https://doi.org/10.14718/RevArq.2023.25.4410
Pablo Páramo
Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá (Colombia)
Andrea Burbano
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca. Bogotá (Colombia)
Pablo Páramo
Psicólogo, Universidad Católica de Colombia, Bogotá (Colombia).
Master of Science, University of Surrey. Reino Unido.
PhD. en Psicología, Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (EE. UU.).
https://scholar.google.es/citations?user=rGq8GIwAAAAJ&hl=es
0000-0002-4551-3040
pparamo@pedagogica.edu.co
pdeparamo@gmail.com
Andrea Burbano
Arquitecta, Universidad de La Salle, Bogotá (Colombia).
Magíster en Gestión Urbana, Universidad Piloto de Colombia, Bogotá (Colombia).
PhD. en Estudios Territoriales, Universidad de Caldas, Manizales (Colombia).
https://scholar.google.es/citations?user=DsMthqMAAAAJ&hl=es
0000-0003-2037-5603
amburbano@unicolmayor.edu.co
arqburbano@gmail.com
Recibido: diciembre 12 / 2021
Evaluado: diciembre 15 / 2021
Aceptado: noviembre 15 / 2022
Para citar este artículo / to reference this article: Páramo, P., & Burbano, A. (2023). Condiciones de habitabilidad del espacio público en Bogotá, D. C., Colombia. Revista de Arquitectura (Bogotá), 25(1), 137-145. https://doi.org/10.14718/RevArq.2023.25.4410
Resumen
Este artículo presenta los principales resultados de un estudio descriptivo sobre la valoración que hacen habitantes de Bogotá sobre un conjunto de condiciones que afectan la habitabilidad del espacio público de la ciudad, a partir del grado de importancia y del nivel de satisfacción que les atribuyen los ciudadanos a estas condiciones. Participaron 212 personas, quienes valoraron, en un cuestionario ad hoc, la importancia y grado de satisfacción respecto a 47 características relacionadas con la habitabilidad del espacio público y con la habitabilidad general. Los resultados muestran que la mayor parte de las características fueron valoradas negativamente en términos del grado de satisfacción con cada una de ellas, aunque se las considere importantes. Dentro de las que fueron valoradas satisfactoriamente e importantes sobresalen las que facilitan actividades culturales, recreativas o deportivas y la posibilidad de transportarse en bicicleta al trabajo, al lugar de estudio o por recreación. Se discuten los hallazgos a partir de la relación entre la satisfacción y la importancia que se atribuyen a las distintas características que aportan a un espacio público habitable en la ciudad, y sus implicaciones para la gestión urbana.
Palabras clave: áreas urbanas; calidad de vida urbana; gestión urbana; indicadores; urbanismo
Abstract
This article presents the main results of a descriptive study that to explores the assessment of inhabitants of Bogotá of some conditions that affect the habitability of the public space, based on the importance and satisfaction that citizens attribute to these conditions. A total of 212 people, responded an ad hoc questionnaire of 47 characteristics related to the habitability of public space, and its habitability in general. The results show that most of the conditions were valued negatively, in terms of satisfaction, although they were considered important. Among the conditions assessed as important with high level of satisfaction were those that facilitate cultural, recreational and sports activities, and the possibility of commute using bikes to work, study or for recreational purposes. Results are discussed based on the relationship between satisfaction and the importance that participants give to the different conditions that contribute to the achievement of a habitable public space in the city, and its implications for urban management
Keywords: indicators; urbanism; urban areas; urban management; urban quality of life
Tabla de contenido
Introducción
Metodología
Diseño
Muestra de participantes en el estudio
Instrumento
Procedimiento
Resultados
Discusión
Relación entre importancia y satisfacción
Resultados sobre la habitabilidad general de los espacios públicos de la ciudad
Conclusiones
Referencias
El presente artículo se deriva del proyecto de investigación denominado El caminar como experiencia de aprendizaje de la ciudad, coordinado desde la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, D. C., Colombia, y el cual se propone identificar algunas características espaciales y sociales que facilitan las vivencias de aprehender la ciudad caminando, incluidos los fines que buscan las personas al caminar, la experiencia que se adquiere en los lugares por los que se transita, y los tiempos y las distancias entre un destino y otro, y a partir de dicha indagación, proponer recomendaciones de gestión para la educación urbana y lineamientos normativos que brinden aportes para que la ciudad sea caminable. En el presente trabajo, derivado de dicho proyecto, se profundiza en las condiciones que, aparte de la caminabilidad, hacen habitable el espacio público de la ciudad, a partir de la valoración que hacen sus habitantes sobre el grado de importancia y el nivel de satisfacción que les atribuyen los ciudadanos a diversas condiciones que se experimentan en el espacio público.
En trabajos anteriores, los autores han recogido las distintas definiciones de la habitabilidad del espacio público urbano que son asociadas, en su mayoría, a la satisfacción de diversas necesidades objetivas de las personas, tales como: la amplitud de los espacios, la existencia de zonas verdes, el mobiliario urbano, la existencia de ciclorrutas y demás vías para la movilidad, la calidad del aire, etc., y subjetivas, como: la percepción de seguridad, la libertad de acción, la estética de los lugares, el acceso al transporte, y servir de escenario para el encuentro social mediante distintas prácticas culturales (Páramo & Burbano, 2013). Al recorrer la vida social situada en los espacios públicos de Bogotá a lo largo del tiempo, se observan grandes cambios en su habitabilidad. En el periodo colonial y los primeros cien años del periodo republicano (siglo XIX), las principales calles, parques y plazas eran los lugares en los que se encontraba y se congregaba la comunidad en torno a las distintas prácticas sociales: religiosas, comerciales, recreativas, sociales y políticas (Mejía, 2011). Dicho periodo fue seguido por un decaimiento de la vida en público en el siglo XX, con el desarrollo urbanístico que privilegió el automóvil y relegó la vida en público a sociolugares como cafés, bares, discotecas, centros recreacionales o clubes —todos ellos, de carácter privado— (Páramo, 2011). A ello le siguió, a su vez, el surgimiento de las comunidades cerradas, en las que las personas más pudientes se marginaron de las dinámicas sociales al recluirse en conjuntos habitacionales con todo tipo de servicios, por lo cual ya no requieren entrar en contacto con personas de otras condiciones sociales (Low, 2000).
Esta configuración del espacio urbano llevó a irradiar la idea de que se ha perdido —o al menos, empobrecido— la vida en público (Sennett, 1978; Bellah et al., 1985; Low & Smith, 2006; Burbano & Páramo, 2014), y se ha dado origen al aislamiento social; particularmente, el de las nuevas generaciones, que ahora viven encerradas, lo que se ve facilitado por la pandemia del COVID-19. Los juegos en línea y la televisión, la desconfianza del extraño y el temor al crimen —resultado, no solo de las altas tasas de delitos callejeros, sino del discurso del terror que promueven los medios y las redes sociales— repercuten, finalmente, en la pérdida de la vida del barrio y de la vida pública.
La insatisfacción con la posibilidad de habitar el espacio público condujo a las generaciones mayores a expresar cierto grado de nostalgia por las actividades que se llevaban a cabo en el pasado; particularmente, los juegos callejeros y los encuentros sociales. Sin embargo, con el desarrollo de las nuevas tecnologías, la aparición de proyectos urbanísticos como los ya mencionados —y en consecuencia, el surgimiento de nuevas prácticas sociales—, la nostalgia por las prácticas del pasado no tiene mayor sentido; algunas de estas prácticas se han perdido para siempre, no solo porque ha cambiado la configuración urbana, sino porque hemos cambiado también como sociedad. Ahora la sociedad se preocupa más por la salud, el medio ambiente, la seguridad y las prácticas deportivas. El trato entre las personas es distinto, y también ha cambiado el tipo de festividades; los juegos callejeros y las corridas de toros, típicas del pasado, están desapareciendo, al igual que las celebraciones religiosas que caracterizaron la vida en público durante los siglos anteriores (Cordovez-Moure 1893/1957; Ibáñez, 2014; Mejía, 2000; Páramo & Cuervo, 2009; 2013).
Figura 1. Autobús turístico en la zona histórica de la ciudad de Bogotá.
Fuente: https://pixabay.com/es/photos/veh%c3%adculo-autobus-turistico-autob%c3%bas-4881377/ (2022). © Dominio público.
Figura 2. La Catedral Primada, en la Plaza de Bolívar de Bogotá.
Fuente: https://pixabay.com/es/photos/colombia-bogot%c3%a1-catedral-4878721/, (2022). © Dominio público.
Desde finales del siglo XX, y lo que se lleva del presente, las administraciones de la ciudad se han preocupado, no obstante, por recuperar la habitabilidad del espacio público. Proyectos como la ciclovía de los días festivos; el festival Rock al Parque, la peatonalización de la Carrera Séptima de Bogotá, la ampliación de andenes, la remodelación de los parques urbanos y los Centros la Felicidad, donde los habitantes de la ciudad podrán disfrutar de piscinas y practicar deportes, contribuyen a que los ciudadanos puedan tener mayor vida pública.
Una ciudad es valorada como lugar propio para vivir dependiendo, en buena medida, de la vida social que pueda tenerse, de las vivencias con otras personas. Conformar redes sociales es un componente fundamental de la identidad del individuo asociada a un territorio, lo cual previene no solo el aislamiento social, sino también, la desconfianza hacia el extraño, y por tanto mejora la percepción de la vida en la ciudad. Es en este contexto donde la dimensión espacial de la ciudad es un facilitador de la socialización entre las personas (Páramo, Burbano, Jiménez et al., 2018). La ciudad concentra la heterogeneidad social y necesita espacios de encuentro que permitan la unidad dentro de la diversidad para, de este modo, contribuir a definir la ciudadanía (Carrión, 2004). Sentirse y ser reconocido como parte de una ciudad permite una valoración sobre la calidad de vida percibida y, en este sentido, la formación de la identidad urbana (Proshansky, 1978; Lalli, 1988). Los espacios públicos de encuentro como los parques, las plazas y las plazoletas, así como las aceras, junto al mobiliario urbano que se encuentra en dichos espacios, actúan a manera de oferentes; es decir, como oportunidades para generar los encuentros sociales orientados a la conformación del tejido social.
Además de su importancia para la socialización, los espacios públicos también cumplen un papel importante en el fortalecimiento de la democracia, al facilitar el acceso, sin distinción social, a todas las personas, y al usarse como escenarios de expresión cultural, diversa y colectiva para el reconocimiento social o la reivindicación de derechos mediante la protesta ciudadana. En momentos de crisis, la población se moviliza en el espacio público en respuesta a distintas situaciones problemáticas que vive una sociedad: las políticas económicas de un gobierno, la corrupción, las demandas por mejoras en la educación y la prestación de servicios de salud, entre otras. En suma, tener en cuenta las distintas formas de expresión en el espacio público —que incluyen marchas, protestas, cacerolazos y barricadas— es fundamental en la estrategia política. Dichas manifestaciones han contribuido a cambiar políticas y a fortalecer la democracia (Irazábal, 2008; Low & Smith, 2006; Licona, 2007).
Como escenario en el que se espera la manifestación de esas distintas prácticas sociales, el espacio público también debe ser habitable y contribuir a la convivencia dando la posibilidad de disfrutar la vida en público, la recreación, los encuentros sociales, el clima y el paisaje, el contacto respetuoso y amable con el extraño, y el hecho de poder circular libremente sintiéndose seguro.
Bogotá, como capital del país, cuenta con una amplia extensión geográfica (1.775 km2) y una amplia red de espacios públicos, que incluyen casi 800 km de ciclorrutas, más de 5.000 parques, e hitos importantes como la Plaza de Bolívar, el eje ambiental, la ciclovía dominical, el cerro de Monserrate, el parque metropolitano Simón Bolívar y el Park Way, entre otros.
Figura 3. La Avenida Jiménez con Carrera Séptima peatonalizada, en la ciudad de Bogotá.
Fuente: elaboración propia (2022). © Copyright.
Entender e identificar los componentes esenciales de la calidad de los espacios públicos que demandan los habitantes de la ciudad es fundamental para establecer estrategias de gestión que aseguren un espacio público exitoso. La valoración de la habitabilidad, de acuerdo con lo mencionado, es una condición que aporta en el desarrollo urbano de la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes (Vivas et al., 2012).
Figura 4. Ventas ambulantes en la Carrera Séptima peatonalizada, en la ciudad de Bogotá.
Fuente: elaboración propia, (2022). © Copyright
Dada la importancia del espacio público en el bienestar de los individuos, este debe hacerse visible en la valoración de los aspectos que coadyuvan a la calidad de vida en la ciudad, a partir de indicadores objetivos, como los ya existentes (espacio público efectivo: m2 por habitante, metros de zonas verdes por habitante, índice de caminabilidad, extensión de ciclorrutas, accesibilidad al sistema de transporte, calidad del aire, etc.), y subjetivos, que evalúen el nivel de satisfacción atribuido por las personas a los distintos componentes del espacio público, como algunos que se toman en consideración en la encuesta: Bogotá Cómo Vamos, y los propuestos por Páramo et al. (2016), con miras a obtener retroalimentación de las políticas, los programas y las acciones que se hayan llevado a cabo, y proyectar las que, a partir de la opinión de los ciudadanos, requieran nuevos desarrollos.
A este respecto, Bogotá tiene varios indicadores cuantitativos, que se basan en normas estandarizadas, como las que establece el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (DADEP) (2006), entidad del Distrito Capital de Bogotá encargada de defender, inspeccionar, vigilar, regular y controlar el espacio público, pero en los que se echan de menos aspectos cualitativos como componentes también importantes para su valoración. Algunos trabajos que identifican criterios relacionados con la calidad del espacio público desde las valoraciones subjetivas de la ciudadanía están recogidos en el trabajo de Praliya y Garg (2019), y en el de Gehl (1987), quien desarrolla doce criterios categorizados en tres temas principales: protección o seguridad, confort (posibilidad de caminar, de sentarse, etc.) y entretenimiento (experiencias sensoriales positivas); también, en el trabajo de Carmona (2010), quien propone criterios igualmente cualitativos, que reflejan las características sociales, económicas y ambientales como la limpieza, la accesibilidad, el atractivo, el confort, la inclusión, la seguridad y el componente natural, entre otros, y que se muestran también en la propuesta de Mehta (2013), quien identifica cinco dimensiones para evaluar la calidad del espacio público: inclusividad, seguridad, significado, confort y placer.
Por lo planteado, consideramos importante hacer una exploración local de la valoración de las personas sobre algunos componentes cualitativos que contribuyen a la habitabilidad del espacio público en Bogotá, a partir de un instrumento que permita cruzar los niveles de satisfacción con las distintas características del espacio público, y con la importancia que les atribuyen los ciudadanos a dichas características y, de esta manera, establecer prioridades para garantizar que el espacio público sea habitable.
Se llevó a cabo un estudio descriptivo orientado a la valoración que hace una muestra de habitantes de Bogotá sobre la satisfacción y la importancia que estos les atribuyen a distintas condiciones que hacen habitable su espacio público.
Muestra de participantes en el estudio
Se utilizó un muestreo no probabilístico, en el que participaron 212 personas, seleccionadas por conveniencia a partir de dos condiciones: llevar viviendo en la ciudad más de tres años y ser mayores de edad. Los participantes fueron diferenciados de acuerdo con cuatro grupos de edad y con el género que informaron, como se muestra en la tabla 1.
Tabla 1. Organización de la muestra de acuerdo con la edad y el género.
Fuente: elaboración propia (2020).
Se elaboró un instrumento ad hoc, conformado por 47 reactivos, obtenidos, a su vez, de la exploración de fuentes documentales sobre las condiciones que hacen habitable el espacio público (Carr et al., 1992; Matsuoka & Kaplan, 2008; Gehl, 2010), las cuales, por su parte, dieron lugar a los instrumentos diseñados por Páramo y Burbano (2013) y Páramo, Burbano, Jiménez et al. (2018) para evaluar la habitabilidad del espacio público en ciudades de Colombia y de varios países latinoamericanos. El espacio público valorado en el instrumento incluye los que son para el encuentro y los andenes que hacen parte de las áreas integrantes de los perfiles peatonal y vehicular, con base en el Decreto 1504 de 1998. Los ítems se agruparon en seis subescalas, o dimensiones, que exploran la habitabilidad del espacio público: medio ambiente, manifestaciones sociales, movilidad y accesibilidad, espacialidad/infraestructura, seguridad, y expresiones culturales y económicas, como se muestra en la tabla 2. El cuestionario fue objeto de validación por expertos y mediante estudio piloto.
Tabla 2. Subescalas o dimensiones que recogen la habitabilidad del espacio público.
Fuente: elaboración propia (2020).
Los reactivos fueron evaluados a partir de dos escalas. Una de ellas valoraba el grado de importancia, mediante una escala con siete puntos; desde muy poco importante (1) hasta muy importante (7), y el nivel de satisfacción, también con una escala de siete puntos que iba desde muy insatisfecho (1) hasta muy satisfecho (7). Por último, se les presentó a los participantes una escala mono ítem, la cual indagó por la valoración sumativa que la persona hace de la habitabilidad del espacio público de la ciudad, y donde 1 se refiere a muy poco habitable; 2, a poco habitable; 3, a medianamente habitable; 4, a habitable, y 5, a muy habitable. Se dio la posibilidad de marcar la opción de respuesta "no sabe" para los casos en que la situación por evaluar no aplica, de acuerdo con el punto de vista del participante. Se indagó al final por las características sociodemográficas del participante.
El instrumento se aplicó de manera virtual y de forma asistida, por estudiantes universitarios previamente capacitados para tal fin, a una muestra no probabilística compuesta por 212 habitantes de distintas localidades de la ciudad a quienes se les pidió previamente su consentimiento, y se les notificó, además, que la información suministrada sería anónima y confidencial. Los datos fueron recogidos durante el periodo entre octubre y diciembre de 2019, y los primeros meses de 2020, antes del confinamiento resultado de la pandemia por el COVID-19. Para analizar la consistencia interna del instrumento se utilizó la prueba Alfa de Cronbach, cuyo índice fue de 0,927, lo cual indica que el instrumento tiene una adecuada confiabilidad.
Para lograr el propósito de comparar la valoración de los participantes acerca de las condiciones que hacen habitable el espacio público, se obtuvieron las medias estadísticas en cada una de las escalas, para posteriormente cruzar las valoraciones en términos de la satisfacción y la importancia asignadas a cada condición evaluada. La tabla 3 muestra el contenido de los 47 ítems y la dimensión a la que corresponden, junto con los promedios para las escalas de satisfacción e importancia, y sus respectivas desviaciones estándar.
Tabla 3. Ítems, y las dimensiones a las que estos pertenecen, incluyendo la media y la desviación estándar para las escalas de Importancia y de Satisfacción
Fuente: elaboración propia (2020).
Al referirse al grado de satisfacción evaluado a partir de una escala discreta que iba entre 1 (muy insatisfecho) y 7 (muy satisfecho), los participantes consideran que los factores con los cuales se sienten más satisfechos tienen que ver con el clima predominante en la ciudad, las actividades culturales gratuitas, la disponibilidad de cajeros automáticos y las ciclorrutas. Entre las condiciones en que menos satisfechos están los participantes del estudio se incluyen la calidad del aire, la contaminación auditiva, la presencia de habitantes de la calle, el irrespeto por las normas de tránsito, y lo que tiene que ver con la seguridad, entre otras.
Dentro de la escala de importancia (de 1 a 7), la mayor parte de los ítems fueron valorados como de importancia media y alta. Entre las valoraciones altas se encuentran los ítems relacionados con los elementos ambientales, que se encuentren habitantes de la calle, la posibilidad de movilizarse a pie o en bicicleta, el mobiliario urbano y los espacios para la recreación y el deporte, entre otros, como se muestra en la tabla 3.
Para evaluar el grado de la correlación de Pearson de cada una de las dimensiones del espacio público con la habitabilidad percibida, se tuvo en cuenta la media estadística correspondiente a cada dimensión, como se muestra en la tabla 4. A partir de los resultados se evidencia que todas las dimensiones se correlacionan positiva y significativamente con la satisfacción general sobre el espacio público, donde la infraestructura y las expresiones culturales son las que muestran un mayor grado de correlación, como se muestra en la tabla 4.
Tabla 4. Correlaciones entre las dimensiones de satisfacción con la habitabilidad general del espacio urbano (ítem 48).
Fuente: elaboración propia (2020).
Relación entre importancia y satisfacción
Al triangular la información de las dos escalas (satisfacción e importancia), como se muestra en la figura 5, es posible observar que la mayor concentración de los ítems está ubicada en el cuadrante superior izquierdo, referente a lo que se evalúa como más importante, aunque es evaluado como menos satisfactorio. No obstante, se observa que las personas se encuentran satisfechas y consideran importantes las condiciones a que hacen alusión los ítems: 1, 6, 9, 10, 12, 13, 15, 17, 21, 31 y 42. Llama la atención cómo el único ítem que se encuentra en el cuadrante inferior izquierdo (región para los ítems considerados con baja satisfacción y de poca importancia) es el que se refiere a las manifestaciones religiosas, en el ítem 4. El estudio refleja de esa manera la importancia que la ciudadanía le atribuye actualmente al espacio público como un elemento espacial relevante para la calidad de vida urbana y como escenario que sirve de soporte a la convivencia ciudadana. La exploración de la relación entre satisfacción e importancia aporta elementos clave para la gestión urbana del espacio público, en la medida en que prioriza las necesidades más sentidas por la población.
Figura 5. Relación entre Importancia y Satisfacción, de la habitabilidad del espacio público de Bogotá.
Fuente: elaboración propia (2020). © Copyright
Resultados sobre la habitabilidad general de los espacios públicos de la ciudad
Al explorar la percepción de habitabilidad general (ítem 48) que preguntaba: En general, ¿qué tan habitable considera usted el espacio público de la ciudad?, se observa que los ciudadanos de Bogotá consideran medianamente habitable el espacio público de su ciudad, al tener una media 2,9 (DS = 0,84), tomando en cuenta que la pregunta ha sido evaluada dentro de los rangos: 1 = Muy poco habitable; 2 = Poco habitable; 3 = Medianamente habitable; 4 = Habitable, y 5 = Muy habitable. La figura 6 muestra la distribución en porcentaje de los participantes sobre la valoración general de la habitabilidad en función de la escala de 1 a 5, en la cual se observa mayor concentración de los participantes que están medianamente satisfechos con su espacio público.
Figura 6. Porcentaje de respuestas de participantes sobre la habitabilidad general del espacio público de la ciudad.
Fuente: elaboración propia (2020). © Copyright.
Este indicador, junto con los demás que se incluyen en el instrumento que evalúa las 47 condiciones del espacio público, es de utilidad para evaluar el impacto sobre intervenciones espaciales, o sobre políticas orientadas a mejorar la seguridad, promover la apropiación del espacio mediante actividades culturales o deportivas, e incluso, para hacer estudios comparados entre ciudades.
El presente estudio indagó sobre las percepciones y las valoraciones de los ciudadanos frente a algunas características de habitabilidad del espacio público de Bogotá. Se destacan los bajos niveles de satisfacción con la mayor parte de las condiciones evaluadas, a pesar de la importancia que les atribuyen los participantes; principalmente, las que tienen que ver con la dimensión cultural, la seguridad y la posibilidad de recrearse y movilizarse mediante el uso de la bicicleta por las ciclorrutas; todos ellos, aspectos en los cuales las últimas administraciones de la ciudad han hecho importantes inversiones. El único ítem que en el que se observa un bajo nivel de satisfacción, y que, a su vez, los participantes consideran de baja importancia, es el que hace referencia a las manifestaciones religiosas.
Desde la perspectiva teórica, los resultados de la investigación hacen un aporte a los estudios urbanos al hacer extensiva al espacio público la noción de habitabilidad, la cual ha estado ligada tradicionalmente a la vivienda, y que al vincularla ahora al espacio público contribuye a mostrar la ciudad como una prolongación del hogar, idea que podría ser utilizada por los gestores de la ciudad para conseguir una mayor apropiación por parte de la ciudadanía de sus espacios públicos.
A diferencia de los estudios históricos sobre el decaimiento de la vida en público —en particular, durante buena parte del siglo XX, y mencionados líneas arriba (Sennett, 1978; Low, 2000; Páramo & Cuervo, 2009; Mejía-Pavoni, 2000)—, bien podría parecer, según los hallazgos del presente estudio, que existe por parte de la ciudadanía un interés renovado en recuperar la vida en público. Bajo esta consideración, el espacio público deberá ser objeto de intervención creando oferentes arquitectónicos (mobiliario, esculturas, fuentes de agua, y demás elementos paisajísticos) que atraigan a las personas, las inviten a interactuar con dichos elementos y a socializar, y hacer así que el espacio público sea un componente central de la habitabilidad de la ciudad y, por supuesto, sea considerado dentro de los indicadores de la calidad de vida urbana, tal como lo han propuesto Gehl (2010), Carrión (2004), y Páramo et al. (2016), ya citados. En la medida en que el espacio público se presente a la ciudadanía como una extensión de la vivienda se logrará una mayor preocupación por su cuidado y una mayor apropiación por parte de la ciudadanía.
Así mismo, resulta importante destacar que el espacio público no solo contempla la función de facilitar la movilidad o el desplazamiento de un lugar a otro, sino que debe ser comprendido como escenario para el encuentro social, la recreación, y actividades culturales de diverso tipo. A este respecto, la administración de la ciudad debería diseñar espacios que faciliten el encuentro social, además de los parques, como la disposición de bancas, juegos de mesa (ajedrez), pequeños escenarios para actividades deportivas como el ping-pong, o no convencionales, como el skateboarding, y crear monumentos que hagan remembranza de hechos históricos, como se sugiere en Páramo y Cuervo (2009; 2013), y crear obras arquitectónicas con valor artístico, como las que existen en otras capitales del mundo.
El cuestionario que fue utilizado en el estudio —y que, a la vez, fue empleado a escala nacional e internacional en trabajos previos (Páramo, Burbano, Jiménez et al., 2018; Páramo, Burbano, Palomo et al., 2018; Páramo & Burbano, 2013)— se constituye en un instrumento de gestión urbana en la medida en que define unas subescalas con sus respectivos ítems, que sirven como indicadores cualitativos para identificar prioridades de la ciudadanía y hacerles seguimiento a los programas que se emprenden desde el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público, dependencia distrital, y de las que sean responsables de gestionar el espacio público en otras ciudades. Al contar con indicadores subjetivos, sumados a los objetivos que ya existen (Gutiérrez-López et al., 2019) se podrá hacer una gestión más eficiente de los espacios públicos.
Dado que en la gestión del espacio público participan distintas instituciones de la ciudad, de carácter público y privado, se hace necesario buscar una gestión interinstitucional eficiente que propenda por mejorar las condiciones sobre las cuales expresan los participantes estar menos satisfechos, aunque las consideran importantes, y sostener las condiciones que fueron evaluadas como satisfactorias, y que, además, consideran importantes, como las señaladas en la sección anterior.
Para conseguir la habitabilidad del espacio público no basta con introducir elementos espaciales y normas orientadas a preservar estos elementos: es necesario promover la corresponsabilidad de la ciudadanía educándola en las reglas de convivencia, y estableciendo las consecuencias y los beneficios de preservar los elementos arquitectónicos y de mostrar los comportamientos urbanos que posibilitan la vida en público.
Estudios futuros deberán explorar en mayor detalle la habitabilidad del espacio público, a una escala menor, en las distintas localidades de la ciudad, en la medida en que, muy probablemente, se encontrarán diferentes valoraciones, dependiendo de las condiciones ambientales, geográficas y climáticas, las dotaciones espaciales, las diferentes expresiones culturales y, por supuesto, las diferentes prioridades que establezcan sus habitantes.
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