https://doi.org/10.14718/RevArq.2022.24.1.3211


Paisajes evanescentes.
Resignificación de la noción del no-lugar

Evanescent landscapes.
Resignification of the notion of no place


Carolina Serrano-Barquín

Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca (México)
Facultad de Ciencias de la Conducta. Centro de Investigación y Posgrado

Fernando Nava-La Corte

Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca (México)
Facultad de Arquitectura y Diseño. Posgrado

Héctor Serrano-Barquín

Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca (México)
Facultad de Arquitectura y Diseño. Centro de Investigación y Posgrado

Patricia Zarza Delgado

Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca (México)
Facultad de Arquitectura y Diseño. Directora


Carolina Serrano-Barquín
Dental surgeon, Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), (México)
Master in Education, Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), (México)
Doctor in Social Sciences, Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), (México)
Member of the Sistema Nacional de Investigadores [National System of Researchers]
https://orcid.org/0000-0003-4671-2436
https://scholar.google.com.mx/citations?view_op=search_authors&mauthors=serrano-barqu%C3%ADn+carolina&hl=es&oi=ao
carolinasb@hotmail.com


Fernando Nava-La Corte
Graphic Designer, Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), (México)
Master in Design, Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), Toluca, (México)
Doctor in Design, Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), Toluca, (México)
https://orcid.org/0000-0001-7968-8722
https://scholar.google.com.mx/scholar?hl=es&as_sdt=0%2C5&q=nava-la+corte+Fernando&btnG=
fercho_0042@hotmail.com


Héctor Serrano-Barquín
Architec. Master, Doctor in History of Art, UAEM (México)
Member of the Sistema Nacional de Investigadores [National System of Researchers]
https://orcid.org/0000-0002-0601-1830
https://scholar.google.com.mx/citations?user=NEd0gm4AAAAJ&hl=es
hectorsb2012@yahoo.com.mx


Patricia Zarza Delgado
Industrial Designer. Master in Design. Doctor in Social Sciences, UAEMéx. (México)
Member of the Sistema Nacional de Investigadores [National System of Researchers].
https://orcid.org/0000-0002-5750-5849
https://scholar.google.com.mx/citations?user=ZbtQpf8AAAAJ&hl=en
zardel44@gmail.com

Received: 20 February/2020
Evaluated: 24 November/2020
Approved: 25 August/2021


Para citar este artículo / to reference this article: Serrano-Barquín, C., Nava-La Corte, F., Serrano-Barquín, H., & Zarza Delgado, P. (2021). Paisajes evanescentes. Resignificación de la noción del no-lugar. Revista de Arquitectura (Bogotá), 24(1), 16-23. https://doi.org/10.14718/RevArq.2022.24.1.3211



Resumen

Los paisajes evanescentes están marcados por improntas espaciales, donde las metáforas sirven para imaginar lo heterogéneo, y las narraciones ritualizadas, para concretarlas, y requieren apertura del juego entre lo homogéneo y la fragmentación. El propósito es visibilizar y analizar cómo la realidad actual, multifactorial, tecnológica y fluida, ha provocado una entropía negativa de lugares, reflejada en una sociedad cultural y socialmente "desespacializada", con tendencia a enajenar al individuo respecto a su relación con el espacio; una condición que lleva a la desprolijidad, la disuasión y el desencuentro de algunos actores con sus lugares de origen, que así se reducen a no-lugares contemporáneos. Después de una revisión de literatura social y geográfica, se diseñó un modelo de integración identitaria y relacional del no-lugar a partir de herramientas metodológicas y se aplicaron entrevistas para explicar qué hace familiar a un lugar y para quién es familiar ese lugar, su vinculación o su desvinculación con el espacio y su identidad.

Palabras clave: espacio urbano; habitat; identidad; lugaridad; poblado



Abstract

The evanescent landscapes are marked by spatial imprints where metaphors serve to imagine the heterogeneous and ritualized narratives that make them understandable. This process requires opening the game between the homogeneous and the fragmentation. Therefore, the purpose of this article is to make visible and analyze how the current reality - multifactorial, technological and fluid - has caused a negative entropy of places, reflected in a culturally and socially "de-spatialized" society with a tendency to emancipate the individual from his relationship with space; a condition that leads to the lack of care, deterrence, and disagreement of some actors with their places of origin, reducing them to non-contemporary places. After a review of geo-socio-anthropological literature, a model of identity and relational integration of the non-place was designed based on interviews that allow explaining what makes a place familiar and for whom that place is familiar, its connection or disconnection with the space and its identity.

Keywords: habitat; identity; place-ness; town; urban space; village



Introducción

Algunos sitios geográficos son denominados espontáneos, porque están marcados por acontecimientos que, a su pesar, se vuelven paradigmas de los vicios y las virtudes de alguna región o un pueblo, sitios cuya memoria subyacente es más significativa que el propio lugar físico, y donde tanto el presente como cualquier acción futura están condicionados por ciertas huellas abstractas que quedaron incrustadas en la cotidianidad.

Los lugares posmodernos son cada vez más espectrales, en el sentido de que hay una tendencia a enajenar al individuo, al mercado, a la cultura, de su relación con el espacio, y a imponer un poder más intangible, que debilita el arraigo afectivo y simbólico en relación con el lugar donde el individuo vive y se desempeña. Esto, según Nava (2019), produce un cambio en la manera de concebir las identidades, que se organizan cada vez más por la participación en comunidades con efecto diáspora, y mucho menos, en torno a lealtades e intenciones locales. Muntañola (2001) comenta que el lugar es tiempo depositado en el espacio que implica lugaridad, término que representa familiaridad y ensamble con el entorno, conexión que se logra a partir de la experiencia y la asignación de significado.

Por lo anterior, y como parte del quehacer científico transdisciplinario encaminado a la producción y el estudio de los espacios y los territorios tanto geográficos como sociales, se presentan algunos resultados de esta investigación1, que tiene como objetivo discutir en torno a las prácticas humanas como fundamento de lugaridad —en sus diversas escalas, identidades y deconstrucciones significativas—, a partir de la tensión local-global y la interlocución académica, civil e institucional.

Una investigación con estas intenciones dificultosas plantea preguntas que persiguen traspasar el umbral de lo supuesto y lo obvio; por eso, acercarnos a este proceso complejo de la sociedad y sus lugares requiere una apertura al juego de lo homogéneo y la fragmentación, así como a las combinaciones y las desuniones de los paisajes evanescentes2. Lo anterior, a su vez, nos remite a lugares con otras espacialidades; quizá, a una dimensión témporo-espacio-cultural, donde sean evanescentes la territorialidad y el terruño, que solo puedan ser, simplemente, una sensación, tanto individual como colectiva.

El concepto antropológico de lugar, según explica Marc Auge (2000), está caracterizado por cierto número de elementos que le son propios y componen su personalidad. La construcción y la transformación del espacio, además de ser materiales y sociales, son también simbólicas, en el sentido de que la sociedad le asigna significados al lugar a medida que lo produce y se apropia de él (Auge, 2000); sin embargo, ahora, en una cibercultura, la desespacialidad ha cambiado el concepto: hay paisajes evanescentes, hay lugares negados.

Este artículo tiene como propósito visibilizar y analizar cómo la realidad multifactorial y tecnológica y la fluidez actual han provocado una entropía (Morin, 1988) negativa de los lugares, reflejada en una sociedad cultural y socialmente desespacializada, con tendencia a distanciar al individuo de su relación con el espacio; una condición que ha llevado a la desprolijidad, la disuasión y el desencuentro de algunos actores con sus lugares de origen, que así se reducen a no-lugares3 (Auge, 2000) contemporáneos. Esta vicisitud obstaculiza e impide el reconocimiento de la sociedad con sus espacios, pues estos no-lugares, debido a prejuicios que rodean su "condición", se perciben como espacios inaccesibles.

En el espacio urbano se experimentan diversas sensaciones, que para los hombres resultan un lugar de movilidad y exhibición del poder en muchos sentidos; así lo afirma César Fuentes, especialista en violencia urbana: "el espacio público sigue siendo masculino, [...] los varones hacen un mayor uso de los espacios públicos tanto en la ciudad como a escala barrial" (2011, p. 98). En contraste, para las mujeres representa una ambivalencia: por un lado, encarna una condición desfavorable, porque muchas veces son omitidas y excluidas, y por otro, representa la libertad; de ahí la importancia de caminar vivamente el espacio urbano. Según Solnit (2015), las diferentes variantes del desplazamiento pedestre suponen una acción política, estética y de enorme significado social.

Asimismo, "integrar la mirada de género ha sido un proceso lento y tardío en la investigación urbana, lo que, en la práctica, no ha logrado consolidar un conjunto de núcleos y problemas que definan un objeto" (Duhau, en Soto, 2018, p. 15); es decir, en palabras de Falú (2009), en las ciudades del mundo globalizado, la vida no es igual para todas las personas: así, las metrópolis, las megalopolis y las ciudades en redes son los sitios en los que crecen las desigualdades, la criminalidad y las violencias.

Por siglos, los seres humanos han modificado en su beneficio el ambiente, para guarecerse de climas adversos, para desarrollar sus actividades vitales en espacios más adecuados y confortables: en suma, para sacar provecho de la naturaleza; sin embargo, los cambios macroclimáticos y las severas alteraciones que ha sufrido el ambiente revierten sus efectos a distintos grupos de la sociedad, que parecen más indefensos ante los eventos de la naturaleza, desastres como los que se viven actualmente. Acaso ella se cobra los abusos por la contaminación.

En particular, la arquitectura, el urbanismo, la ingeniería y las disciplinas relacionadas con las actividades económicas e industriales han contribuido a la degradación ambiental, como resultado de la histórica alteración del medio. Para Canter, "un lugar es el resultado de relaciones entre las acciones, concepciones y atributos físicos" (1987, p. 205). De ello surgen las siguientes preguntas: ¿Cuál es la forma como representamos el lugar en nuestra mente? ¿Cómo es la creación del sentido de lugar?

La ciudad, como expresión urbanística, permite encontrar nuestra identidad ciudadana y cultural; es una manifestación de civilización y cultura y se ha transformado a través del tiempo y del espacio: ahora, incluso ha cambiado el clima, el cual está fuertemente condicionado por el ser humano y sus actividades; según Esther Higueras (2006), las ciudades constituyen ecosistemas complejos, sin parangón con ninguna otra estructura existente:

Las diferencias entre la ciudad antigua y la actual, con respecto a su ecosistema, son completamente radicales. En la ciudad actual, sus conexiones e interacciones se extienden sobre todo el planeta, reestructurando e interfiriendo espacios remotos. Las ciudades modernas tienen un metabolismo lineal de gran escala. Esta es una de las principales causas de la alta demanda de recursos en las ciudades. La alternativa al metabolismo lineal es el metabolismo circular (Girardet, 2001 ), que comprende la reutilización de los recursos ntroducidos al ecosistema urbano, circunstancia que aparece mejor resuelta en la ciudad antigua, debido principalmente a las reducidas capacidades tecnológicas en la extracción de materiales, el transporte y la energía, (p. 55)

El concepto de ciudad es, para Borja, un producto físico, político y cultural complejo, como una concentración de población y de actividades, mezcla social y funcional, capacidad de autogobierno y ámbito de identificación simbólica y de participación cívica. Ciudad como lugarde encuentro y de intercambio, igual a cultura y comercio. Ciudad de lugares—espacios con sentido—, y no mero espacio de flujos. Patrimonio colectivo en el cual tramas, edificios y monumentos se combinan con recuerdos, sentimientos y momentos comunitarios. "Descubrir el territorio y la diversidad de su gente, conquistar las posibilidades que ofrece la ciudad, constituirse como ciudadano: he aquí el desafío urbano para todos" (Borja, en Alderoqui & Pompi, 2002, p. 22), de tal suerte que la ciudad siempre está en constante transformación.

El ser humano es un ente social caracterizado por la vida en grupo, para procurar formas ya sean de protección o de construcción cultural o ideológica; desde la aparición de los primeros asentamientos hasta la creación de las grandes urbes, la idea de pertenencia está ligada estrechamente a la participación activa motivada por el interés en el bienestar y el desarrollo del grupo del que se es parte. Actualmente se han sustituido las interrelaciones sociales en los lugares y los espacios urbanos; en particular, con la contingencia que se vive, se consolidan las mencionadas interrelaciones, a través de la comunicación virtual4:

El concepto de ciudadanía es muy amplio y complejo, en este sentido, si la ciudadanía implica involucrarse dentro de los diferentes ámbitos en los que se desenvuelven las personas, los cibernautas deberían comprometerse a participar en acciones políticas, sociales y culturales a través del ambiente virtual participando no sólo como espectador sino como un ciudadano digital. (Mendoza et al., 2019, p. 89]

Debido a la globalización, al teletrabajo y a otras actividades virtuales recientes, parece que estamos ante una desterritorialización; sin embargo, los referentes urbanos, tales como el centro, la periferia, el barrio y la calle, entre otros, siguen siendo vigentes para las personas, para su conciencia de la realidad en este mundo, para su seguridad y su salud. "Por todo ello, el territorio es vital; pues en la época actual, aún no están claras las disfunciones psicológicas que provoquen la evasión de la existencia real corpórea en el mundo virtual de la red del internet... para vincular ambas realidades" (Salazar, 2011, p. 19). Así, en el terruño —que tiene connotaciones de la tierra que le pertenece a alguien o donde se ha vivido— la realidad física y la virtual asientan —ambos conceptos— diversos actores y objetos materiales e inmateriales, donde el hecho de la apropiación se ha vuelto esencial para la constante transformación de su identidad.

Un análisis adicional al de lugaridad son los conceptos habitación, habitar y habitat. El primero es el de Rafael Faleiros de Pádua (2019), quien presenta la habitación como una noción filosófica que ilumina los contenidos de la vida urbana y revela sus contradicciones:

Esta noción es considerada como un elemento fundamental de la producción filosófica del hombre, donde existe una necesidad radical de apropiarse del espacio para la reproducción de la vida. En el capitalismo, el espacio se convierte en una mercancía y en el objeto de estrategias económicas, lo que reduce la habitación a una función, el habitat. En este contexto, el desafío práctico y teórico es reemplazar la habitación como una posibilidad utópica basada en la realidad funcionalizada del habitat, (p. 454)

Por su parte, Saldarriaga (2019) establece que los modos de habitar dotan de carácter especial cada fracción del habitat humano5 y devienen del concepto habitar, que es "una acción material y es también un fenómeno cultural cargado de sentido. Un territorio, una ciudad y una edificación son los principales soportes de unos modos específicos de habitar" (Saldarriaga, 2019, p. 23). Complementando lo anterior, Sulbarán y Rangel (2018, p. 28) comentan que "Habitar es afirmar la presencia de vida en el territorio, es disponer de espacios y edificaciones construidas específicamente para alojar a los seres humanos y solventar sus necesidades". Así, conceptos como territorio, ciudad y habitat, entre otros relativos al espacio, se van complejizando hasta llegar a la lugaridad y al no-lugar, o lugar negado; o quizá, a la misma desespacialidad.

Abordar temas como espacialidad y lugaridad requiere una mirada más contemporánea, ya que, según Elinbaum y Galland (2019), el nuevo enfoque transdisciplinar desafía los supuestos universales de la teoría producida anteriormente, en contraste —y en confrontación— con el conocimiento situado en contextos más convencionales. Se trata, pues, de fomentar enfoques conceptuales más alternativos, que reconozcan las profundas diferencias sociales y económicas mediante conceptos contemporáneos, para así comprender de mejor manera las prácticas actuales del planeamiento urbano y territorial.

A estas consideraciones se suman las de Moreno (2017a) quien ofrece una particular definición de ciudad laberíntica, la que "sugiere un espacio en el que tenemos una experiencia confusa de la ciudad debido a la complejidad de los lugares de paso que la transforman en una red de caminos que lleva a movimientos de ida, vuelta, retroceso y avance" (Moreno, 2017a, p. 4). Y dentro de estas definiciones, la movilidad física y social de los actores le resultan un panorama borroso, sinuoso y complejo, ya que este autor define ciertos planteamientos relativos al espacio entendiendo que este es vivido: no en su positividad, sino con todas aquellas parcialidades que ofrece la imaginación. Asimismo, analiza los conceptos de espacio social de la ciudad-lugaridad-alteridad.

Por lo anterior, y como parte del quehacer científico transdisciplinario encaminado a la producción y el estudio de los espacios y los territorios geográficos y sociales, se presenta este artículo, que tiene como otro de sus fines discutir en torno a las prácticas humanas como fundamento de la lugaridad6 en sus diversas escalas—, identidades y deconstrucciones significativas, a partir de la tensión local-global y la interlocución académica, civil e institucional.

Para dar contexto a esta colaboración, es pertinente mencionar que el Estado de México es el más poblado de la república mexicana. Sus altos niveles de crecimiento se originan, principalmente, en la llegada masiva de población inmigrante, y es así que, durante los siguientes años pasará de 16,7 millones de habitantes en 2016 a 19,9 millones en 2050 (Consejo Nacional de Población [CONAPO], 2018). Es una entidad que rodea a la Ciudad de México. Alberga diez pueblos mágicos, 22 pueblos con encanto y la zona arqueológica más visitada del país: Teotihuacán. Antiguamente, este territorio fue habitado por mazahuas, otomíes y matlatzincas, y poco antes de la llegada de los españoles estaba dominado por los aztecas (mexicas). La colonia dejó algunos de los conventos, templos y palacios más bellos del periodo; hoy, según la Secretaría de Turismo (SECTUR, 2019), esta dinámica e industriosa provincia ofrece a sus visitantes monumentos históricos, naturaleza, cultura y sitios para la recreación.

El municipio de Toluca es uno de los 125 municipios en que se divide el estado de México. Su cabecera es la ciudad de Toluca de Lerdo, que es también la capital estatal. Según el conteo de población y vivienda (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática [INEGI], 2015), es el cuarto municipio más poblado de la entidad, luego de Ecatepec, Netzahualcóyotl y Naucalpan, respectivamente.

Estos municipios conurbados constituyen parte de la zona metropolitana del valle de México. En este tenor, es necesario entender que estos tres últimos encabezan el listado municipios con mayor incidencia delictiva (Encuesta nacional de victimización y percepción sobre seguridad pública [ENVIPE], 2017). La finalidad de resaltar este escenario no es abordar la inseguridad inherente a algunos de ellos, pues esa es otra problemática a escala macro: lo que interesa aquí es saber cómo el colectivo busca la familiaridad con ciertos lugares. De este modo, para el presente estudio se eligieron dos poblados: Metepec y San Lucas Tepemajalco.


Metodología

Se aplicó el método biográfico-narrativo dentro de un enfoque cualitativo, lo que se acerca a la propuesta de Rodrigo Moreno (2017 ay b), para indagar sobre el espacio-lugar vivido de los poblados seleccionados y la percepción que generan sus actores, mediante las entrevistas aplicadas, de modo que se propicie un reconocimiento sobre la experiencia espacial de su entorno. Enfoques recientes, al decir de este autor, se centran en la transdisciplina, en su calidad de la forma como se entienden los conceptos de ciudad, lugaridad, alteridad y pedagogía hermenéutica del lugar; por ello, se fundamenta en una" metodología fenomenológico-hermenéutica y los puntos del método, que nos permiten interpretar los resultados" (Moreno, 2017b, p. 3), es decir, poder examinar los resultados de la investigación de campo —incluidos los recorridos físicos previos a las entrevistas— a la luz de ópticas diversas, para desfragmentarlas. Ello, de modo que el observador analice de modo simultáneo los fenómenos urbanos desde diversas disciplinas.

Asimismo, se propuso identificar y analizar algunas características de los espacios urbanos actuales, no solo dentro de una categorización social y territorial determinadas, sino también, como lugares pluridimensionales con necesidades y características diversas, que, en su conjunto, se convierten en el principal motor de la transformación espacial, económica, cultural y social de cada región, como en este caso es la cercanía a la capital del estado de México.

Para la muestra se seleccionaron dos comunidades que gravitan en torno a Toluca: una, que corresponde a uno de los Pueblos Mágicos: Metepec, propuesta como lugar depurado, y la otra, muy próxima a Metepec: es decir, el pueblo artesanal de San Lucas Tepemajalco, para considerarlo lugar negado. Ambas poblaciones presentaron características que permitieron su confrontación y su contraste para el análisis comparativo.

Es importante para este artículo divulgar el conocimiento de los valores, los mecanismos y los intereses de los no-lugares, pues este tipo de fenómeno se encuentra soslayado frecuentemente. Se busca, entonces, y a partir del contraste entre percepciones y opiniones, ofrecer una amplia asociación epistemológica para decodificar los diversos medios de comunicación verbales, como las narrativas de los actores, y que se materializan en el recorrido de la investigación de campo, mediante la apropiación y el discernimiento de los espacios que consumen los lugareños. Aparentemente, estas percepciones que reciben los pobladores tienden a transmitir prejuicios en contra de ciertos lugares, que propician así una falsa apreciación o simple indiferencia.

Desde esta perspectiva, se inició con un modelo de integración identitariay relacional del no-lugar, con el desafío de explicar qué hace familiar a un lugar y para quién es familiar ese lugar, lo que lleva, a su vez, a revelar los grados de integración o de disuasión que existen en el espacio.

La selección de la muestra en esta investigación obedece, entonces, a un método comparativo soportado por la noción de muestra no probabilística (Hernández et al., 2006), pues en esta muestra la elección de los objetos de estudio, o unidades de análisis, no dependen de la probabilidad, sino de causas relacionadas con los investigadores. De tal forma, se hace una identificación dentro de la región de estudio, sobre las nociones de una dicotomía que es por un lado el no-lugar, y que en esta investigación se toma como inferencia a un posible lugar negado y ascético; es decir, de irrelevância o indiferencia, en contraste con la categoría de no-lugar, o depurado, por lo que resulta singular y peculiar.

Esta noción nos remite a reflexionar y relacionar la identidad con la cultura más allá de la condición de que los sujetos se desplacen o no dentro de su territorio, sino, más bien, a un plano de negación que lo ubica dentro de un marco de olvido o apatía con sus actores directos y por el otro lado, el lugar depurado, término propuesto en esta investigación para la posibilidad de disfrutar un lugar sin temor; además de ofrecer pertenencia y arraigo, dicha propuesta formula una apología de la estética de los espacios asociada a las exigencias del mercado y en contextos contrastantes. Se seleccionaron dos casos para describir o conocer las percepciones de apropiación de los espacios geográficos de la comunidad.

De este modo, se aplicaron entrevistas a doce personas adultas, con el objetivo de que los actores pertenecientes al espacio percibido y vivido proporcionaron los datos concernientes a su vinculación o su desvinculación con el espacio urbano, su identidad y sus prácticas cotidianas: nadie mejor que los actores involucrados para hablar de un espacio social y territorial en particular. Con base en lo planteado por Saucedo et al. (2009), se aplicaron modelos de entrevista semiestructurada para tener la libertad de cuestionar al entrevistado, de tal forma que, a pesar de tener un guión de entrevistas, se tuvo la facilidad para hablar sobre temas que interesan, o bien, omitir algunos temas, de acuerdo con el diálogo surgido.

Las entrevistas se realizaron a posteriori a la observación participante de la muestra, donde se evaluaron distintos subsistemas que conforman el objeto de estudio; es decir, los pertenecientes al espacio percibido y vivido, interpretado por los participantes que tuvieran disposición para hablar sobre el tema de identidad, historicidad y lugaridad, así como sobre sus tradiciones, con el fin de reconocer:

a) Las prácticas socioespaciales que sustentan la identidad (aceptada o negada).

b) La ubicación territorial de fronteras y aspectos que fomentan la segregación.

c) El relato identitario de continuidad o ruptura.

d) La historicidad del pueblo y la memoria de los actores.

La finalidad de este comparativo e integración de información fue mostrar cómo ciertos lugares se encuentran franqueados por la falta de empatia, lo que lleva a no escuchar al otro y actuar sobre conjeturas que ponen en duda las intenciones de los demás actores. En resumen, la tarea consistió en dilucidar si existía una displicencia por ciertos lugares y reconocer si este efecto de desdén o por prejuicios, necesariamente, los convierte en espacios de conflicto, que se constituyan en lugares de no-encuentro.


Resultados

Los contrastes y las comparativas resultantes de las entrevistas evidencian una clara alternancia entre las respuestas dadas en un poblado y el otro respecto a su propia definición de sus identidades locales, a la vez que su conceptualización de la lugaridad y la pertenencia.

La respuesta a la dicotomía analizada fue que la categoría de no-lugar depurado —es decir, único y distintivo— es el Pueblo Mágico de Metepec y en contraste, el no-lugar, lugar negado y ascético, de irrelevância o inapetencia, fue San Lucas Tepemajalco.

Son palpables la falta de identificación y el desapego vistos a partir de la integración relacional, así como una falta de historicidad para ambas poblaciones. Existe poca claridad en cuanto a la negación del lugar como forma contraria al no-lugar.

Algunas frases de los entrevistados que resultaron muy significativas fueron divididas en dos grupos. Las primeras corresponden a la imagen y el apego al lugar. En segundo término, están las relativas a la identidad y las costumbres.

En cuanto a la imagen y el apego por el espacio urbano, las personas respondieron:

[...] Es obvio que la gente vaya a pueblos mágicos, pues son los que turísticamente llaman más a atención, aunque no me gusta que todos parezcan tener la misma temática, con letras grandes de colores, las casas pintadas con colores chillantes, es una imposición [...]

[...] bueno, en otros pueblos (se refiere a los que no son pueblos mágicos) hay descuido en las calles, así como en servicios públicos, esto porque están asociados a un flujo de personas que no tienen cultura cívica o que no les preocupa su pueblo [...]

[...] de los pueblos, me agrada que la gente es cálida, que las cosas son baratas, los alimentos tienen un sabor peculiar, que sus fiestas incluyen a toda la población y que son lugares con mucha historia, los carnavales y su capacidad para enterarse de problemas de la comunidad por medio del chisme [...]

Respecto a las tradiciones e identidad, comentaron:

[...] Me gustan sus tradiciones y los modos de vida que son distintos, a los cuales uno gustosamente se adapta y se enamora, ya que en la ciudad se han perdido o desvalorizado [...]

[...] a veces también nos referenciamos con las costumbres y artesanías que se hacen en los pueblos, yo sé que el oficio de tallar la madera y elaborar los juguetes de madera inició en San Lucas, pero ahora el reconocimiento actual de esas artesanías solo lo tienen los de San Antonio, ya hasta tienen su museo [...]

[...] Sí, porque me motiva conocer las tradiciones y costumbres de ese lugar, una escapada a este tipo de pueblitos siempre cae bien para salir de la rutina o simplemente conocer otros lugares diferentes al tuyo, cuando me jubile me iré a vivir con mi mujer a un pueblito pintoresco de estos (risas) [...]

Cabe mencionar que el recorrido de observación y las notas de campo sobrepasaron de manera significativa los pueblos estudiados; entrevistando así a los toluqueños, hubo comentarios recurrentes como: "Pues aquí la situación está tan difícil que el centro es el último lugar que elegiría para salir con mi familia", "No es por nada pero el centro me da flojera, primero porque hay mucha gente y segundo la inseguridad"... Es lamentable saberqueoriundosde laciudad de Toluca también expresan displicencia por recorrer los portales de la ciudad y por encontrar figuras importantes en foros académicos, aludiendo siempre la recurrente frase de "vivir la ciudad" y nunca verlos vivirla.

De tal suerte, pues, se fue conformando un escenario diverso y complejo, donde se percibió un carácter opalescente de espacios que impiden uniformizarei estudio bajo una clasificación única y determinante en cuanto al habitar cotidiano. Por tal razón, se proponen tres secciones, que permiten visualizar con mayor claridad la síntesis del estudio:

• Pensar los lugares más allá de la plasticidad turística.

• El no-lugar como mosaico complejo y su injerencia en la organización de símbolos de identidad.

• Vivir los lugares como acto de fe.


Discusión

A partir de nociones de lugar, depuradas y consensuadas, es como los lugares mantienen su pervivencia; sin embargo, un hallazgo pertinente a esta investigación radicó en que existe —y es posible imaginarse— la realidad socioespacial con disensos y negaciones. Conforme a los testimonios y la recogida de datos, se obtuvo que cuando hay más experiencias de lugares depurados es más fácil encontrar no-lugares en cualquiera de sus variantes. De esta manera se puede pensar en un punto de partida consensuado y al mismo tiempo, de desacuerdo. La presencia del rechazo en los no-lugares abre la puerta al conflicto, lo que no es esencialmente negativo.

Por lo antes expuesto, la pugna es desechar la condena perceptiva a ciertos lugares; la desprolijidad opera metafóricamente como una frontera y pese a su carácter imaginario y fugaz, la percepción penetra en el cuerpo y en las emociones, y así el desprecio o el desapego, a raíz de esta percepción condenatoria —ya sea fonética o de desaliento—, empiezan a ser una —marca distintiva— hablando del espacio de vida y al mismo tiempo, del acostumbramiento al desdén de propios y extraños, lo que, a su vez, lleva a una política de las emociones —haciendo referencia a pueblos mágicos y no-mágicos— que "anestesia". La imagen de los lugares lato sensu es relativa; es decir, no hay bueno ni malo: solo lo que es.

En paralelo a esa idea de lugar depurado, y como complemento, se observó aparecer con frecuencia otro discurso, centrado casi en ese mismo concepto de habitabilidad del espacio; pero este, de manera espectral o fantasmal. Hablamos de los no-lugares, de amplio espectro imaginario y con una involuntaria manera de transgredir las actitudes y las ideas de los extraños —incluso, de algunos propios—, pero con nociones de lugaridad iguales a las de espacios depurados, o mucho más ambiciosas todavía.

En este caso, los no-lugares pasan a concebirse como la construcción de un valor ideológico en el que, a la vez, se materializan diversas condiciones abstractas como la civilidad, la convivencia, la interacción, los consensos y otros valores políticos, tal vez ya caducados, pero definitivamente centrales. Un escenario en el que se ven fluir a una casi ordenada masa de seres iguales que hacen uso de un espacio para ir y venir de trabajar, tal vez en el campo, vendiendo artesanías o, simplemente, perdiendo el tiempo en la calle en sus ratos libres; personas despreocupadas en un paraíso de civismo. Se da por descontado que en ese territorio no corresponde expulsar o negar el acceso a cualquier persona capaz de atreverse a interactuar con los extraños y los no tan extraños.

En una aparente contradicción, tal supuesto abandono de los no-lugares por parte de las administraciones localesy los gobiernos—que, se supone, tienen la responsabilidad de brindar orden y seguridad—, el bien común, para los lugareños, están siendo del todo incompatibles con los intereses de las personas.

Vivir los lugares es, entonces, un acto de fe; en lenguaje spinoziano, un constructo en el que cada ser humano se ve reconocido en un entorno natural y afable en relación con los otros, independientemente de su carga simbólica o política; son una suerte de personas que se vinculan a partir de pactos reflexivos permanentemente resignificados. Ese lugar, entonces, es la base misma sobre la que se asienta la posibilidad de una vivencialidad democrática, lo que remite a constantes nociones de lugaridad que deben verse cumplidas, pues cuando una persona llega a presenciar un lugar física y simbólicamente, trata, por sentido común, de adquirir información acerca de este, le interesa lo que ofrece culturalmente, o si hay lugares accesibles para pernoctar, su competencia, su identidad, entre otras. Parte de esta información ayuda a definir un contexto permitiendo saber de antemano lo que se espera de un lugar. Por último, el no-lugar no es un concepto, sino, más bien, una razón que posibilita la vivencia de los lugares lejos de tergiversaciones, la esencia del no-lugar es la capacidad para interactuar con los otros, con los migrantes, con los desconocidos, como mero acto de fe.


Conclusiones

La comparación entre un pueblo depurado y un pueblo ascético generó grandes premisas e interrogantes que continúan motivando la investigación. Por un lado, la idea de que los lugares depurados representan un esfuerzo hegemónico del habitar con altas potencialidades para fomentar la cultura y la tradición; por otro, el lugar ascético, invisibilizado, bien parece un espacio inexistente y territorialmente dimensionado por la lejanía. Estas disertaciones dieron origen al supuesto de que algunos pueblos del estado de México, posiblemente, tienen una identidad de lugar negado, debido a las condiciones de desconocimiento y desaliento, de tal manera que la integración de la mirada holística del colectivo posibilitó su visibilización para reflexionar la negación y la arquitectura del distanciamiento.

Concretamente, explica Nava (2019), el hecho de considerar a estas identidades de lugar "apócrifas" conlleva aceptar que los procesos complejos de relacionalidad en los lugares posibilita la aceptación social para reconocerlos; además, permite pensar que ciertas características específicas o singulares de ciertas poblaciones se develan de manera significativa para dejar claro que también forman parte de la cultura y de las tradiciones de los pueblos originarios en el Estado de México.

Las memorias del modo de habitar son construcciones intersubjetivas asociadas a procesos de apropiación o expulsión del espacio vivido que el sujeto reconstruye, resignifica e identifica en el presente como parte de su propia historia de lugaridad. En esta investigación se entrelazaron sensibilidades que implican conocer el mundo por y a través del cuerpo7: qué recordamos y cómo lo recordamos, diferenciación, vivencias, impresiones, formas de mirar y oler que operan como conocimientos sensibles trazando la urdimbre del pasado, el presente y el futuro.

Fue notorio el desarraigo en los diferentes actores a un determinado lugar, ya que aparecía como un puente sensible, que permitió darle un giro teórico a esta idea del no-lugar, de tránsito, augeana; la lugaridad, es una práctica tanto físico-biológica como histórico-social. El desaliento recordado por los entrevistados como componentes sustantivos de un modo de habitar de la segregación señalarían que el acostumbramiento de vivir en la periferia forma parte de una economía política de la moral vinculada con la reproducción de los cuerpos negados de ayer, hoy y mañana, pensando que la economía política de la moral es un concepto que nos impone formas adecuadas y no adecuadas de sentir.

Por otro lado, se reflexionó que para poder hacer un análisis de la lugaridad, los no-lugares y otras nociones de la espacialidad, primero se debe considerar que los espacios públicos han sido y continúan siendo, privilegiadamente, para la actividad masculina. La percepción del espacio urbano es muy distinta para hombres y mujeres, independientemente de que estas trabajen fuera del hogar o no (Soto, 2011); es decir, la mujer está desdibujada dentro de las ciudades.

Con el fenómeno de globalización, no siempre se van mejorando las condiciones de convivencia y seguridad ciudadana para constituir la denominada ciudadanía multicultural, según Serrano y Rojas (2012), lo que se convierte en un referente donde se discuten temas sobre lo ecológico, lo racial, lo laboral, lo cultural y el género, entre otros; sin embargo, continúa la violencia de género, ya que siguen aumentando las agresiones, los acosos y los delitos sexuales, entre otros tipos de violencia urbana. Estas geografías emocionales del miedo, según Soto (2018, p. 21), "requieren poner la atención en las diferentes experiencias afectivas de las mujeres en los entornos urbanos; las dimensiones espaciales físicas y subjetivas serían inseparables". Bauman (2004) señala que la modernidad líquida es una era de desterritorialidad, en la que todo es inestable: como el amor, la sociedad, el miedo y los vínculos humanos, y donde el concepto casa de los hombres y las mujeres actuales se aproxima cada vez más a un motel; quizá, un lugar negado.

Las ciudades constituyen una complicada trama material y simbólica en permanente construcción. Las geógrafas feministas han considerado a las referencias espaciales la base de las nuevas reconceptualizaciones identitarias ubicando a las ciudades como escenarios estratégicos para pensar la alteridad, y han planteado una apertura a los procesos simbólico-culturales de la vida social (Bondi & McDowell, en Soto, 2011), advirtiendo así, la complejidad y la heterogeneidad urbana, de tal manera que nos revelan la necesidad de comprender la percepción, la valoración y la acción de los sujetos históricamente situados.


Contribuciones

En cuanto a las contribuciones para la publicación de este artículo, el marco teórico fue de Carolina Serrano Barquín; la investigación de campo, de Fernando Nava La Corte; el marco metodológico, de Héctor Serrano Barquín, y la integración y la revisión del artículo, de Patricia Zarza Delgado.



Notas

1 Tesis doctoral de Fernando Nava La Corte, cuyo título es: Resignificación de la noción del no-lugar. Apuntes para un modelo de integración identitaria y relacional en Toluca, México. Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Autónoma del Estado de México (2019).

2 Gutiérrez Lloret (2017) se refiere al paisaje evanescente como aquel que resulta un tanto oculto, así como un lugar en la memoria colectiva recreado con base en tópicos que en ocasiones resultan incomprensibles; son lugares comunes que aluden a una memoria sensorial perdida, poblada de míticas evocaciones. Mientras, Andermann (2013) plantea un análisis crítico sobre el paisaje como forma significante en la modernidad, en tanto crisis de las relaciones entre espacio y lugar.

3 Según el reconocido análisis de Marc Auge (2000), son no-lugares en la medida en que su principal vocación no es territorial; no consisten en crear identidades singulares, relaciones simbólicas y patrimonios comunes, sino, más bien, facilitar la circulación. Rara efectos de esta investigación se reconceptualiza esta noción como lugar negado.

4 En los últimos años, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han sido una manera eficiente de estar cerca de posibles destinos depurados, donde la red o la tecnología suelen ser una de las herramientas que tienen las personas para conocer, valorar o arraigarse a un lugar determinado.

5 Habitat, para Saldarriaga (2019), significa el conjunto de condiciones naturales que incurren sobre una especie, y el lugar mismo en que se desarrolla dicha especie. Se utiliza para definir los modos y los lugares de agrupamiento de las viviendas humanas, y que deviene en el habitat urbano y rural, o bien, el disperso y concentrado.

6 Este término alude a un rasgo compartido por todos los sujetos sociales, y por ello es un componente básico de la identidad. Unas importantes fuentes de esos significados provienen de prácticas concretas y del contexto físico o el efecto de lugar (Bourdieu, 1999, p. 123).

7 La condición de no-pertenencia de los cuerpos y de los espacios que habitan puede ser comprendida, entonces, como un síntoma; pero también, como un mensaje del andamiaje de dominación sobre el que se fundan las políticas de las sensibilidades que se configuran en los lugares, entendiendo así a los lugares como un paisaje sensible total.



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