaciones de arraigo, conservación simbólica y satisfacción, que permean en el bienestar psicosocial operacional-relacional de una cultura en el tiempo.

DISCUSIÓN

Aproximar el argumento transversal que sostiene el binomio habitabilidad-diseño urbano, como relación fundamental que permite crear el marco de reflexión hacia la transformación del entorno construido-habitado bajo una lente analítico-creativa que posibilite contribuciones holísticas, resulta interesante en el contexto actual en el marco de la política internacional en materia de calidad de vida en asentamientos humanos, pues de acuerdo con la Nueva Agenda Urbana (Naciones Unidas, 2017), el compromiso es "promover ciudades social y medioambientalmente sostenibles con el objetivo de proveer vivienda adecuada para todos". En ella, "Mejorar la habitabilidad" resalta como uno de los principios interrelacionados, precisado en el numeral 40 como parte de los compromisos de transformación en beneficio del desarrollo urbano sostenible, de la siguiente manera:

Nos comprometemos a aceptar la diversidad en las ciudades y los asentamientos humanos, a fortalecer la cohesión social, el diálogo intercultural y la comprensión, la tolerancia, el respeto mutuo, la igualdad de género, la innovación, e espíritu empresarial, la inclusión, la identidad y la seguridad y la dignidad de todas las personas, así como a fomentar la habitabilidad y una vibrante economía urbana. Nos comprometemos también a adoptar medidas para garantizar que nuestras instituciones locales promuevan el pluralismo y la coexistencia pacífica en sociedades cada vez más heterogéneas y multiculturales. (Naciones Unidas, 2017, p. 15)

¿Cómo fomentar la habitabilidad en entornos tan diversos y complejos como los de las ciudades actuales? Un primer acercamiento se sustenta en la búsqueda del origen de la habitabilidad, hallándose que esta es un conjunto de características que permiten albergar vida (Cervantes et al., 2021); y que deriva del modo de habitar de una cultura en el tiempo-espacio, reconocible en la estética del convivir armónico con lo otro y los otros observable en el bienestar psicocorporal relacional-operacional de los seres vivos (Maturana & Dávila, 2009). El habitar al ser un hecho antropológico en tres dimensiones: simbólico, paradigmático y sintagmático, se identifica en el lenguaje de los objetos creados y construidos (Lefebvre, 2013), reconocible en los modos de vida de lo cotidiano (Ekambi-Schmidt, 1974), y las tramas vinculares sostenidas en construcciones sociales históricas (Blanco, 2013), en el entorno físico y existencial (Heidegger, 1994).

Este acercamiento teórico-conceptual implica mirar el quehacer del diseño urbano en relación directa con la habitabilidad para identificar, analizar, entender, proponer y transformar las condiciones físicas y no físicas del entorno construido-habitado (Saldarrlaga, 1981; Castro, 1999; Casals et al., 2013; Mués, 2011) que producen el bienestar físico, fisiológico y psicológico, en la experiencia humana (Pallasmaa, 2016) desde el ámbito mínimo del espacio personal, la vivienda, hasta el entorno del espacio comunitario de ciudad.

Un segundo acercamiento es la evidente carencia de investigación en materia de habitabilidad en relación con la arquitectura, el diseño urbano y el urbanismo, más allá de propuestas para la evaluación de la forma construida a partir de indicadores para medir la funcionalidad, confort térmico y acústico, salubridad e higiene, seguridad, sostenibilidad, equipamiento, infraestructura y servicios. Resalta la ausencia de propuestas que vinculen teorías, metodologías, instrumentos y herramientas de investigación para comprender y vincular el diseño urbano con lo social y simbólico propio de la naturaleza humana de cada cultura.

La reflexión se fortalece en el sentido de reconocer al diseño urbano como medio transformador en el ámbito comunitario, en lo colectivo y en lo público al recrear su condición social, simbólica y cultural, resaltando su naturaleza holística que al ser un campo tridimensional de atención multidisciplinaria e interdisciplinaria integra la forma-función-significado para contribuir en la mejora de la calidad del entorno construido-habitado. Se propone considerar el binomio habitabilidad-diseño urbano como condición que prima en el actuar ético de quienes participan en las decisiones para configurar la calidad del entorno urbano actual, que en palabras del sociólogo Sennet (2019), el diseño urbano estructura la vida humana, y por tanto, el sagrado grial será crear lugares con carácter particular donde los seres vivos habiten y no solo ocupen un espacio; agenda pendiente para los profesionales del urbanismo, la planeación urbana, la arquitectura y el diseño urbano.

Mejorar la habitabilidad, compromiso de la Nueva Agenda Urbana (Naciones Unidas, 2017), es condición clave para quienes asumen el rol para diseñar y transformar el entorno construido-habitado; responsabilidad que implica discusión profunda sobre los conceptos e implicaciones del habitar y la habitabilidad, integrando conocimientos y visión de diferentes disciplinas, con la posibilidad de advertir las principales amenazas para la habitabilidad humana, entre las que se destaca el cambio climático. Mirar con diferentes lentes disciplinares posibilita crear y materializar condiciones físicas habitables, clave para asegurar la riqueza de la vida humana en el convivir ético y armónico en comunidad, produciendo relaciones de arraigo, conservación simbólica y satisfacción, favoreciendo las características para albergar vida.

CONCLUSIONES

La habitabilidad es producto del habitar humano, tema en constante construcción y evolución histórica correspondiente a la dimensión espacio-temporal en la cual el ser humano crea modos de ocupación, apropiación, arraigo y significación, bajo una estética de autorregulación y cuidado de sí mismo, del otro y lo otro para albergar vida, con el fin de preservar el bienestar psicológico-corporal relacional-operacional en el fluir de la espontaneidad del vivir, el modo de escoger, de sentir y de relacionarse, más allá, del "uso" y la "función" de ciertos espacios heredados del funcionalismo de principios de siglo XX.

Es la habitabilidad lo que hace que un espacio sea habitable y no solo edificado, escenográfico o escultórico; es más compleja que cualquier necesidad humana relacionada con los espacios que habita en lo cotidiano; implica el reconocimiento de las emociones, sensaciones, sentimientos y percepciones generados en el cotidiano del vivir, generando así hábitos, usos, costumbres, ritos, rutinas. El habitar tiene origen en las actividades y modos de ocupación del espacio entretejidos por el tiempo como variable que les da significado como lugares a través de la experiencia.

La habitabilidad se funda en la espacialidad del entorno construido-habitado, observable en lo edificado y en lo social-cultural, con lo cual su estudio no es abarcable desde una única área de conocimiento; implica mirar a partir de un enfoque multidisciplinar e interdisciplinar, con la posibilidad de crear herramientas, metodologías y modelos, sustentados en disciplinas y teorías diversas que permitan la inter y transdisciplinariedad, para pensar, crear e implementar un marco teórico para estudiar, proteger y restaurar la habitabilidad en objetos y ambientes que favorezcan y promuevan las características para albergar vida; quizá si se construye, podría ser una vía para encontrar soluciones que eviten el deterioro del hábitat.

De acuerdo con Cuervo (2009):

[...] el diseño por sus vinculaciones con las construcciones sociales básicas está ligado con el habitar y, por consiguiente, con los valores y significados y significaciones que asume una comunidad, pero principalmente, con la identificación de unas necesidades que pueden ser abordadas desde e diseño. (p. 189)

En la arquitectura, la planeación, el diseño urbano, el urbanismo, la arquitectura del paisaje desde el interior de la cultura en un espacio-tiempo, es una agenda pendiente para los profesionales.

El binomio habitabilidad-diseño urbano se propone como alternativa elemental que abre brecha para orientar la agenda del diseño urbano hacia un marco de habitabilidad con perspectiva multi e interdisciplinaria; con ello se sostiene la pertinencia de mejorar la calidad de los entornos urbanos, en tanto se carece de una teoría unificada de diseño urbano, y es responsabilidad ética para los profesionales que participan en el diseño, construcción y transformación de objetos habitables que configuran el paisaje urbano en el entorno construido-habitado, ante las necesidades comunitarias que favorezcan la convivencia, salud y espontaneidad, siendo el espacio público el punto de partida para la alteridad de un vivir ético.

El diseño urbano, al ser la disciplina puente integradora entre la arquitectura como experiencia, la planeación como estructura y el paisaje como ambiente en un espacio-tiempo propio de una cultura, posibilita la creación de estrategias de diseño transversales hacia la calidad de vida, salud y bienestar humano en el entorno construido-habitado a partir de modelos, metodologías y procesos de diseño que reconozcan el modo de habitar observable en el lenguaje del arraigo, la conservación, la espontaneidad de la vida social, apropiación, sociabilidad, satisfacción, afectación con el contexto, protección, permanencia, identidad social urbana, y lo lúdico en el acontecer de lo cotidiano; horizontes para futuras investigaciones.


CONTRIBUCIONES Y AGRADECIMIENTOS

Este artículo deriva de una investigación llevada a cabo en la Facultad de Planeación Urbana y Regional de la Universidad Autónoma del Estado de México, en el marco del Doctorado en Urbanismo. Este proyecto fue financiado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCyT).

Los autores de este trabajo han realizado las siguientes contribuciones: Yatzin Yuriet Macías Ángeles (concepción, diseño y redacción del estudio), José Juan Méndez Ramírez (revisión crítica para publicación). Los autores declaran que no tienen conflictos de interés relevantes en relación con la investigación presentada.



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