EDITORIAL

EL JUEGO DE LOS PUNTOS O CÓMO EVALUAR UNA INVESTIGACIÓN EN ARQUITECTURA

THE GAME OF POINTS OR HOW TO EVALUATE RESEARCH IN ARCHITECTURE

JUAN CARLOS PÉRGOLIS1
JAIRO A. VALENZUELA2

1 pergolisjuancarlos@yahoo.com
2 valenzuela.jairo@gmail.com

Palabras clave: centros de investigación, investigación en arquitectura, técnicas de investigación y exploración


Hemos escrito en revistas especializadas muchos ensayos y artículos sobre metodologías de la investigación; en ellos hemos confrontado los métodos tradicionales de la investigación "dura", es decir, aquella que llamamos estrictamente científica, con otra modalidad de investigación (no menos científica) desarrollada sobre estructuras inestables, o como definimos en varias ocasiones: fragmentos arbitrarios jugando sobre estructuras inestables.

Defendimos esta última modalidad por su flexibilidad y capacidad de adaptación a los cambios que se producen en el desarrollo de una hipótesis, especialmente en las investigaciones en arte o en arquitectura; hemos defendido, también, el valor de los relatos -que dan cuenta de contextos- frente a la fría enumeración de categorías o situaciones y, de la misma manera, hemos priorizado el concepto de deseo ante el de necesidad, y hemos proclamado las tesis del posestructuralismo frente a la rigidez pretendidamente canónica del estructuralismo. Podemos decir que hemos hablado más de Kristeva que de la semiótica tradicional, y hemos citado más veces a Calabrese, a Deleuze y Guattari, a Michel Serres, a Baudrillard que a muchos otros. La investigación académica crea nuevo conocimiento porque da cuenta de la vida, se nutre de emociones y relatos, genera y se explica a través de imágenes, es decir, a través de la producción de estímulos que tocan aquellas percepciones que guardamos y, algunas veces, llevamos olvidadas en nuestro interior.

En este ensayo queremos reflexionar sobre las evaluaciones a las investigaciones en arquitectura y arte que se realizan en la Academia, esos procesos desarrollados sobre algún tema que nos apasiona (porque solamente se puede profundizar en los objetos de nuestras pasiones), es decir, queremos mirar esos erráticos momentos en que olvidamos que las investigaciones dan cuenta de la vida e intentamos medirlas con números, con puntos: cuatro sobre cinco, tres sobre diez, etc., esto es calificarlas, calificar la pasión... así se inicia el juego de los puntos, que muchos definen con el recién creado verbo "puntuar", y se agarran firmemente de las palabras método científico para calificar, es decir: poner valores numéricos que significan puntos. El segundo grupo de palabras que entra al juego de los puntos y excita notablemente a los calificadores es nuevo conocimiento ya que, como en toda investigación, el objetivo final en arquitectura y arte es mostrar una nueva mirada sobre algún hecho, una nueva reflexión o un nuevo señalamiento, es decir: un nuevo conocimiento. Porque otra vez la palabra nuevo está en la primera línea del discurso y así como a fines de siglo XIX se manifestó en el simbolismo del art nouveau, ahora nos fascina desde el contenido simbólico de la expresión innovación.

El método científico proviene de la semiótica clínica cuya técnica de interpretación de síntomas (signos) produjo una metodología de trabajo basado en la observación, el análisis y la interpretación como proceso para verificar una hipótesis generada a partir del síntoma. Peter Burke (2002) analiza de qué manera la forma de hacer historia puede verse, en ocasiones, como una dicotomía entre las referencias de corte histórico-político anteriores y la historia con rasgos sociales y antropológicos de hoy, y evidencia un cambio de patrón cuando los historiadores sociales desisten de la teoría social y se encaminan a la exploración de nuevos métodos de corte experimental, cercanos al método científico. Esta ruptura inicial se da en los primeros años del siglo XX y continúa de manera intermitente hasta nuestros días.

Un segundo momento de reflexión sobre el tema se evidencia cuando Umberto Eco propuso como tesis que "el método de resolución de casos criminales en la narrativa policial, tal como fue canonizada por los padres fundadores, en particular por Edgar Allan Poe y sir Arthur Conan Doyle, es comparable al método científico de interpretación de signos planteado por Peirce, el primer teórico de la semiótica" (Eco, 2004).3

El desarrollo de esta tesis se encuentra en El signo de los tres (Eco y Sebeok, 1983). En este mismo libro podemos leer el artículo del historiador Carlo Ginzburg (que aparece en la versión en castellano de Mitos, emblemas e indicios)4; en este, el autor expone un modelo epistemológico que surgió calladamente en el siglo XIX en el ámbito de las ciencias sociales y que, según él, no ha recibido la atención que merece. Se trata del "modelo conjetural".

En ese artículo Ginzburg establece un paralelo entre los métodos de Morelli, referido a la crítica e investigación del arte, de Freud en relación al psicoanálisis y de Sherlock Holmes en investigación criminal, y señala en los tres la interpretación de indicios que proporcionan la clave para acceder a una realidad más profunda, una realidad que, "como una enfermedad del cuerpo, no puede verse sino a través de sus síntomas".5

Es así como en el modelo conjetural se postulan unas reglas para explicar los hechos observados hasta demostrar una causalidad, hasta verificar la hipótesis propuesta. Para ello se utiliza el razonamiento abductivo proveniente de Aristóteles. La abducción explica el fundamento necesario para la codificación de un signo. Como observa Peirce (1957)6, la abducción crea una idea nueva. Lo que vale la pena afirmar en este punto es que para codificar un sistema -en el caso de la investigación en arquitectura: el espacio construido ya sea arquitectónico o urbano- se requiere un conocimiento cultural o resultante de las experiencias, por ello este método solo será posible con un estudio paralelo de la historia y con un rastreo detallado del periodo en el que se enmarca la fuente.

La abducción es el proceso de formación de hipótesis explicativas y es la única operación lógica que introduce una idea nueva ya que la inducción no hace otra cosa que determinar un valor y la deducción se limita a desarrollar las consecuencias necesarias de una pura hipótesis. La deducción prueba que algo debe ser, la inducción muestra que algo es realmente operativo, mientras que la abducción maneja sus límites al sugerir que algo puede ser. En este sentido es posible citar nuevamente a Peirce: "La abducción, a fin de cuentas no es otra cosa que adivinar"7. Tal vez esta afirmación es la que ha dejado a un lado este ejercicio lógico para explicar desde la Academia los fenómenos en el mundo.

Ante esta evidencia volvemos sobre un tema que tratamos en escritos anteriores (Pérgolis, 2006) y nos reafirmamos en lo ya dicho: "El discurso ahogó, sin remedio, a la urbanística. La arquitectura encontraría más fácilmente alguna salida (aun en la opresión del lenguaje que la encierra) si encauzara sus mensajes a través de enunciados narrativos". Porque la levedad de estos enunciados es consecuente con una mayor cantidad de juegos del lenguaje y le quitaría peso discursivo a la actitud denotativa -básicamente descriptiva de las formas- que hoy caracteriza a la investigación en esos temas: el "he oído decir" reemplazaría al actual "van a oír".8

¿Cómo interviene la narrativa en el desarrollo de una investigación que queremos enmarcar en el método científico? ¿Cómo se articula la liviandad de la literatura con el método que llamamos científico, tan profunda una como el otro, aunque a primera vista parezcan contradictorios? Y por último: ¿cómo se evalúa un proyecto cuya estructura se basa en fragmentos -expresados en relatos- que juegan arbitrariamente sobre estructuras inestables?

La narrativa propone la alternativa de la levedad porque es a la vez exacta e indeterminada, precisa y ambigua, todas cualidades necesarias para crear una red de sentido a partir de la investigación: una red que se teje con los sucesivos relatos que la van conformando, y es allí donde la evaluación observa la creación de nuevo conocimiento, es decir, la capacidad de la investigación para mostrar la vida. La investigación académica crea nuevo conocimiento, es decir, la producción de estímulos que tocan aquellas percepciones que guardamos y hasta llevamos olvidadas en nuestro interior pero son fundamentales en la conformación de imágenes, nuevas asociaciones de pensamiento y nuevas reflexiones.

Porque el nuevo conocimiento no se encuentra en frases ni en párrafos del informe de la investigación sino en la capacidad de esta para que el nuevo conocimiento se produzca en el lector a través de su reflexión. De esta manera, el valor de una investigación está mucho más allá de sus aparentes resultados o de la cuantificación de sus productos. Entonces, no nos engañemos: mucho más que las referidas expresiones método científico o nuevo conocimiento, la palabra clave para evaluar una investigación en arquitectura parece ser producto, ya que ingenuamente se considera que una investigación vale más por los productos que genera (esos que dan puntos) que por cualquier otro valor.

Ante esta conclusión ¿qué sentido tiene asignarle valores numéricos −puntos− al texto de un informe de investigación? Evitemos que el proceso de investigación, que es el proceso de interpretación de las acciones de la vida, se reduzca a una evaluación que justamente busca lo contrario y parece limitarse a la obtención de un producto inmediato y satisfactorio, en el que la amplitud de la observación y la flexibilidad de la interpretación se reemplazaron por valores numéricos sin explicación.

El juego de los puntos en investigación no es el juego del rating de los programas de televisión aunque por momentos pueden parecerse demasiado.


NOTAS

3 Citado por Thomas A. Sebeok. Véase Eco y Sebeok (1983) Volver

4 El texto original en italiano aparece en A. Gargani (1979, pp. 59-106). En castellano aparece en Mitos, emblemas e indicios. Morfología e historia, en un capítulo titulado "Indicios, raíces de un paradigma de inferencias indiciales" (Ginzburg, 2000), enriquecido en la traducción y con un mayor número de notas. El libro en italiano fue editado en 1986 y en español en 1989, pp. 138-175. Volver

5 El método Morelli fue desarrollado por un crítico de arte que a partir de los rasgos morfológicos de las pinturas pudo identificar a sus autores. Para ampliar, ver Udo Kugelmann (1969). Volver

6 Véase la nota 7 referida a Nancy Harrowitz. Volver

7 Citado por Nancy Harrowitz, capítulo IX, El modelo policíaco: Charles S. Peirce y Edgar Allan Poe, p. 243, en El signo de los tres (Eco y Sebeok, 1983), referido a los manuscritos Collected Papers (1935-1996). Volver

8 Véase al respecto La condición posmoderna (Lyotard, 1989). Volver


Referencias

Burke, P. (2002). Sociologías e historia del conocimiento. En Historia social del conocimiento, de Gutenberg a Diderot (tomo 1). Barcelona: Paidós.

Eco, U. (2004). Cómo se hace una tesis. Técnicas y procedimientos de estudio, investigación y escritura. Barcelona: Gedisa.

Eco, U. y Sebeok, Th. (1983). El signo de los tres: Dupin, Holmes, Peirce (traducción E. Busquets). Barcelona: Lumen.

Gargani, A. (ed.) (1979). Crisi della ragione. Turín: Einaudi.

Ginzburg, C. (2000). Indicios, raíces de un paradigma de inferencias indiciales. En Mitos, emblemas e indicios. Morfología e historia. Barcelona: Gedisa.

Harrowitz, N. (1935-1996). El modelo policiaco: Charles S. Peirce y Edgar Allan Poe. En El signo de los tres. Collected Papers.

Kugelmann, U. (1969). Historia de la historia del arte. Madrid: Akal.

Lyotard, J. F. (1989). La condición posmoderna. México: Cátedra.

Peirce, C. S. (1957). How to make our ideas clear. Indianápolis: Merril.

Pérgolis, J. C. (2006). Narrativa. En Ciudad Express. Buenos Aires: Nobuko Editores.