https://doi.org/10.14718/revarq.2023.25.3176


Segregación residencial socioeconómica en Latinoamérica. Una visión crítica del concepto

Socioeconomic residential segregation in Latin America. A critical view of the concept


Abel Giovani Galván-Farías 1
Marina I. De la Torre 2

1 Arquitecto, Universidad de Colima. Colima (México).
Maestría en Arquitectura (área de urbanismo), Universidad de Colima. Colima (México).
Actual integrante del Programa Interinstitucional de Doctorado en Arquitectura, ofrecido por el trabajo conjunto de la Universidad de Colima, la Universidad de Guanajuato, la Universidad de Aguascalientes y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Universidad de Guanajuato. Guanajuato (México).
División de Arquitectura, Arte y Diseño, Programa Interinstitucional de Doctorado en Arquitectura.
0000-0003-2244-8669.
|abelggalvan@gmail.com

2 Universidad de Guanajuato. Guanajuato (México). División de Arquitectura, Arte y Diseño
Arquitecta, Universidad Nacional de San Juan, San Juan (Argentina).
Máster en Arquitectura, Universidad Nacional de San Juan, San Juan (Argentina).
Doctor en Arquitectura, Universidad de Guanajuato, Guanajuato, (México).
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel II, del Conacyt, CDMX (México).
Docente e investigadora, Departamento de Arquitectura, División de Arquitectura, Arte y Diseño, Universidad de Guanajuato, Guanajuato (México), y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad De La Salle, León (México).
https://scholar.google.com.mx/citations?user=n2dXPIcAAAAJ&hl=es&authuser=1.
0000-0001-7948-6979.
marinadlt8@hotmail.co.


Recibido: 06 de Abril de 2020;
Revisado: 16 de Septiembre de 2020;
Aprobado: 09 de Febrero de 2023


Para citar este artículo / to reference this article: Galván-Farías, A. G., & De la Torre, M. I. (2023). Segregación residencial socioeconómica en Latinoamérica. Una visión crítica del concepto. Revista de Arquitectura (Bogotá), 25(2), 69-79. https://doi.org/10.14718/RevArq.2023.25.3176


RESUMEN

La segregación es un concepto polisémico, cuya definición adopta los sesgos propios del interés de cada disciplina. Sociólogos, geógrafos, antropólogos y arquitectos aluden a la segregación, tanto social y urbana como residencial, para referirse al mismo fenómeno. En tal sentido, se hace necesario un análisis teórico conceptual, en el que se identifiquen los elementos estructuradores del concepto, desde su sentido más elemental hasta sus específicas determinaciones. Con tal fin, se acomete una revisión descriptiva del conocimiento acumulado en relación con el tema mencionando consensos y discrepancias entre sus referentes teóricos más importantes. La consideración del fenómeno en el contexto social y urbano de las ciudades latinoamericanas actuales es una constante en el desarrollo del presente artículo.

Palabras clave: ciudad; diferenciación social; fragmentación urbana; modernización; planificación urbana; sociología urbana


ABSTRACT

Segregation is a polysemic concept, whose definition is biased according to the interests of each discipline. Sociologists, geographers, anthropologists, and architects allude to segregation both social, urban, and residential, to refer to the same phenomenon. In this sense, a conceptual theoretical analysis is necessary for which the structuring elements of the concept are identified from its most elementary sense to its specific determinations. To this end, a descriptive review of the accumulated knowledge on the subject is undertaken, mentioning consensus and discrepancies among its most important theoretical references. The consideration of the phenomenon in the social and urban context of current Latin American cities is a constant in the development of this article.

Keyword: city; modernization; social differentiation; urban fragmentation; urban planning, urban sociology


Introducción

La segregación se ha venido perfilando, a través de una serie de revoluciones urbanas , como una característica intrínseca a las ciudades contemporáneas, independientemente del tamaño, en términos de superficie que estas presenten. Sin embargo, explicarla se ha vuelto una labor compleja, pues, aunque el concepto ha sido analizado por diversos autores en repetidas ocasiones, sigue siendo controversial en la actualidad, y causa confusión al implementarse más de un término para referirse al mismo fenómeno. Esto sucede debido a la variedad de perspectivas que admite y a las continuas modificaciones en las dinámicas sociales y urbanas de las ciudades modernas, detonadas, en parte, por la globalización. Es decir, a la segregación se la puede entender en un sentido sociológico, geográfico, urbano o antropológico e, incluso, más de uno a la vez, dependiendo de los objetivos del investigador.

De esta forma, la segregación y cada una de sus variantes conceptuales tienen que ser comprendidas de acuerdo con las lógicas socioespaciales del mundo contemporáneo, y es en las ciudades latinoamericanas donde el fenómeno se expresa con mayor intensidad cuando se le atribuye la cuestión económica (Rodríguez Vignoli, 2001; Sabatini, 2002), motivo por el cual surge el interés en clarificar a qué se refiere específicamente la segregación residencial socioeconómica (SRS). El análisis teórico-conceptual de la segregación se vuelve una herramienta para dilucidar las características particulares que guarda cada una de las formas como se presenta dentro del ámbito urbano; principalmente, cuando requiere observarlas a una escala menor que la urbe en su totalidad.

Se propone, específicamente, el desarrollo de los conceptos segregación, segregación urbana (SU), segregación residencial (SR) y SRS, ya que es imprescindible entender bajo qué condiciones se tiene un tipo u otro de segregación, y cómo cada uno tiene efectos distintos sobre el territorio urbano. Algunos autores que se han posicionado como referentes en el estudio de la temática y estructuran la base teórica del documento son Sabatini (2000, 2002, 2006), Rodríguez Vignoli (2001), Duhau (2003), Rodríguez y Arriagada (2004) y Cortés (2008), quienes se han ocupado, desde distintos enfoques, de analizar cuál es la forma más adecuada de entender la segregación.

Metodología

Para establecer el concepto más adecuado de segregación, se parte de una revisión teórica y conceptual que permite comprender bajo qué condiciones se hace referencia a un tipo u otro de segregación. Se trata de un análisis crítico, del cual se obtienen las bases para determinar en qué momento la segregación se convierte en SU, SR o SRS. Como primer paso se hace una recopilación de los autores más representativos en la temática, teniendo especial cuidado en integrar aquellos que son clásicos y de alta relevancia: por ejemplo, Duncan y Duncan (1955) y Massey y Denton (1988).

El fenómeno de la segregación, en general, comenzó a ser estudiado con mayor énfasis a partir del surgimiento de la Escuela de Chicago, a principios del siglo XX, lo cual abrió la posibilidad de verificar cómo ha venido evolucionando su conceptualización. Esto permite comparar los elementos que en un inicio caracterizaban a la segregación, y cuáles son los que lo hacen hoy en día, pues, de acuerdo con Schteingart (2010, p. 349), los términos modernos carecen de contenido social y no se los explica adecuadamente.

La bibliografía se organiza a partir de los diferentes enfoques con que se analiza el tema. Desde la sociología sobresalen los trabajos de White (1983), Rodríguez Vignoli (2001) y Kaminker (2015); en el urbanismo, lo hacen Sabatini (2000; 2002; 2006), Rodríguez y Arriagada (2004) y Schteingart (2013); desde la geografía, Martori et al. (2006), Álvarez (2009) y López Trigal (2015), y desde la antropología, García Canclini (2005), Cortés (2008) y Checa-Olmos et al. (2011). La recopilación multidisciplinaria de trabajos exhibe las distintas posturas adoptadas respecto a la definición de segregación, y posibilita estructurar un término que conserve los elementos clave que la expliquen.

Posteriormente, se hacen el análisis y la interpretación de los criterios que, desde las distintas disciplinas, se proponen para conceptualizar la segregación, y dos de sus variantes, en las que sobresalen la residencia y la capacidad económica de los habitantes, como elementos diferenciadores. Se observan las similitudes y las diferencias, a fin de homologarlas en un concepto capaz de sintetizar las múltiples acepciones que se le dan al fenómeno.

Finalmente, se estructuran conceptos para la segregación, la SU, la SR y la SRE. Cada una de las definiciones guarda estrecha relación con las dinámicas socioespaciales de las ciudades contemporáneas, en las que se observa una tendencia hacia la reducción de la escala de los procesos segregativos. Asimismo, se intenta clarificar las particularidades que las distinguen entre sí, a fin de lograr un entendimiento y un uso adecuados de cada concepto cuando se estudia el tema.

Resultados

El concepto de segregación

La noción de segregación , sin acepciones adicionales, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, viene del latín segregatio, y hace referencia a la acción de separar, apartar o aislar algo o a alguien de otra u otras cosas o personas. Desde un enfoque sociológico, Rodríguez Vignoli (2001) menciona que la segregación puede ser entendida como "la existencia de diferencias o desigualdades dentro de un colectivo y a la separación de los sujetos en categorías que tienen cierto grado de distinción jerárquica" (Rodríguez Vignoli, 2001, p. 13).

La segregación remite a una noción de separación o distanciamiento de una parte del todo o, hablando en un sentido social, a la separación de una sección de la sociedad, identificada de forma singular del resto del conjunto social donde interviene algún grado de superioridad o inferioridad. Así, al hablar de segregación social, automáticamente está implícita la subdivisión de la sociedad, la cual requiere un medio para expresarse; y es ahí donde el territorio urbano toma su papel principal.

Bajo la óptica de la geografía López Trigal (2015, p. 547), señala que el término remite más a una idea de cercamiento. Se aprecia que la dificultad para analizar la segregación empieza desde su conceptualización. Mientras que para algunos se relaciona con una cuestión de separación, otros lo toman como una noción de cercanía. La diferencia entre ambos está en que al hablar de cercanía nos aproximamos en un sentido positivo al fenómeno, donde la parte segregada estaría en posición de obtener alguna ventaja, en tanto que hablar de separación remite a un ámbito de negatividad.

A pesar de que en los dos sentidos la relación, en términos de distancia, está implícita, no aparece como un componente propio de la segregación. Su ausencia estriba en las dificultades conceptuales y operativas que supone introducirla. Además, no se ha dejado claro que la forma más viable de capturar la distancia sea mediante la extensión física, pues las distancias sociocultural o temporal pueden llegar a ser más relevantes (Rodríguez Vignoli, 2001, p. 13).

Desde la sociología urbana, para Schteingart (2010, p. 349), la segregación es "el grado de proximidad espacial de las familias que pertenecen a un mismo grupo social y la distancia con otros grupos". Aliaga Linares y Álvarez Rivadulla (2010, p. 6) la entienden como la separación espacial entre diferentes grupos de población. Asimismo, Rodríguez y Arriagada (2004, p. 6) la exponen como las formas de desigual distribución de grupos de población en el territorio. Nuevamente, se aprecian los sentidos positivo y negativo en la forma de referirse a la segregación mediante los adjetivos de proximidad y separación, a los que se añade uno nuevo, que tiene que ver con la desigualdad.

Así pues, queda evidenciado que el concepto de segregación por sí solo ya integra las cuestiones social y espacial, y ello hace innecesario el acompañamiento de la expresión "socioespacial" al analizarla. A menos que se requiera estudiar a la sociedad o al espacio urbano de forma independiente, sí es necesario hacer la especificación, si se tiene segregación social o segregación espacial. Hasta este momento, se ha hablado de una diferenciación de grupos sociales, sin especificar alguna característica que los distinga, lo cual es el principio fundamental para comprender de forma correcta la segregación. Sin embargo, al mezclar los aspectos social y espacial, e integrar más elementos de especificidad, la segregación adquiere otros sentidos, que es necesario explicar.

Segregación urbana

En el sentido más amplio, la noción socioespacial de la segregación tiene su expresión más clara en el conjunto urbano, y justamente por esta cualidad, se la conoce como SU. En ese contexto, la segregación remite a las diferentes formas de ocupación del espacio urbano por parte de la población, sin especificar si se trata de residencia, actividad económica o cualquier otro uso. Duncan y Duncan (1955, p. 211), sociólogos clásicos en la temática, conciben a la SU desde una perspectiva de uniformidad, como el desequilibrio entre proporciones de población con cualidades diferidas reflejadas en el territorio urbano.

A diferencia de lo anterior, White (1983, p. 1009) comienza a tener una visión más amplia, cuando señala que la SU puede entenderse en dos sentidos. Desde la sociología, se refiere a la ausencia de interacciones, mientras para la geografía se trata de la desigualdad en la distribución de los grupos sociales en el espacio físico. La cuestión social y espacial se mantiene, pero no se delimita un tipo específico de segregación más allá de la ciudad en general, y fragmenta, por tanto, el espacio urbano a escala macro.

Aunque también existe la segregación rural, esta ha sido abordada en menor medida. Al respecto, se tiene como ejemplo el trabajo de Montes Velázquez (2017). Sin embargo, hay una preocupación superior por la complejidad y la malignidad que ha adquirido la segregación en el interior del espacio urbano, el cual se sigue extendiendo hacia las periferias y modificando los patrones tradicionales de distribución poblacional.

Desde el enfoque sociológico, Castells (1974, p. 204) añade que la SU es una "tendencia a la organización del espacio en zonas de fuerte homogeneidad social interna y de fuerte disparidad social entre ellas, entendiéndose esta disparidad no sólo en términos de diferencia, sino de jerarquía". De acuerdo con Tun Chim (2015, p. 34), la definición anterior hace referencia a una cuestión tenden-cial, pues no se trata de un fenómeno estático, sino que responde a una estructura social de un contexto histórico determinado.

De esta manera, hablar solo de diferencias, sin incorporar las partes jerárquica y cambiante, impediría entender a lo que realmente se refiere la SU. Entonces, este tipo de segregación se produce cuando hay concentración de ciertos tipos de población en un territorio urbano determinado (McKenzie, 1967, p. 297). Al respecto, Bourdieu (2002) señala:

En una sociedad jerárquica, no hay espacio que no esté jerarquizado y no exprese las jerarquías y las distancias sociales, de un modo (más o menos) deformado y sobre todo enmascarado por el efecto de naturalización que entraña la inscripción duradera de las realidades sociales en el mundo natural. (p. 120)

Groisman (2010, p. 432) menciona que una de las consecuencias más negativas de la segregación es que sitúa a los estratos sociales en un contexto de socialización uniforme, que propicia la naturalización de las diferencias en la estructura social. Tanto Bourdieu (2002) como Groisman (2010) hacen explícito que la ocupación desigual del espacio se vuelve cotidiana, en el entendido de que es una condición ligada al capital económico de los sujetos.

Tun Chim (2015, p. 34) plantea que la SU debe entenderse como un fenómeno de diferenciación entre las relaciones de la estructura social y el espacio urbano, y que implica una jerarquía de los grupos sociales. Habla, además, de dos componentes que la conforman, y que están altamente relacionados: la falta de interacción entre grupos sociales y la distancia física, y por ello se tendría que hablar, más aún, de segregación urbana socioespacial.

Sin embargo, considerando que la segregación es entendida en ambos sentidos (social-espacial), y que el uso de la palabra sin "apellidos" que la acompañen remite a la separación de sujetos u objetos del resto de un conjunto, referirnos a una SU socioespacial sería redundante, pues se sobreentiende que en la segregación interactúan las cuestiones social y espacial. De esta forma, lo apropiado es hablar solamente de SU para indicar que se trata de la que se desarrolla en el ámbito urbano, pues, evidentemente, nos seguimos refiriendo al conjunto de relaciones asimétricas entre sociedad y espacio urbano, que provoca ausencia de interacción social y de ubicaciones geográficas específicas en la ciudad vista de manera global; pero el concepto queda acotado, y ello facilita su comprensión.

Continuando con el enfoque sociológico, Duhau (2003) y Schteingart (2010) hacen una crítica al uso del concepto de SU, pues indican que, debido a la escala territorial a la que se refiere, el fenómeno tendría que ser entendido como división social del espacio. El concepto de segregación será adecuado en la medida en que los estudios socioespaciales tengan un nivel de desagregación mayor, por cuanto es a escalas menores donde realmente se podrá hablar de segregación. Sin embargo, hablar solo de división social del espacio queda muy lejos de representar las interacciones que se dan entre ambos componentes: sociedad y territorio.

Para Schteingart (2010, p. 349), la SU remite a los grandes lineamientos de la organización del espacio urbano, mientras que Duhau (2003) la interpreta como "las diferencias existentes en la localización intraurbana o intrametropolitana de diferentes grupos... relacionadas fundamentalmente con el mercado inmobiliario, es decir, el costo de la vivienda." (Duhau, 2003, p. 177). Se puede apreciar cómo en estas conceptualizaciones se agrega un elemento que merece la pena resaltar: el costo. Habitar las distintas áreas de la ciudad conlleva diferencias en los costos, dependiendo de su prestigio; luego, no todos pueden acceder a las mismas zonas, porque no están en la misma posición dentro de la escala socioeconómica.

Por otra parte, Aliaga Linares & Álvarez Rivadulla (2010, p. 6) exponen que a medida que la segregación se intensifica, la homogeneidad de las áreas espaciales aumenta. Por el contrario, la segregación será menor si la heterogeneidad es la que predomina. Sin embargo, aunque la jerarquía de los grupos sociales es importante, no se vuelve la única determinante de la segregación urbana, por cuanto en las ciudades pueden existir grupos que pertenecen a la misma escala social, pero distinguidos por alguna cualidad cultural. Son De Queiroz Ribeiro & Dos Santos Junior (2003) quienes han resaltado esta dimensión inmaterial de la SU relacionada con el empoderamiento y el desapoderamiento de los grupos sociales en razón de su localización en el espacio urbano.

No obstante, para Saraví (2008, p. 95), la segregación espacial urbana puede entenderse como una dimensión específica de un proceso general de diferenciación social, lo que admite múltiples criterios a partir de los cuales puede tener lugar. Igualmente, para De Queiroz Ribeiro et al. (2015, p. 32), la SU se convierte en un modelo de organización espacial dominado por los contrastes y las jerarquías que han emergido en las grandes ciudades. La diferenciación de las clases sociales es transformada en separaciones físicas y simbólicas que dificultan la sociabilidad e intensifican la fragmentación del espacio urbano. Sabatini (2006, p. 8) añade que la segregación espacial se convierte en un recurso al que apelan los grupos de población para afirmar sus identidades sociales.

Hasta ahora, la atención se ha concentrado en la postura sociológica. Desde esta línea de apreciación, sobresale el hecho de que la segregación es resultado del distanciamiento o la fragmentación sociales que existen en el espacio urbano, lo cual deriva en localizaciones específicas para cada grupo. Asimismo, es recurrente la percepción de que este tipo de segregación debe ser observada bajo una escala macro de análisis. Es decir, la segregación urbana, forzosamente, va a involucrar a la totalidad de una ciudad y la manera como los grupos sociales se distribuyen en el espacio urbano, dividiéndolo o fragmentándolo.

Ahora bien, desde la geografía urbana, Levy y Brun (2000, p. 154) mencionan que, independientemente del nivel de desarrollo económico, la segregación concierne a las incidencias de la división administrativa y de la organización territorial del poder en los conglomerados urbanos, de forma que son las anomalías de las relaciones de la estructura social y las posiciones de poder las que, expresadas de forma territorial, dan paso a la SU.

Por su parte, Alegría (1994, p. 415) explica la segregación como "la separación o adyacencia espacial entre grupos sociales y no de los grupos respecto a cualquier otra entidad urbana". Si bien constituye un esfuerzo por esbozar una definición que simplifique la complejidad que comprende la segregación urbana, no es del todo acertada, por cuanto esa lejanía o esa cercanía suceden inevitablemente dentro y entre dos o más entidades urbanas, por lo que, de forma obligatoria, la separación de los grupos sociales estará determinada, sí, respecto a otros grupos, pero también, respecto a las unidades espaciales que los contienen.

Así, la localización espacial se vuelve un sistema de asignación de usos residenciales del suelo que no es independiente de los mecanismos de la segregación, y es determinada, en mayor medida, por la posición de las personas en la estructura económica. Ante esto, Harvey (1990, p. 223) menciona que el capitalismo promueve la continua relocalización espacial de las estructuras sociales en la búsqueda de sitios de mayor prestigio.

Suárez Bonilla y López Irías (2016, p. 61) explican la segregación urbana como un tipo de segregación socio-territorial que expresa las desigualdades a través de la población urbana; principalmente, aquellos que son excluidos del mercado formal de suelo y vivienda por sus escasos recursos. Con mirada antropológica, García Canclini (2005, p. 59) menciona que esas diferencias económicas entre estratos adquieren su significado en relación con otras formas de poder, como las simbólicas. No obstante, en las sociedades actuales es casi generalizado que las condiciones económicas gobiernen sobre cualquier otra.

Finalmente, Castells (1974, p. 204) expone, que si bien la SU se trata de una tendencia general, no es capaz de explicar por sí misma la composición del espacio residencial de una aglomeración concreta. Es decir, la ciudad está conformada por el entrelazamiento histórico de varias estructuras sociales y espaciales, lo cual deriva en tipos específicos de segregación que deben ser analizados particularmente, para entenderlos en todo su espectro.

De acuerdo con la discusión teórica precedente, es posible referir que la SU puede ser entendida como las diferencias en las relaciones territoriales de los múltiples grupos sociales con el conjunto de la ciudad, sin indicar una cualidad específica que delimite a dichos grupos.

En términos más sencillos, se trata de la desigual distribución territorial de los sujetos con distinta posición en la escala social. De esa manera, analizar las relaciones del aparato social con la estructura urbana considerando la totalidad de un territorio implicará todo el repertorio de acciones de cualquier ámbito que ahí sucedan: económicas, habitacionales o comerciales, entre otras.

Segregación residencial

En términos sociológicos, Rodríguez Vignoli (2001) expone que la segregación territorial, donde se inserta la SR, "es una modalidad específica de la segregación, en la que las categorías que separan a los individuos se refieren a su localización geográfica" (Rodríguez Vignoli, 2001, p. 13). De acuerdo con Checa-Olmos et al. (2011, p. 220), la diferenciación residencial se ha convertido en una constante en todo proceso de configuración urbana dibujando las desigualdades sociales y las fronteras territoriales que separan a los grupos poblacionales. Entonces, para que exista SR, además de las disparidades en el conjunto social, debe estar enmarcado el tema geográfico, y así construirse una dialéctica entre sociedad y espacio residencial.

Para Tun Chim (2015, p. 37), la SR es considerada un tipo de segregación socioespacial, y por eso el tipo de segregación más adecuado para comprender las diferenciaciones que la estructura social tiene en relación con el espacio urbano. Desde su punto de vista, el fenómeno es entendido como "la separación física de dos o más grupos distintos en diferentes barrios" (Tun Chim, 2015, p. 37). Entonces, el territorio urbano, junto con el espacio residencial, se vuelve el medio más viable para entender las dinámicas de fragmentación social de orden urbano. Es cierto que en las ciudades es posible identificar zonas segregadas en términos económicos o funcionales, pero estas no permiten un análisis inmediato de la estructura social como lo hace la residencia, que es la mayor expresión de la localización de los grupos sociales en el territorio urbano.

Lo anterior es reforzado por Sabatini (2000; 2002; 2006) y Sabatini et al. (2001), quienes mencionan que la SR se trata de un fenómeno social característico de las ciudades contemporáneas; principalmente, de las de mayor tamaño, donde interactúa la dimensión espacial. Puede entenderse la SR como "la aglomeración geográfica de familias de una misma condición o categoría social, como sea que se defina esta última, social o racialmente o de otra forma" (Sabatini, 2002, p. 18). A esto, Massey y Denton (1988, p. 281) agregan que el fenómeno debe entenderse como multidimensional, por cuanto es capaz de presentarse en las dimensiones de uniformidad, de exposición, de concentración, de centralización o de agrupamiento.

Por su parte, Molinatti (2013) explica el mencionado fenómeno como la "existencia de desigualdades en la distribución de las localizaciones cotidianas de las personas o sus familias que residen en un determinado aglomerado urbano" (Molinatti, 2013, p. 68). Con el mismo enfoque social, Madoré (2005, p. 47) menciona que la SR sucede cuando existe diferenciación o desigualdad en la distribución espacial de la residencia de determinados grupos en el territorio de una ciudad, delineados por características como la raza, la etnia, los recursos económicos, la religión, la nacionalidad o cualquier otro.

Cortés (2008, p. 441) expone que el concepto de SR se conforma vinculando las definiciones de integración social y distancia física. La integración social se refiere a la mezcla social de clases socioeconómicas o de cualquier tipo en un mismo sitio, mientras que la distancia física es entendida como la cercanía o la lejanía entre grupos de distinta categoría social. Hasta este punto, los autores expresan que la SR engloba la diferenciación de grupos de población social y geográficamente, y tiene, por tanto, como determinante principal el sitio de residencia.

De acuerdo con Kaztman y Retamoso (2005, p. 132), además de la vivienda, el fenómeno tiene que ver con la segmentación en la calidad de los servicios de salud y educación a los que acceden las distintas clases sociales, lo cual perpetúa la concentración de los estratos más vulnerables en zonas degradadas del territorio urbano. Los procesos de SR transforman la morfología social del espacio urbano al modificar la composición social de los barrios; y al ser la población popular la más representativa cuantitativamente, su concentración geográfica causa homogeneidad social y la acentuación de la desigualdad en la distribución de las personas en el territorio urbano (Kaztman & Retamoso, 2007, p. 134) la escuela y el barrio sobre los aprendizajes, presenta modelos jerárquicos lineales que buscan aislar los efectos de cada uno de estos contextos. Resume los desafíos que plantean los resultados a los intentos de la educación uruguaya por disociar los logros de aprendizaje de los orígenes sociales y examina las respuestas de las autoridades del sector a esos desafíos. Por último, pasa revista a opciones de políticas para fortalecer el papel de la educación como ruta principal para la integración de las nuevas generaciones ante los nuevos problemas de segregación urbana. (Kaztman & Retamoso, 2007). Lo anterior abre una línea muy delgada entre segregación y gentrificación, si se toma en cuenta que ambos procesos alteran la composición socioespacial de los sectores de la ciudad (Sabatini et al., 2017, p. 230).

Por su parte, De Queiroz Ribeiro y Kaztman (2010, p. 161) abordan la SR como la concentración territorial de los segmentos más vulnerables de la sociedad, lo que desencadena la reproducción de la pobreza y las desigualdades. Añaden, además, el aumento de los procesos segregativos, como consecuencia de la segmentación del mercado del trabajo y la liberación del mercado de suelo, y que ambos han generado una tendencia al aislamiento de los grupos desaventajados; sin embargo, hacen énfasis en la población de escasos recursos cuando la segregación acapara a todos los estratos sociales por igual.

Con un enfoque más geográfico y urbano, el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (2012, p. 1) y Martori et al. (2006, p. 50) plantean que la SR indica el grado de desigualdad de la distribución de los grupos de población entre las diferentes zonas o unidades espaciales que conforman una ciudad. A diferencia de las conceptualizaciones con raíces sociológicas, se expone a la segregación sin considerar el aspecto social, sino solo la localización diferenciada de la residencia de los distintos grupos en el espacio urbano.

Asimismo, Clichevsky (2000, p. 8) define la SR como el distanciamiento y la separación de grupos de población de una comunidad. Puede ser localizada, cuando un grupo social se encuentra concentrado en una zona específica de la ciudad, o excluyente, cuando hay ausencia de integración de los grupos sociales en espacios que son comunes para varios de ellos.

Como se puede observar, se hace explícita la conjugación de las cuestiones social y espacial en las conceptualiza-ciones expuestas, y eso deja claro que la SR es un proceso que correlaciona las interacciones entre el espacio físico y los actores sociales. El fenómeno sigue siendo regido por la desigualdad y por algún grado de dominio, pero ahora, con una inclinación hacia el aspecto habitacional, que, además, puede alcanzar un mayor grado de especificidad.

Segregación residencial socioeconómica

Ahora bien, siguiendo con las distinciones, existen atributos que actúan como diferenciadores de los grupos de población que tienen una expresión territorial, y ello modifica el sentido que adquiere la SR. Desde la sociología urbana, Rodríguez Vignoli (2001, p. 14) identifica dos líneas de atributos. La primera está relacionada con la estratificación socioeconómica, donde sobresalen el ingreso, la educación y las condiciones materiales de vida. La segunda tiene que ver con la segmentación bio-sociocultural, donde se destacan el color de la piel, el idioma, la nacionalidad, la etnia, la religión y la casta.

Si se utiliza alguno de los primeros criterios, a la SR debe añadirse el calificativo de socioeconómica. Si se emplean los criterios relacionados con la cuestión bio-sociocultural, "la segregación residencial adquiere el apellido del atributo que diferencia la localización de las personas, es decir, segregación (residencial desde luego) racial, lingüística, étnica, religiosa, etc." (Rodríguez Vignoli, 2001, p. 14). Cuando los atributos socioeconómicos y los bio-socioculturales se encuentran interrelacionados, la segregación residencial adopta ambas nociones, y entonces, por ejemplo, tiene SRS racial, lo cual significará que estaremos analizando la distribución de los grupos de población por raza y, además, consideraremos la posición económica de estos.

En el mismo sentido, Suárez Bonilla y López Irías (2016, p. 55) opinan que al analizar los efectos que tiene la distribución espacial en la vida de las personas, es indispensable asociar el fenómeno a las diferencias económicas, culturales, sociales, e incluso políticas, entre los grupos que habitan las ciudades; en otras palabras, tipificarla de acuerdo con sus formas de expresión. La SR, como respuesta de las condiciones de inequidad social, es una cuestión tan amplia que se vuelve necesario acotarla para entenderla y tener nociones más claras de la interacción entre sociedad y territorio.

En América Latina, a diferencia de lo que sucede en países como Estados Unidos, donde hay una larga tradición de estudios enfocados en la SR racial, la atención ha estado centrada en la segregación residencial socioeconómica. Tal situación es comprensible, pues son las desigualdades sociales, de ingreso o clase, las que representan la mayor distinción en la estructura social de sus ciudades.

No obstante, Kaminker (2015, p. 1) reflexiona sobre la necesidad de descentrar los estudios latinoamericanos sobre SR de las lecturas mecánicas entre espacio y desigualdad social delineadas por el aspecto económico, por cuanto hay otras cualidades que merecen ser analizadas, como la raza o la etnia. Sin embargo, tomando la perspectiva de Martori (2007, p. 19), las variables culturales no explican las modalidades ni los niveles que adquiere la segregación; al menos, no con la misma intensidad que lo hacen la vivienda o el estatus económico.

Respecto a lo anterior, y con mirada antropológica, Nivón Bolán (2003, p. 26) asegura que, como efecto de la globalización, las ciudades modernas son cada vez más difíciles de delimitar. Esta condición, aunada a la liberación de los mercados de suelo y al control en la creación de vivienda por parte de las inmobiliarias, ha provocado que la segregación residencial se exprese principalmente por la situación económica de las familias, lo cual causa la conformación de estratos fácilmente identificables de acuerdo con su capacidad de adquisición material y su ubicación dentro de la ciudad, y hace casi imposible no concentrarse en la relación sociedad-economía-espacio.

Evidentemente, la jerarquía económica que presentan las estructuras sociales sobre la demás toma relevancia y, hablando en un contexto dominado por la desigualdad social, se convierte en el principal determinante de la SR. En este sentido, Castells (1974, p. 314) menciona que la organización social evoca demasiados campos y se refiere a demasiadas formas como para que no se haga obligatorio seleccionar ciertas características particularmente significativas para abordar un problema de esta índole.

Así, la clase social se vuelve un elemento vital para la reproducción de la SRS, y esta pasa a ser "el resultado del ejercicio del poder de la clase dominante sobre los mecanismos del mercado inmobiliario para obtener ganancias y asegurar la reproducción del sistema" (Tun Chim, 2015, p. 38). De esa forma, "dado que el mercado autorregulador lleva a los distintos grupos de ingreso a ocupar diferentes localizaciones, podemos considerar los modelos geográficos de la estructura residencial urbana como expresión geográfica tangible de una condición estructural de la economía capitalista" (Harvey, 1977, p. 285).

Retomando la sociología urbana, para Schteingart (2010, p. 349), la localización de grupos sociales en el espacio urbano es consecuencia de una compleja interacción de la estructura social, los procesos de producción del marco urbano construido -en particular, la intervención del Estado- y las preferencias particulares. No podemos considerar al sistema económico capitalista el único determinante de la segregación urbana, cuando, en realidad, hay una incidencia individual, familiar o colectiva en la decisión y la lucha por adquirir una localización específica en el espacio urbano, delimitada no solo por la acumulación de recursos económicos, sino también, por el capital social, cultural y humano.

Cabe entender que la SR es un fenómeno social vinculado con la cuestión espacial, que, para las ciudades latinoamericanas, tiende a referirse a la distribución de los grupos de población, dependiendo, en gran medida, de su capacidad económica, lo cual exterioriza las desigualdades a través de la ubicación de su residencia en el territorio. En el mundo actual, las divisiones sociales de la ciudad se han vuelto más complejas, y las barreras que impiden la interpolación de estratos no han desaparecido, sino que se han multiplicado constituyendo unidades espaciales más pequeñas y específicas, donde el factor segregador ingreso se ha reforzado (Nivón Bolán, 2003, p. 27).

Continuando con enfoque sociológico, para Saraví (2008, p. 95), la diferenciación de grupos de población según su condición socioeconómica es uno de los ejes más importantes y críticos de la SR en las sociedades contemporáneas. Es cierto que existen otros criterios de diferenciación social que pueden expresarse a través de la estructura espacial; sin embargo, la preminencia absoluta que ha alcanzado la condición socioeconómica para posicionar a los sujetos en la estructura social se ve reflejada de forma más evidente en el espacio urbano. Asimismo, Cortés (2008) se refiere a este fenómeno como

La situación en la que el patrón bajo el cual se distribuyen, construye, adquieren e instalan las viviendas de los distintos grupos socioeconómicos en su entorno, genera, expresa o refuerza diferenciación, distancia y mutua exclusión entre estos, obstaculizando su interacción y la integración socioeconómica de los más desfavorecidos. (p. 443)

Por su parte, Rodríguez Vignoli la define como "la ausencia o escasez relativa de mezcla socioeconómica en las subunidades territoriales de una ciudad" (Rodríguez Vignoli, 2001, p. 7). Se hace evidente que para el campo de la sociología existen dos elementos relevantes y que inciden directamente en el desarrollo de la segregación residencial. Por un lado, la noción de separación, donde la vivienda es vista como mecanismo restrictivo de ocupación de una zona en el caso de los más desfavorecidos, y como dispositivo de control de acceso a los peldaños más altos de la escala social. Por otro, la ausencia de contacto y de integración territorial y social entre estratos de nivel socioeconómico diferenciado. Ante esto, Barry (1998, p. 1) señala que no debemos confundir la exclusión con el aislamiento, pues la primera se produce de forma involuntaria y es característica de los estratos sociales bajos, mientras que el segundo existe más por una cuestión de decisiones personales y tiende a ser vinculado con los sectores de élite.

De esta forma, el término segregación aplica tanto para grupos afluentes como para los más pobres. Desde el ámbito urbano, Clichevsky (2000, p. 9) menciona que, en un sentido estricto, no existe segregación cuando, habiendo heterogeneidad socioeconómica, la población perteneciente a distintos niveles vive mezclada desde una escala global de ciudad hasta la mayor desagregación que podemos tener, las manzanas. No obstante, en el mundo actual la idea de polarización social no es tan correcta, sino que se tendría que referir a una multipolarización, pues si bien los "extremos de riqueza y de pobreza se han acentuado con los recientes procesos de globalización, también se da una gradación de situaciones entre las clases medias y trabajadoras" (Schteingart, 2010, p. 347).

Se trata de trabajar el concepto para hacerlo más asimilable y que permita analizar ampliamente al menos una de las múltiples cualidades que conforman la segregación; en este caso, determinada por la cuestión residencial vista con enfoque económico. Si bien es necesario considerar otros elementos culturales o ideológicos, debemos comenzar por entender cómo la parte económico-residencial, de forma autónoma, incide en la organización espacial de los grupos en el territorio, y después de eso estaremos en posición de incorporar otros elementos.

Por esta razón, es necesario observar la segregación de forma tendencial, interpretándola como un fenómeno dinámico en continua modificación, como refiere Grafmeyer (1994). Según Ariza y Solís (2009, p. 188) Guadalajara y Monterrey reafirman la condición mutable de la SRS exponiendo que la pertenencia a un estrato socioeconómico puede variar como producto de la movilidad social. Esto es acertado, por cuanto la organización social del espacio urbano y los grupos socioeconómicos que se tienen actualmente no corresponden con los que se tenían siglos atrás.

En la actualidad, los cambios en la economía han ocasionado el deterioro de los mercados de trabajo y la mercantilización del espacio urbano, y provocado así que la SRS se vuelva permanente en las ciudades, y que se incrementen sus efectos negativos para los pobres (Solís & Puga, 2011, p. 260). Este tipo de segregación también es producto de la autosegregación, de forma que el aislamiento de la élite y la exclusión socioespacial de los pobres dentro del mismo espacio urbano son el nuevo paisaje de la ciudad moderna globalizada, lo cual suprime el antiguo modelo segregativo donde la coexistencia de estratos no sucedía (Arriagada

Luco, 2012, p. 69). Ahora, la separación, la exclusión y, en general, las desigualdades entre ricos y pobres son más pronunciadas, pero la distancia entre ambos ha disminuido, y se tiene que la coexistencia de segregación de riqueza y pobreza es un fenómeno del siglo XXI.

En este sentido, para Arriagada Luco (2012), la SRS

[...] se define como la aglomeración geográfica de familias de una misma condición social, y que se expresa en la tendencia de un grupo a concentrarse en algunas áreas de la ciudad; la conformación de áreas socialmente homogéneas, y la vivencia de segregación o exclusión. (p. 71)

En cambio, desde la perspectiva de la geografía, Álvarez (2009, p. 6) plantea que la SR de carácter socioeconómico corresponde a una forma fragmentada de configurar espacialmente la ciudad en la que tiene incidencia un tipo de interacción social que contribuye poco a la conformación de relaciones humanas.

Así pues, en el marco de desigualdad y jerarquización en el cual operan las ciudades que se inician en los procesos globales, o que ya forman parte de dichos procesos, el incremento de la distancia física y social entre grupos de población con distinta situación económica actúa como elemento atenuante del desarrollo socioespacial equitativo. De esa forma, la relación binaria entre sociedad y espacio que está presente en todos los formatos donde se expresa la segregación residencial es el producto, y el medio, a la vez, de la interacción de los capitales económico, político y cultural, cuya mediación define las cualidades que van a marcar diferencia entre lugares en el territorio urbano. Si bien la realidad es que la posición económica determina en mayor medida el prestigio de una zona, si hablamos de la época contemporánea.

Discusión

Las múltiples acepciones de la segregación son un hecho incuestionable, y es que cada disciplina modifica la forma de entender el concepto de acuerdo con los fines que supone su investigación, lo cual causa confusión para quienes comienzan a incursionar en el tema. No obstante, a pesar de las discrepancias conceptuales, prevalece transversalmente la idea de la segregación como fenómeno social y espacial que marca diferenciación y promueve la separación de una parte frente al todo.

De esta manera, conocer el contexto temático que se ha trabajado sobre la segregación, organizado según las diversas disciplinas que han abordado la noción, sus contribuciones y sus vacíos de conocimiento, se vuelve relevante para comprender el porqué de sus apreciaciones diferidas frente al término, como se muestra en la tabla 1. La sociología ha tenido grandes aportes a la hora de elaborar una serie de índices para medir la segregación, así como su división en cinco dimensiones: uniformidad, concentración, agrupamiento, centralidad y exposición. Entre los aspectos pendientes de considerar se distinguen: el análisis del surgimiento de subculturas como resultado de la fragmentación social, la inclusión de una perspectiva multidimensional más amplia y la consideración de la forma de distribución espacial de las élites.

Tabla 1


Segregación residencial socioeconómica, principales aportes y vacíos de información por disciplina.

Fuente: elaboración propia, con base en el análisis de bibliografía (2020).


Dentro del campo del urbanismo, los principales hallazgos que se tienen están relacionados con la escala del fenómeno y las políticas de vivienda; estas últimas, entendidas como promotoras de la fragmentación socio-territorial. También, la correlación de los diferentes modelos habitacionales con los niveles que alcanza la segregación residencial; no obstante, uno de los temas ausentes es la percepción que tienen los habitantes sobre su propia situación socioespacial.

La sociología y el urbanismo han combinado esfuerzos para explicar el comportamiento de la distribución de los grupos sociales en las urbes. Esta fusión de perspectivas ha permitido identificar la necesidad de seguir estudiando la segregación, debido a las constantes modificaciones a las que las ciudades son susceptibles.

La escala de análisis es otro de los temas que estas disciplinas han trabajado simultáneamente; cabe advertir que mínimas modificaciones en esta tienen grandes repercusiones en los resultados. Los vacíos de información que quedan por subsanar son la falta de estudios sistemáticos de largo plazo sobre la evolución de la segregación residencial y la necesidad de estratificar a la población empleando distintas variables.

Por su parte, la geografía ha dejado clara la nula relación que existe entre la proporción que representa un grupo con respecto al total de la población y los valores que resultan de aplicar los índices de segregación. Asimismo, las variables culturales no son suficientes para explicar las modalidades que adquiere el fenómeno, y que comparte con otras áreas disciplinares una reducción en su escala urbana. Sin embargo, queda pendiente analizar la segregación considerando periodos distintos que sean susceptibles de comparar, así como el uso de otras variables, además de la educativa, para segmentar grupos de población.

La geografía y el urbanismo también han trabajado de forma conjunta para analizar la temática ubicando algunas tendencias de cambio en las que las zonas centrales se han consolidado como espacios de efectiva homogeneidad para los estratos superiores. En contraste, las periferias se distinguen por albergar proporciones de población de escasos recursos en evidente homogeneidad. De forma paradójica, al alejarse del centro los grupos económicamente superiores pierden la homogeneidad y adquieren la condición de concentración; como contraparte, al acercarse a la zona central los menos favorecidos tienden a ser más concentrados y heterogéneos.

Finalmente, desde la antropología se han obtenido resultados demostrativos de que el acortamiento de distancia entre grupos sociales no es sinónimo de integración social, pues bien pueden coexistir en una misma zona grupos de estratos polarizados sin llegar a haber relación entre ambos. Asimismo, se señalan efectos a corto y largo plazo asociados a la segregación, y se tiene, entonces, que los primeros se refieren al acercamiento físico de grupos económicamente distinguidos, lo cual genera algunos beneficios para los menos favorecidos, en tanto los segundos se vinculan con la gentrificación. Como cuestión por resolver queda reconceptualizar la segregación, de acuerdo con el funcionamiento y las dinámicas de las ciudades contemporáneas.

Si bien es amplio el repertorio de temas relacionados con la segregación que se han abordado multidisciplinariamente, muchos de los esfuerzos por analizar sus efectos sobre el territorio urbano y la población, así como por establecer una definición que conjugue toda la gama de dinámicas con las que se puede vincular, se han canalizado hacia las grandes ciudades. Esto no es un desacierto, sino, más bien, un aporte general al que se han sumado diversas líneas de investigación por cuanto es en estos sitios donde se hace más evidente el impacto del fenómeno. Aun así, es imprescindible incluir otros tipos de ciudades de menor tamaño, para comprender de forma integral cómo la segregación está modificando los esquemas tradicionales de organización socioespacial y, más específicamente, qué significación adopta de acuerdo con las características del contexto urbano en el que se desarrolla.

En este sentido, el análisis teórico-conceptual de la segregación permite evidenciar las distintas posturas que se adoptan para definirla y la complejidad de tener múltiples acepciones para el mismo término, las cuales lo dotan de cierta ambigüedad. Cada una de las disciplinas -e incluso, cada investigador- retoma elementos según los objetivos de la investigación que va a realizar para construir un concepto particular de la segregación. Ello, sin mencionar que, si bien, en ocasiones, quienes abordan el estudio del fenómeno pertenecen a la misma área de conocimiento, discrepan entre sí.

A partir del surgimiento de la Escuela de Chicago los estudios sobre segregación adquirieron relevancia; principalmente, con inclinación sociológica y urbana, pues cada vez se hacía más evidente la segmentación espacial de grupos sociales en el territorio urbano. No obstante, y derivado del auge que alcanzó la temática -y el cual se mantiene vigente ante los cambios radicales que ha tomado en sus formas de expresión-, otras disciplinas, como la geografía y la antropología, se sumaron a los esfuerzos por explicar los procesos socioespaciales del fenómeno.

De esta forma, los conceptos desarrollados desde la sociología revelan mayor importancia en el factor social, entendido como las interacciones y la integración que puede llegar a haber entre grupos de población pertenecientes a distinta categoría económica, cultural, étnica, etc. Por su parte, quienes pertenecen al urbanismo consideran más relevante explicar las modificaciones que suceden en la configuración de la ciudad, producto de los procesos segregativos. Para la geografía, el factor más significativo es la localización espacial de los grupos sociales en el territorio urbano. Para la antropología, finalmente, el interés principal está centrado en las percepciones individuales y colectivas que se producen en las personas segregadas, así como en las que son segregantes.

Así pues, la segregación es un fenómeno socioespacial complejo dependiente del momento histórico que se estudia, y al que, incluso, resulta difícil comprender al diseccionarlo para abarcar solo algunas cualidades de la población y el territorio evitando su análisis en términos globales, de tal suerte que la homologación de criterios juega un papel fundamental. Por este motivo, recurrir a una segunda explicación apoyada en un criterio cronológico, que ayude a discernir cómo ha evolucionado la investigación centrada en la segregación y las disciplinas que han estado a cargo de realizarla, es ineludible.

A pesar de que la segregación es un tema que desde siglos atrás se ha venido estudiando, es a partir de la mitad del siglo XX cuando el interés en su análisis adquiere mayor magnitud. Esto, debido a las rápidas y constantes modificaciones urbanas, sociales, políticas, económicas, tecnológicas, y hasta culturales, que comenzaron a experimentar las ciudades, lo cual causó la reorganización de las estructuras sociales dentro del territorio urbanizado e, incluso, abarcando el no urbano, como se muestra en la Figura 1. Línea cronológica de los principales estudios realizados sobre segregación (divididos por disciplina).

Figura 1


Línea cronológica de los principales estudios realizados sobre segregación (divididos por disciplina). 

Fuente: elaboración propia, con base en el análisis de bibliografía (2020).


Los campos de la sociología y el urbanismo, de forma particular y conjunta, han sido los que han abordado el tema en mayor proporción. Uno de los estudios más importantes que se han hecho sobre el tema es el de Duncan y Duncan (1955), el cual demostró que los índices expuestos hasta ese entonces no eran capaces de reflejar correctamente los niveles de segregación, y propuso, en cambio, un nuevo algoritmo para su medición: el Índice de Disimilitud, el cual sigue siendo utilizado y validado en la actualidad.

Más tarde, en la década de 1980, Massey y Denton (1988), así como White (1983), realizaron contribuciones en el mismo sentido proponiendo cinco dimensiones de la segregación y los algoritmos ideales para el cálculo de cada una de ellas. Entre 2000 y 2010, los estudios con enfoque urbano y social siguieron y aumentaron en número, pero, debido a la complejidad que supone entender los procesos de organización espacial de la sociedad en las ciudades, la geografía y la antropología se incorporaron al análisis de la segregación a finales de la primera década del siglo XXI, e introdujeron nuevas formas de interpretar sus dinámicas. Para la segunda década del siglo en curso, los estudios desde la sociología, el urbanismo, la geografía y la antropología se han mantenido, e integrado nuevas disciplinas, como la demografía.

Conclusiones

Es evidente que la complejidad para conceptualizar la segregación está ligada a la complejidad de las ciudades, y la época en que vivimos, en la cual grandes cambios suceden en periodos cortos, eleva la dificultad para comprender cómo se produce, se mantiene y se transforma, y qué significa, este fenómeno que está fragmentando cada vez más a la sociedad y al territorio. Es de esperar que, en un futuro cercano, otras disciplinas comiencen a examinar el tema de la segregación, y a sugerir así nuevas maneras de interpretar el fenómeno, lo cual, a su vez, mantendrá abierto el debate sobre qué es la segregación.

En este sentido, reflexionar el concepto y cada una de las diferentes significaciones que puede tomar es imprescindible como investigadores, ya que requiere asumir alguna postura previamente construida o, en su defecto, generar una propia, que coadyuve a un mejor entendimiento del tema, aun cuando difiera de las existentes. Está claro que la cualidad polisémica de la segregación es una cuestión que prevalecerá en tanto más disciplinas se suscriban al análisis del fenómeno y generen nuevas definiciones que discrepen de las que se tienen, por lo cual difícilmente habrá un concepto que reúna cada uno de los sentidos en los que se puede entender. De esa manera, convivir con todo el espectro de posibilidades para conceptualizar a la segregación es obligado, y únicamente queda entenderlas de forma individual, para hacer uso adecuado de estas evitando las interpretaciones erróneas por parte de los lectores.

En general, y en síntesis, la segregación se trata de la separación física entre los diferentes grupos sociales en un espacio determinado. Y aunque el concepto ha sido transformado a lo largo del tiempo, las cualidades social y espacial se han mantenido constantes; es decir, se la debe entender como un proceso, pues se adapta a las lógicas de la época en curso y es resultado de las desigualdades en las relaciones socio-territoriales que mantienen los sujetos, donde la jerarquía adquiere cada vez más relevancia.


Contribuciones y agradecimientos M. Arq. Abel Giovani Galván Farías: recopilación de bibliografía, análisis de información y redacción de artículo. Dra. Marina Inés de la Torre Vázquez: revisión crítica de contenido




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