http://dx.doi.org/10.14718/RevArq.2016.18.2.11
Hélène Jannière2
Université Rennes 2, Francia
1 El presente texto corresponde a la traducción del artículo "La critique architecturale, objet de recherche", publicado originalmente en la revista Cahiers de la recherche architecturale et urbaine.
2 Arquitecta, Diplômée par le gouvernement (DPLG).
Doctora en Historia del Arte, École des Hautes Études en Sciences Sociales.
H.D.R. (Habitation à Diriger des Recherches) de la Université Paris I Panthéon-Sorbonne, con el trabajo posdoctoral titulado: "Pour une histoire de la critique architectural du seconde vingtième siècle", presentado en 20II.
Investigadora y docente de Historia y teoría de la arquitectura y el urbanismo en la École Nationale Supérieure d'Architecture de Paris-La Villette; en la École Nationale Supérieure d'Architecture de Paris-Val de Seine y en la Université Rennes 2.
Miembro del comité de redacción de la revista Critique d'Art.
http://www.sites.univ-rennes2.fr/histoire-critique-arts/Helene_janniere.html
helene.janniere@univ-rennes2.fr
Traductores
Andrés Ávila-Gómez
Université Paris I Panthéon-Sorbonne, Francia
andresavigom@gmail.com
Diana Carolina Ruiz
Université Paris IV Paris-Sorbonne, Francia
karorr2002@gmail.com
Recibido: octubre 19/2016
Evaluado: octubre 28/2016
Aceptado: noviembre 04/2016
Textos
Para citar este artículo:
Jannière, H. (2016). La crítica arquitectónica como objeto de investigación [La critique architectural, objet de recherche]. (Andrés Ávila Gómez & Diana Carolina Ruíz, trads.). (Original en francés, 2009). Revista de Arquttectura 8(2), 120-134. doi: 10.14718/RevArq.2016.18.2.11
Resumen
El artículo de Hélène Jannière, publicado en 2009 en Cahiers de la Recherche architecturale et urbaine (en un número especial codirigido por la misma autora, junto a Kenneth Frampton), presenta un panorama sobre las hipótesis, la literatura crítica y los corpus que han alimentado —y delimitado— los debates efectuados en torno a, y desde la crítica arquitectónica durante el último medio siglo; al analizarla como un objeto de investigación en sí, Jannière interroga desde diversas perspectivas los principales aspectos relacionados con los orígenes, las transformaciones e incluso las contradicciones que han moldeado la crítica arquitectónica y sus discursos. Apoyada en textos de autores como Venturi, Zevi, Collins, Bonta, Pawley o Montaner, entre otros, la autora plantea finalmente una serie de pistas que pueden direccionar la comprensión del rol y el significado de la crítica arquitectónica, más allá de las controversias acerca de su especificidad disciplinar, de las polémicas sobre la crisis de su autonomía, o de la volatilidad que ha caracterizado aquellas tipologías establecidas para entenderla.
Palabras clave: historia de la arquitectura, teoría arquitectónica, historia del arte, crítica de arte, método histórico, sistema de valores, analogía.
Résumé
Larticle d'Hélène Jannière, publié en 2009 dans Cahiers de la Recherche architectural et urbaine (numéro spécial codirigé par Jannière et Kenneth Frampton), propose un tour d'horizon sur les hypothèses, la littérature critique et les corpus ayant nourri -et délimité- les débats effectués autour, et depuis, la critique architecturale pendant les dernières cinq décennies. En analysant la critique architecturale en tant qu'objet de recherche, Jannière aborde sous différents angles les principaux aspects liés aux origines et transformations, voire aux contradictions ayant façonné la critique architecturale et ses discours. Faisant appel aux textes des auteurs tels que Venturi, Zevi, Collins, Bonta, Pawley o Montaner, parmi d'autres, Jannière présente enfin une série d'indices pouvant guider la comprehension du rôle et de la signification de la critique architecturale, au-delà des controverses sur sa spécificité disciplinaire ; des polémiques concernant la crise de son autonomie ; ou de l'instabilité caractérisant les typologies établies pour la comprendre.
Mots clés: Histoire de l'architecture, théorie architecturale, histoire de l'art, critique d'art, méthode historique, système de valeurs, analogie.
Abstract
The article by Hélène Jannière, published in 2009 in Cahiers de la Recherche architecturale et urbaine (in a special issue co-directed by the same author, together with Kenneth Frampton), presents an overview of the hypotheses, critical literature, and corpus that have nurtured—and delimited—the debates about and from architectural criticism during the last half-century. By analyzing it as an object of research itself, Jannière questions, from various perspectives, the main aspects related to the origins, transformations, and even contradictions that have shaped architectural criticism and its discourses. Drawing on texts by authors such as Venturi, Zevi, Collins, Bonta, Pawley, and Montaner, among others, the author finally proposes a series of clues that can help to understand the role and meaning of architectural criticism beyond the controversies and polemics about its disciplinary specificity, the crisis of its autonomy, or the volatility that has characterized the typologies established to understand it.
Keywords: history of architecture, architectural theory, art history, art criticism, historical method, value system, analogy.
Figura 1. Portada de la publicación original
Fuente: Jannière, H. (2009). Critique architecturale, objet de recherche. Cahiers de la recherche architecturale et urbaine. 24 / 25, 121-140.
La construcción de la crítica como un objeto de investigación tropieza con dificultades epistemológicas. Las concepciones varían dependiendo de si se considera la crítica arquitectónica como una de las formas de crítica propias de las producciones estéticas —comparable a la crítica de las artes visuales o la musical— o, al contrario, como un discurso intrínseco al ámbito de la arquitectura y en relación con la historia y las teorías arquitectónicas. El análisis de Hélène Jannière constata con rigor que definir "la" crítica arquitectónica de forma unívoca corresponde a una posición doctrinal a priori. ¿Debería la legitimación de un objeto de investigación fundarse en aquellas circunstancias particulares que han configurado aspectos de la crítica en momentos históricos y en medios culturales determinados?2
Denunciar la crisis de la crítica o incluso anunciar su muerte, no tiene nada de inédito. Entre las más recientes posturas tomadas al respecto encontramos The Strange Death of Architectural Criticism (2007), recopilación de un centenar de crónicas del crítico británico Martin Pawley (2007)3 , quien desaprueba la "abundancia de papel satinado" en las revistas de arquitectura, en el lugar que debería ocupar una verdadera crítica. Y si en el campo de la arquitectura, Pawley ha estado lejos de ser el único en sorprenderse por la "extraña muerte de la crítica", otras constataciones análogas han sido emitidas desde la esfera artística. La desaparición o la crisis de la crítica de arte contemporáneo ha sido atribuida al aumento del ejercicio crítico sobre objetos cualesquiera, al desvanecimiento de la crítica en múltiples espacios mediáticos, y a la pérdida de influencia que de ello resulta.
"La crítica de arte se encuentra en un periodo de crisis de alcance mundial. [...] Está a punto de morir aunque se encuentre en todas partes" (Elkins, 2003, p. 2); con estas palabras abre un panfleto del historiador del arte James Elkins, titulado What happened to art criticism? Evocando la agitación de la crítica de arte, este título que insinúa que en otro tiempo los objetivos, las formas y la función social de la crítica estuvieron claramente definidos, resulta sin duda más comprensible en el terreno de las artes, en donde la crítica constituyó durante dos siglos una práctica fácilmente identificable por su utilidad sobre el mercado del arte y por su equivalencia —hoy en día cuestionada— entre crítica y juicio. No ha sucedido lo mismo con la crítica arquitectónica, cuya naturaleza y funciones no cesan de ser debatidas desde finales del siglo XIX.
Al igual que la crítica de arte, la crítica arquitectónica puede abarcar múltiples actividades y registros de discurso (desde el comentario de actualidad hasta la historia o la estética) en diversas esferas, ya sea en la esfera del debate público a la cual la crítica está históricamente ligada desde el siglo XVIII (Wrigley, 1993) (con los diarios y los Salones), o bien en los círculos profesionales restringidos. Si la dificultad de identificar el objeto crítico es común al dominio del arte y al de la arquitectura, los arquitectos y los críticos invocan por su parte la naturaleza compleja y casi indefinible de la crítica arquitectónica. Dichos actores atribuyen la dificultad de trazar sus fronteras y de catalogar sus géneros de escritura a la naturaleza específica de la propia arquitectura —que es una práctica y una disciplina con múltiples vertientes—: es por ello que, tomada en su contexto económico, tecnológico, social y urbano, la arquitectura no es comparable con la producción artística en la cual dichas dimensiones parecen menos determinantes. Esta especificidad es a menudo invocada para justificar las dificultades epistemológicas en los estudios sobre la crítica.
Definir la crítica —es decir, trazar su perímetro determinando su objeto (las técnicas, el programa, la forma, las soluciones constructivas, o bien algunos otros aspectos propios de la arquitectura), y designar sus tareas— constituye una de las principales motivaciones de los escritos de arquitectos o de redactores de revistas dedicadas a la crítica. Pero más allá de los testimonios de los actores, e incluso más allá de las contribuciones que reflejan la opinión o la toma de posición (la afirmación de lo que debe o debería ser la crítica arquitectónica), la investigación tropieza con dificultades epistemológicas que no parecen aún resueltas: desde el debate originado a comienzos de los años noventa, varios coloquios y algunas publicaciones4 denotan el interés de los investigadores por este tema. Ahora bien, estos estudios no son suficientes aún para construir un objeto "crítico" y para establecer las condiciones de una investigación realmente acumulativa: en efecto, numerosos autores se detienen en la cuestión previa acerca del perímetro de la crítica. Trazar dicho perímetro puede conducir al establecimiento de tipologías tan variables como los propios puntos de vista disciplinares (sociológico, histórico o teórico) adoptados5 . Se puede observar en esta repetición, un indicio de la dificultad que representa la investigación sobre la crítica: la mayor parte de artículos ilustran la confusión semántica que rodea el término "crítica arquitectónica". Dicha indeterminación no atañe sino a las fronteras de la crítica con las teorías y con la historia de la arquitectura; el término "crítica arquitectónica" engloba alternativamente una profesión (si nos referimos a los críticos y a su actividad), un conjunto de prácticas sociales6, un discurso "erudito" sobre la arquitectura, o incluso, como lo expone el historiador y crítico Peter Collins (1920-1981) en Architectural Judgement (2008), un proceso de decisión intrínseco a la concepción arquitectónica.
Constituir la crítica como un objeto de investigación no debe obstruir una necesaria clarificación epistemológica. Este artículo presenta diferentes concepciones de la crítica de arquitectura, partiendo de su doble origen: la filosofía y la crítica de las producciones estéticas. Dichas definiciones varían, además, dependiendo de si se considera a la crítica arquitectónica como una de las formas de crítica comparable a la crítica de las artes visuales o a la crítica musical, o al contrario, como un discurso intrínseco al campo de la arquitectura, incluso a la disciplina arquitectónica en relación exclusiva con la historia y las teorías con las cuales esta no ha cesado de disputar sus propias fronteras (Szambien, 1988). Se ponen en perspectiva algunos elementos de los debates sobre la crítica arquitectónica que destacan la diversidad de los significados de esta noción.
La crisis de la crítica: historicidad de los debates
Una visión instrumental de la crítica
Son numerosos los escritos sobre la crítica provenientes de arquitectos o de críticos profesionales, en los cuales se constata la emergencia de crisis engendradas, o bien por una crisis de las teorías de la arquitectura, o bien por alguna crisis de la profesión, o incluso por la desaparición de las vanguardias y del compromiso crítico ligado a estas.
Desde finales del siglo XIX, la prensa arquitectónica ha condenado esporádicamente el estado insatisfactorio de la crítica, su falta de eficacia sobre la calidad de los edificios, y se ha llegado al punto de interrogarse sobre la existencia efectiva de la crítica. Sin ser tan antiguas como las propias revistas de arquitectura (mediados del siglo XIX), las arremetidas contra la crítica estuvieron presentes, por ejemplo, desde los años 1890 en Architectural Record, y han perdurado a lo largo del siglo XX.
Una serie de artículos publicados en la revista británica The Architectural Review durante los años treinta, y otro en la revista norteamericana Pencil Points (ancestro de Progressive Architecture) en la década siguiente, cuestionaban particularmente la relación de la crítica con el "público": la naturaleza controversial de la crítica arquitectónica era debatida de manera incesante en las revistas de arquitectura, ya fuera como un discurso especializado propio de círculos restringidos de profesionales, de críticos y de universitarios, o bien como una crítica intermediaria entre la profesión y un público no especializado7 . Por ello, en 1930, The Architectural Review se alzó contra la crítica proveniente de teorías estéticas, recordando lo que desde su punto de vista correspondía a la labor original de aquella, como "consejera sobre el mercado del arte" (Gill, 1930), lo cual podía ser válido por extensión para la crítica arquitectónica, teniendo en cuenta que esta también opera como mediadora entre el arquitecto y su cliente.
Algunos temas debatidos desde el periodo de entreguerras en las revistas profesionales presentan sorprendentes permanencias hasta el día de hoy: la eficacia de la crítica, sus criterios, su relación con el público, su independencia con respecto a la prensa o a los clientes, en pocas palabras, su autonomía disciplinaria. Estos temas tienen que ver principalmente con la crítica entendida de manera empírica como un comentario de la actualidad, y orientada tanto a profesionales como a un público más amplio. Más allá de ciertas consideraciones demasiado empíricas emitidas en la primera mitad del siglo XX, las problemáticas de la crítica arquitectónica —especialmente sus relaciones con los campos de la teoría y de la historia— han sido desde entonces profundamente transformadas, como lo demuestran los debates sobre la crítica después de 1945, citados brevemente aquí.
Después de los combates de la crítica comprometida: la búsqueda de "criterios objetivos"
Durante la posguerra se afianzaron algunos elementos de reflexión propios de la crítica arquitectónica: la reflexión se tornó manifiestamente comprometida, al tiempo que se perfilaba una crisis de la herencia del Movimiento Moderno. Esta crisis se vio acompañada de una firme aspiración, principalmente por parte de la joven generación de arquitectos y de críticos británicos, a revisar los fundamentos teóricos del Movimiento Moderno, así como a establecer nuevas teorías para la arquitectura de la posguerra en respuesta a lo que se percibía entonces como una laguna8.
Entre 1945 y 1968, la prensa profesional norteamericana y británica se interrogó sobre el rol de la crítica, su autonomía con respecto a la prensa y a los arquitectos, sus instrumentos y sus criterios de evaluación; mientras tanto, en las revistas francesas muy pocos elementos filtraban tales cuestionamientos salvo en el caso de un dosier —más bien exiguo— publicado por L'Architecture d'aujourd'hui (AA.VV., 1964)9 .
En las revistas norteamericanas y británicas, los debates trataban especialmente sobre la evaluación estética de la arquitectura, oponien do los criterios relativos al gusto individual y a la psicología del crítico y del placer estético, a aquellos valores de alcance más general relacionados con la época, la cultura y el contexto (Chotas, 1957). Por su parte, en 1956, James Marston Fitch saludaba el importante rol que tuvo la crítica arquitectónica del periodo de entreguerras en el éxito del Movimiento Moderno en los Estados Unidos, tras la Segunda Guerra Mundial (Fitch, 1956)10.
Con la difusión del lenguaje moderno y el reconocimiento del rol preeminente de una cierta crítica militante en esta dominación doctrinal y estilística, se desarrolló una reflexión en torno a la necesidad de objetivar y de compartir los criterios de la crítica. Dicha aspiración fue entonces compartida por numerosos autores, especialmente por Collins en Changing Ideals in Architecture (1965). Para Collins, la búsqueda de un sistema de valores "objetivos" debería preceder la crítica arquitectónica, por cuanto esto permitiría un rompimiento con la crítica empírica y comprometida del periodo de entreguerras, la cual según Collins no produjo realmente ninguna verdadera evaluación de la arquitectura debido a su premisa de no debilitar a las vanguardias (Collins, 1988, pp. 262-263). Dentro de esa misma óptica, una serie de artículos del AIA Journal 11 formuló en 1968 la necesidad de evaluar, ya no solamente la arquitectura, sino también sus modos y criterios de evaluación.
El seminario del American Institute of Architects (AIA), celebrado en Cranbrook en 1964, en el cual participaron Bruno Zevi, Peter Collins, Reyner Banham, Serge Chermayeff, Sybil Moholy-Nagy, Stephen W. Jacobs y Stanford Anderson marcó uno de los momentos importantes en la reflexión de la posguerra en lo que respecta a las relaciones entre crítica, teoría e historia de la arquitectura. La mayoría de los participantes concordaban en que es el juicio lo que debe fundar la crítica y diferenciarla de la teoría y de la historia: la cuestión de los criterios de juicio animó las discusiones del seminario. Collins denunció allí la creencia —reciente, según él— según la cual es posible separar totalmente crítica e historia; para el historiador canadiense, el prejuicio que se debía combatir era aquella idea según la cual la emoción estaría del lado de la crítica, mientras que la objetividad científica estaría del lado de la historia o de las ciencias del arte. Pero si, tal y como propone Collins, la crítica reposa sobre la base del juicio, esta no puede ser entonces únicamente un juicio de valor. Collins confiere a la crítica fundada sobre la sensibilidad personal del autor una mención particular: en una referencia explícita a Oscar Wilde, Collins califica la postura como aquella del "crítico-artista", y reconocía en John Ruskin y Vincent Scully sus "más finos" representantes. Collins prefería la crítica fundada sobre un sistema de principios formulados con anterioridad a la construcción del edificio: en un sistema así, la crítica podría mantener un vínculo estrecho con las teorías. Aunque Collins aspiraba a una crítica normativa apuntalada en una teoría de la arquitectura moderna (Changing Ideals in Architecture), otros autores anhelaban construir una crítica sobre otro tipo de criterios, de corte "científico" y a menudo extrínsecos a la arquitectura en sí misma.
¿Hacia una crítica "científica"?
En la década de los sesenta, dos fenómenos marcaron principalmente la elaboración de nuevas teorías arquitectónicas: por una parte, la investigación con las metodologías de la concepción y los design studies (Christopher Alexander) de una teoría "científica" de la forma y de la concepción arquitectónicas; y por otra parte, la introducción de la lingüística y de las diferentes teorías del signo, así como el interés prestado a los significados del lenguaje arquitectónico. Los intentos por elaborar instrumentos de lectura para la arquitectura considerada como un lenguaje se inscribieron en el contexto de dominación de las ciencias del lenguaje al interior de las ciencias humanas, lo cual caracterizó esta década. Dichos intentos hicieron parte también de una voluntad dispersa por construir una teoría "universal" y apta para objetivar las cuestiones de la arquitectura y de su lenguaje, a las cuales la semiótica podría aportar validez. En 1974 (fecha del Congreso de Semiótica de Milán), la revista suiza Archithèse vislumbraba en la semiótica arquitectónica una posibilidad para renovar la crítica sobre criterios verdaderos12.
La semiótica fue entonces contemplada como un medio para resolver la crisis del "diálogo" de la crítica con el público; la semiótica estaría incluso en posibilidad de ofrecer un modo de lectura y de interpretación apto para descifrar teorías arquitectónicas por lo general poco comprensibles por el gran público. Desde un punto de vista heurístico, algunas publicaciones mostraron la ambición de descifrar el léxico, los instrumentos y la retórica de la crítica, inscribiéndose en el movimiento que introdujo las ciencias del lenguaje en los análisis propios de la arquitectura. En Architecture and its Interpretation (1979)13, a partir de un análisis de los discursos críticos, Juan Pablo Bonta se interesó en la formación y en la "cristalización" de las interpretaciones canónicas de algunos edificios del periodo de entreguerras, suscitando una nueva generación de investigaciones sobre la historiografía del Movimiento Moderno. Aunque menos conocido, Architecture and Critical Imagination de Wayne Attoe (1978) constituyó una tentativa de clasificación de las retóricas de la crítica arquitectónica, y sigue siendo, casi cuarenta años después de su publicación, uno de los raros estudios epistemológicos sobre el tema14 . Wayne intentó identificar los modelos (la crítica literaria o la crítica de arte), bosquejando una tipología en la cual se distinguen tres grandes posturas críticas: la normativa (que juzga con referencia a un conjunto de criterios preestablecidos), la interpretativa (la más subjetiva, por cuanto expresa la sensibilidad del crítico), y finalmente la descriptiva (la más factual, que describe los materiales, la construcción, las formas). Para cada una de ellas, el autor enumeró los enfoques posibles: la crítica normativa podría, por ejemplo, fundarse en una doctrina, ya sea en un sistema más complejo de criterios, sobre la noción de tipo arquitectónico o incluso sobre la noción de medida.
Paralelamente a la búsqueda realizada al interior de las ciencias del lenguaje, y en aquellas de la concepción de una teoría "científica" para la arquitectura, observamos cómo otros instrumentos son requeridos por la crítica arquitectónica. En los años sesenta, y sobre todo en los setenta, la crítica llevó las marcas de la introducción de las ciencias humanas y sociales en los análisis de la arquitectura, los cuales adquirieron así una dimensión científica. Los análisis marxistas del espacio urbano y arquitectónico, y los análisis lingüísticos, antropológicos y sociológicos de la arquitectura fueron entonces desplazados hacia la crítica15.
De la crítica operativa a las formas contemporáneas de crítica
Una de las rupturas importantes en la historia de la crítica arquitectónica estuvo marcada por el fin del "proyecto moderno", y con ello, por el declive de la crítica comprometida u operativa que había acompañado los desarrollos de dicho proyecto hasta los años sesenta. En Theories et histoire de l'architecture (1968), Manfredo Tafuri (1935-1994) fue el primero en definir dicha forma de crítica, sentenciándola de paso como "análisis de la arquitectura (o de las artes en general), que tendría por objeto no ya un recuento abstracto sino la projétation de una dirección poética precisa, anticipada en sus estructuras y reveladora de análisis históricos programados y distorsionados" (Tafuri, 1976, p. 189). Desde entonces, la ruptura con la crítica operativa ha sido saludada como una transformación positiva por cuanto su abandono permitiría finalmente desarrollar la crítica sobre verdaderos criterios "científicos" universales (tal fue la ambición durante los años sesenta y setenta). Más recientemente, la crítica operativa ha constituido, por el contrario, un objeto de nostalgia: uno de los leitmotivs de los discursos de los críticos sobre la crítica es justamente la apología de la crítica comprometida, la cual representa un modo previo e idealizado de crítica arquitectónica. Los ejemplos más frecuentemente citados son: la crítica ligada a las vanguardias del periodo de entreguerras, o la crítica británica de la posguerra (desde The Architectural Review hasta Architectural Design, con críticos comprometidos como Nikolaus Pevsner o Reyner Banham). Hoy en día, algunos críticos oponen dicho modelo de compromiso a la crítica denominada Star System (Chaslin, 1995, pp. 223-224; 2006, pp. 21-27), propia de la connivencia entre crítica y estrategias de comunicación (Devillard, 2000).
Desde los años ochenta, numerosos observadores han subrayado el cambio de paradigma de la crítica arquitectónica, y cabe entonces preguntarse si ante las tendencias arquitectónicas cada vez más individualizadas, ante la ausencia de doctrinas dominantes y ante el desmoronamiento de las ideologías, el rol de la crítica ¿no debería ser algo más próximo a cartografiar que a juzgar, es decir, a evaluar, lo cual habría sido ya con anterioridad su función principal y fundamental?
Nos vemos confrontados no tanto a corpus de teorías sino más bien a situaciones de facto, a proyectos que han querido encontrar su lógica en la coyuntura específica de cada suceso [...] La crítica puede hoy en día desde una gran variedad de plataformas emprender la producción de representaciones y descripciones, las cuales tal y como sucede en los mapas topográficos, revelan la complejidad de un territorio —siendo su forma el resultado de la acción de agentes geológicos que operan silenciosamente sobre una masa inmóvil y sin embargo atravesada por corrientes, oleajes, transformaciones e interacciones que dan origen a incesantes mutaciones— (De Solà Morales, 1997, p. 16).
El texto citado proviene de Diferencias (1995) de Ignasi de Solà Morales —obra referenciada por el historiador Carlo Olmo para la revista Casabella —, en la cual el arquitecto e historiador español de la arquitectura relacionaba las nuevas "topografías de la crítica" con la situación de la arquitectura contemporánea y con la imposibilidad para la crítica de funcionar sobre el modelo precedente, es decir, sobre aquel de la crítica de tendencia que delimitaba y designaba las corrientes y los movimientos (1995, p. 32). Esta situación puso aún más en evidencia la imposibilidad, incluso podría decirse el anacronismo, de toda tentativa normativa (la crítica como juicio).
Una de las tendencias de los últimos años discute la autonomía del texto crítico con respecto a su(s) referente(s) y a la propia disciplina arquitectónica; Jane Rendell, Jonathan Hill, Murray Fraser y Mark Dorrian en Critical Architecture (2007) proponen el término architecture writing en lugar de "crítica de arquitectura". En este tipo de discurso sobre la arquitectura, la dimensión literaria y el interés prestado a la estructura textual se convierten en dominantes, tal y como sucede con el caso del art writing el cual, según Rendell, ha reemplazado después del periodo posmoderno a la crítica de arte en detrimento de las cualidades polémicas y del debate que normalmente rodean a esta última16.
Génesis de dos concepciones de la crítica
Un panorama así —merecedor de profundizaciones más amplias— deja entrever lo poco pertinente que puede resultar limitarse a una sola concepción de la crítica: sus definiciones dependen de periodos, de campos disciplinares y de contextos culturales. Las palabras criticism, critica y critique abarcan en Estados Unidos, Italia y Francia, nociones bien diferentes. La primera de ellas corresponde a la del comentario crítico ligado al presente y que evalúa e interpreta una obra en su singularidad: esta concepción prevalece en Francia, en donde la crítica comprende a la vez una actividad (a menudo incluso una profesión) y un género textual, antes de designar un discurso especulativo sobre la arquitectura. Esta acepción está fuertemente impregnada de definiciones canónicas propias de la crítica de arte.
La segunda acepción, esto es, el discurso especulativo sobre la arquitectura "en general", resulta ser en cambio una crítica que no se reduce a comentar una obra singular, sino que tiende a envolver la historia crítica, la teoría crítica (especialmente en Estados Unidos), o que linda con la historia (como en las concepciones italianas). Al margen de la crítica, generalmente considerada como un discurso, escrito o no, se puede mencionar además una definición por "extensión" que se apoya sobre la función crítica de la obra —reivindicada tanto en el arte como en la arquitectura—. En Critica del discorso architettonico, el arquitecto Vittorio Ugo propuso dos formas principales de crítica:
Interpretar de manera crítica una obra arquitectónica puede tener una doble significación: la del arquitecto que la selecciona y la asume históricamente como material para dar forma a su propio proyecto [...] o bien, la del crítico que extrae de esta un pretexto para la producción de un "discurso", es decir, de una obra nueva cuyo estatus puede diferir sustancialmente de aquel de la obra que lo ha inspirado (1994, p. 20).
Así, los arquitectos o los teóricos de la arquitectura considerarían a menudo la proyectación arquitectónica como una forma de crítica.
Para Vittorio Gregotti (1986), el proyecto arquitectónico constituye un instrumento de "crítica histórica y teórica", especialmente si se mira lo sucedido con el Movimiento Moderno (p. 62). En Architecture and Critical Imagination, Attoe rechazó tanto el modelo de la crítica literaria, como el modelo de la crítica de arte, y amplió los instrumentos hacia aquellos, gráficos, propios del arquitecto:
Me opongo a ver en el crítico solamente un personaje literario: se pueden hacer distinciones, filtrar, describir, explicar e interpretar en un laboratorio o en un estudio, y con la ayuda de una cámara fotográfica o de un marcador, con tanta facilidad y de forma tan útil como se puede hacer con una máquina de escribir. La crítica debería ser contemplada en términos de táctica y de intenciones y no en función del medio de comunicación empleado (1978, p. xvi).
Esto último coincidía en parte con la posición adoptada por Bruno Zevi en los años sesenta, cuando planteaba la reflexión en torno a la necesidad de una crítica que tomara prestados los medios propios de la arquitectura —dibujos, maquetas— en detrimento de la crítica escrita, ineficaz según él para los arquitectos. Asimismo, Attoe apela a un enfoque extensivo de la crítica, sin limitarla a los artículos para el gran público de la prensa profesional ni a los ensayos "densos e impopulares" que incumben únicamente a la crítica "erudita" (1978, p. xvi); según Attoe, toda "reacción" al entorno construido debe ser considerada como una forma de crítica (p. xix), lo cual incluye el acto de proyectar, tanto en arquitectura como a escala urbana. El reciente debate norteamericano sobre la criticality o potencialidad crítica de la arquitectura constituye otra prueba de ello.
Crítica y teoría, teoría crítica
"La crítica arquitectónica no es ni un género literario ni una profesión; es antes que nada, una actitud intelectual por cuyos medios, el discurso —en la soledad y la conciencia propias de la crisis— se convierte en juicio, en separación, en elección" (De Sola Morales, 1995, p. 5), con estas palabras, Ignasi de Sola Morales rechazaba la analogía de la crítica arquitectónica como práctica social, y, por ende, la pertinencia de abordarla desde un punto de vista sociológico17, buscando de esta manera imponer la voluntad de establecer una definición de la crítica de arquitectura, ya no a partir de concepciones canónicas propias de la crítica de arte, sino más bien recurriendo a algunas nociones filosóficas de la palabra crítica.
Si se remonta a los significados sedimentados de la palabra crítica a través de los siglos, esta nos remite no solamente a una multiplicidad de conceptos, sino además a terrenos de aplicación diversos y diferentes, y que aparecieron sucesivamente en la historia desde la Antigüedad hasta el siglo XVIII: la filología —el primer significado de crítica, crítica textual o exegesis de textos, está ligada la acepción de la palabra griega críticos: "aquel que se ocupa de los estudios filológicos" (Amey, 2001, p. 1 7)—, la crítica histórica (el examen de fuentes), la filosofía, y la crítica en el campo de las producciones estéticas, la literatura y el arte (Ladmiral, 1995, p. 1 7). En los significados contemporáneos de la palabra, la principal dualidad se manifiesta entre la crítica entendida como actividad filosófica y la crítica en el campo de las producciones estéticas; aunque estos dos significados se encuentran imbricados, la crítica estética apela siempre a la teoría —como dice Chateau, "Incluso más allá del gusto, la criticava acompañada con la teoría, al igual que la teoría apela siempre a la crítica" (1996, p. 9)—. De esta forma, para los especialistas de la estética, "La crítica es a la vez la operación intrínseca a la filosofía que aspira a examinar las condiciones del conocimiento y el trabajo de reflexión y de evaluación que asume un cierto número de individuos con respecto a las producciones humanas, principalmente artísticas" (p. 10).
Dentro de esta segunda acepción (la de crítica estética) se pueden de nuevo diferenciar dos niveles, aquel de los textos de autores "más cercanos al arte", o para decirlo de forma esquemática, las teorías estéticas, y aquel otro nivel que corresponde a las "reflexiones provenientes directamente del arte como terreno de una investigación intelectual o de una práctica real" (Chateau, 1996, p. 10); en otras palabras, la crítica vista como práctica de la evaluación o del juicio de las obras. Especialmente en Estados Unidos, la palabra crítica arropa en ocasiones a la teoría crítica de la Escuela de Francfort, lo cual tuvo repercusiones importantísimas en el ámbito de las teorías de la arquitectura al despuntar los años setenta. La teoría crítica y sus desarrollos en el posestructuralismo forjaron la base de una importante producción teórica sobre la arquitectura, que resultó dominante en las universidades norteamericanas.
¿Un discurso intrínseco al campo arquitectónico?
¿Cuáles significados pueden asumir estos diversos conceptos cuando son transferidos al ámbito de la arquitectura? Recurriendo a la etimología, algunos teóricos o historiadores de la arquitectura han propuesto definiciones de lo que es la crítica arquitectónica; así, muchos escritos teóricos sobre la arquitectura18 —como consecuencia de lo hecho por historiadores del arte y especialistas de la estética— se refieren al significado original de krinein (Ladmiral, 1995, p. 17), "separar lo verdadero de lo falso", lo cual nos remite a la palabra krisis, asociando de este modo la crítica a la noción de crisis en momentos de fundación disciplinar y de refundación de los discursos.
"La percepción de la crisis constituye el punto de partida de la crítica" (De Sola-Morales, 1995, p. 5). En 1959, en Le règne de la critique, Reinhart Koselieck identificó un origen común de la crisis y de la crítica:
La palabra "crítica" (alem. Kritik, ingl. criticks, hoy en día: criticism) tiene con crisis (alem. Krise, ingl. Crisis) un origen común en el griego krinein: diferenciar, escoger, juzgar, decidir, zanjar [...]. Los griegos utilizaban krinein y krisis en sentidos muy amplios —incluso en los tribunales— aunque esto no tuviera que ver con el origen del término. El significado de "crisis" estaba asociado inicialmente con la acción de diferenciar, y con la discusión, pero también con la decisión, en su acepción de juicio definitivo o de juicio a secas, lo cual hace parte hoy día del terreno de la crítica.
Y en efecto, en el campo de las teorías de la arquitectura, el objeto "crítico" parece explorado sobre la base de los conceptos filosóficos propios de la palabra crítica, antes que sobre la base de la referencia a la crítica estética; dicho objeto puede entenderse como una forma de discurso especulativo sobre la arquitectura, como una contribución a los corpus de textos teóricos, y no como un escrito que se refiere a un edificio o a un proyecto en particular; esta acepción de la palabra crítica es dominante en Estados Unidos. En el continente europeo es posible establecer una nítida diferenciación entre criticism, entendido como crítica en la esfera pública o en el espacio público mediático (public criticism, que incluye la crítica en los grandes diarios)19 , y criticism entendido como actividad teórica e intrínseca al mundo académico y profesional; dos concepciones que se han visto separadas desde los años setenta por una brecha creciente.
Igualmente, desde aquella época se ha perfilado una manifiesta separación entre las publicaciones periódicas profesionales, y las revistas ligadas a los departamentos de teoría y de historia de las universidades estadounidenses: esta distancia es más grande en Europa donde ha primado por largo tiempo una tradición de revistas profesionales y críticas. La crítica, impulsada desde los años setenta por la importancia en el medio norteamericano de las revistas Oppositions (1973-1984) (Figura 2), Assemblage (1986-2000) (Figura 3), October (1976-), y ANY (1993-2000), ha abandonado progresivamente su función de evaluación y de juicio de la arquitectura contemporánea, para acercarse a un discurso teórico relativamente autónomo con respecto a la producción y a la disciplina arquitectónicas. En su primera fase, Oppositions intentó construir una forma de historia crítica fuertemente inspirada por los intensos intercambios con Tafuri y con la Escuela de Venecia, e intentó también redefinir los nexos entre crítica, teoría e historia, "arraigando la crítica en la historia" (Schwarzer, 1999, p. 345).
Figura 2. Boceto para portada de Oppositions
Figura 3. Último número de la revista Assemblage, 41, abril de 2000
Ahora bien, el lugar ocupado por la historia crítica, defendido durante algún tiempo en las páginas de Oppositions, se fue reduciendo para dar paso a ensayos teóricos que experimentaban con analogías y transferencias de nociones entre la arquitectura y otros campos culturales y disciplinares (Schwarzer, 1999, pp. 342-348) —declinando la exploración diacrónica en beneficio de la búsqueda de conexiones sincrónicas—. Esta tendencia tuvo continuidad en Assemblage, cuyo programa posestructuralista ratificaba, según Mitchell Schwarzer, el "abandono de la idea de necesidad de un vínculo entre la práctica y la reflexión histórica y teórica". La renuncia —voluntaria— a dicho vínculo, ¿no es entonces sinónimo de renuncia a la crítica, concebida esta como mediadora entre la práctica de la arquitectura y un discurso teórico? Rompiendo con la narración histórica y con la descripción, propias del comentario crítico, Oppositions y Assemblage equipararon la arquitectura con la producción textual. La escritura ganaba así en autonomía con respecto a la disciplina arquitectónica: "La representación de la arquitectura en el texto era incluso concebida como una producción textual de la propia arquitectura"20 (p. 346).
Jane Rendell e Ian Borden han definido la teoría crítica sin limitarla a lo ya avanzado por la Escuela de Fráncfort desde Adorno hasta Marcuse. Rendell y Borden conciben una concepción amplia y actualizada "que encierra toda teoría emancipadora y autorreflexiva (diversos feminismos, marxismos, psicoanálisis, etc.) en campos disciplinares estructurados teóricamente (como los estudios históricos, los cultural studies, la antropología, la geografía, la sociología, etc.)" (2000, p. 7). El objetivo de aplicar la critical theory a la crítica arquitectónica —en el campo por ejemplo, de los estudios feministas, poscoloniales— ha sido fundar una historia crítica de la arquitectura (critical theorised history ) determinada más por su metodología que por su perspectiva temporal con los objetos: "Las historias de la arquitectura, bien pueden ser historias del presente o del pasado" (p. 9).
Como última declinación de la palabra "crítica", el concepto de critical architecture se refiere a la capacidad crítica de la arquitectura, en sí misma y sobre ella misma. Para K. Michael Hays (1984), la capacidad crítica de la arquitectura no se enfoca solamente en lo social, lo ideológico, lo económico, lo biográfico, o en lo tecnológico de la época y de la obra21 , sino también en la arquitectura como producción intelectual autónoma capaz de hacer avanzar el conocimiento sobre ella misma. Hays definió el concepto de critical architecture como aquello que ha encontrado su lugar "entre la representación eficaz de valores culturales preexistentes y una autonomía totalmente alejada de cualquier sistema formal abstracto" (p. 15). Contribuciones más recientes califican la noción de critical architecture como "algo a medio camino entre la proyectación arquitectónica y la crítica" (Rendell, 2007).
Desde 2002, la criticality o potencialidad crítica de la arquitectura ha dado lugar a un intenso debate en Estados Unidos; un buen ejemplo de esta discusión es el artículo de Robert Somol y de Sarah Whiting (2002)22 , en el cual se refuta la dimensión crítica y teórica de la arquitectura en favor de la idea de una "arquitectura proyectiva" que, en coherencia con su pragmatismo, asume un compromiso ecológico, social y económico. Según Reinhold Martin (2005), tal antagonismo pudo haber sido considerado como una especie de conflicto "edípico" de generaciones: una nueva generación (representativa de aquel momento post critical) se rebelaba contra la generación de Oppositions y contra aquella más reciente de Assemblage, que habían dominado el debate teórico norteamericano durante treinta años23 . Diversos autores han recalcado que durante esas tres décadas, la dominación de la critical architecture y la creencia en la potencialidad crítica de una arquitectura "reflexiva o autorreflexiva" relegó la crítica escrita —en el sentido dado por Baudelaire y T. S. Elliot—24 a un segundo plano, lo cual habría incluso contribuido a su propia y progresiva desaparición (Macarthur y Stead, 2006).
Si el presente análisis no agota el conjunto de acepciones que denota la palabra critica en relación con las teorías arquitectónicas, sí nos muestra en cambio que en los últimos significados evocados, la crítica pierde su especificidad de juicio: abolición reforzada por la dominación teórica de la critical architecture.
La crítica arquitectónica: ¿una forma de crítica "en general"? Lazos con la crítica de arte
Los críticos de arquitectura han insistido en los posibles vínculos entre la crítica literaria —"fuente y modelo de todas las otras formas de crítica", según Yorgos Simeoforidis (1992)— y la crítica arquitectónica25. En los años sesenta y setenta, la permeabilidad de las teorías arquitectónicas a la lingüística, a la semiótica y a las teorías literarias (más que a la propia crítica literaria), no era desconocida en el marco de este tipo de comparaciones (Martin, 2002, p. 1 5); los historiadores y los críticos de arquitectura son menos proclives a establecer paralelos con la crítica de arte, y aunque resulta bien extendida entre los arquitectos, dicha posición parece discutible al menos desde un punto de vista puramente metodológico.
El rechazo de la analogía con la crítica de arte se debe fundamentalmente a la hipótesis según la cual desde el siglo XIX, el vínculo entre la crítica arquitectónica y la crítica de arte habría sido roto en el momento en que la crítica arquitectónica no pudo ya apoyarse en el estudio "psicológico" y biográfico" de los autores y de las obras —visión que, vale la pena decirlo, resulta anacrónica con la crítica de arte—. El repudio a una posible analogía con la crítica de arte se funda también sobre una perogrullada: la arquitectura no puede reducirse a las artes visuales, en vista de los múltiples escenarios (estético, técnico, social, económico) en los cuales esta se inscribe.
Partir de la crítica de arte para entender mejor la crítica arquitectónica, y para constituirla como un objeto de investigación en sí mismo, puede por ende parecer una toma de posición ya resuelta y que afirmaría implícitamente una dependencia o un lazo de la crítica arquitectónica con respecto a la crítica de arte. Ahora bien, es posible sacar provecho de los avances epistemológicos de la historia de la crítica de arte, la cual ha contribuido desde comienzos de los años ochenta26 a definir el objeto "crítica", al conferirle la legitimidad de un objeto de investigación, identificando los corpus que sustentan su estudio y determinando las variaciones del objeto "crítica" en función de los puntos de vista disciplinarios adoptados. La historia del arte propone por consiguiente múltiples acepciones para la palabra "crítica", que pueden contribuir a esclarecer los diferentes registros de la denominada "crítica arquitectónica".
Retomemos el primer significado de "crítica arquitectónica" como comentario crítico que evalúa e interpreta una obra en su singularidad: este concepto se origina en la definición histórica de "crítica" en el sentido dado al "juicio del gusto", formulada por primera vez en 1915 por el historiador alemán del arte Albert Dresdner como "género literario autónomo que tiene por objeto examinar el arte contemporáneo, apreciar su valor, e influenciar su curso" (1915, p. 11, traducción francesa 2005, p. 31). Dicha noción proviene a su vez de la entronización de la crítica de arte durante el siglo XVIII ligada a la organización de exposiciones públicas y principalmente de los Salones: La Font de Saint Yenne fue el primer representante real de esto, y Diderot el estandarte. Desde entonces, y con esta definición canónica de la crítica de arte —"género literario" originado en una práctica, la del "crítico escritor" de los siglos XVIII y XIX (objeto de estudio de la historia literaria) o desde el punto de vista de los sociólogos, intermediario en un mercado del arte transformado en el siglo XIX por la creciente relevancia de las exposiciones personales (los críticos en su rol de "agentes de socialización del arte hacen y deshacen" las carreras de los artistas (Amey, 2001, p. 15)—, el papel jugado tanto en el debate público como en la esfera artística por la crítica de arte se vio modificado radicalmente.
Los críticos pusieron en entredicho la función normativa de la crítica, especialmente con motivo de la exaltación del arte conceptual y del minimalismo, desarrollando luego nuevos instrumentos de análisis originados en el estructuralismo y posteriormente en el posestructuralismo27. A pesar de las transformaciones radicales, los historiadores del arte califican aún hoy la crítica según dos especificidades: su función de evaluación, que atraviesa y federa otras funciones (interpretación, expresión) del discurso, y el atributo de "hablar de obras de arte no en general sino en su propia singularidad" (Poinsot y Frangne, 2002, p. 9). Desplazar esta definición a la crítica arquitectónica percibida como una práctica ajustada al presente implica considerar que la historia de la crítica arquitectónica comenzó, o bien con los comentarios de los Salones cuando la arquitectura se expuso allí (Schuck, 1991), o bien con el auge de las revistas profesionales a mediados del siglo XIX. Hoy en día, esta definición implica una concepción de la crítica dirigida a proyectos y a edificios, y a su participación en el debate público. Conservando su autonomía con respecto a otros tipos de discursos sobre la arquitectura, la crítica arquitectónica no se aparta a pesar de ello de sus relaciones con la historia y con las teorías arquitectónicas, constituyéndose así, según Josep María Montaner (1999, traducción francesa por Deboulet et al., 2008), en un terreno de "verificación" de las teorías.
Mucho más amplio aun, el segundo significado de "crítica de arte" no se limita a una práctica social; concordando estrechamente con el campo de las teorías y de la historia, dicho significado se inscribe en la estela de la posición neoidealista del historiador de arte Lionello Venturi (1936) (1885-1961)28 , quien estaba a su vez poderosamente influenciado por la filosofía de Benedetto Croce (1866-1952) (Sciolla, 1995, pp. 3-35). En su texto pionero History of Art Criticism (1936), Venturi consideró la historia de la crítica como una historia de los juicios emitidos acerca del arte, es decir, la crítica entendida como un conjunto de teorías artísticas que permiten juzgar el arte. La crítica comprendería de este modo tanto el pensamiento crítico sobre el arte como la historia del arte, con la condición de que esta incorporase contenidos críticos sin los cuales aquella se reduciría a una acumulación positivista de hechos. En contra de la idea de la crítica como género literario, Venturi argumentó que dicha concepción de origen francés otorgaba "una exagerada importancia al lado práctico y social de la crítica en detrimento de los juicios emitidos sobre las obras de arte" (1969, p. 31).
Implicado en el debate arquitectónico italiano del periodo de entreguerras, Venturi tuvo una influencia considerable sobre la crítica italiana de arquitectura de aquella época, y luego también en la posguerra, cuando se vio impregnada por la filosofía croceana. Tras la muerte de Croce en 1952, Bruno Zevi (1952) (1918-2000) revalorizó el texto del filósofo italiano sobre el método histórico en arquitectura, considerado por Zevi como el fundamento de un verdadero método de historia crítica de la disciplina. A pesar de haber puesto en tela de juicio a partir de los años cincuenta ciertas tesis de Venturi sobre la crítica de arte, y aunque la concepción de Venturi —en la misma línea de Croce— sobre la arquitectura como forma de arte (en su opinión, la crítica arquitectónica considera solo el aspecto estético separado del aspecto utilitario de la construcción) fue rápidamente perseguida y cuestionada, encontramos que en Italia la proximidad entre historia y crítica continuó siendo dominante en el campo de la arquitectura. Basta recordar la polémica aseveración de Manfredo Tafuri (1995) según la cual no existe la crítica, sino únicamente la historia, siendo entonces necesario comprender que no hay lugar para la crítica por fuera de un análisis histórico. En el caso de Tafuri, los significados de la crítica y sus relaciones con la historia han sido explorados de manera más sutil y por fuera de la identificación venturiana entre historia y crítica, particularmente en Théories et histoire de l'architecture, y más tarde en la introducción a La Sfera e il Labirinto —titulada " Il progetto storico" —. El sustrato histórico de la crítica es invocado: criticar significa para Tafuri sostener un juicio de valor ya no sobre la obra in abstracto, sino sobre su pertinencia en un determinado momento histórico.
Algunas pistas por explorar
Más allá de las diferentes significaciones enunciadas aquí, se pueden distinguir in fine dos puntos de vista sobre la crítica arquitectónica que han moldeado en gran medida su construcción como objeto de investigación. El primero de ellos la considera como un discurso interno (actores, referencias teóricas, publicaciones periódicas) al campo de la arquitectura. A esto aspiraba Peter Collins cuando escribió: "Es una actividad que debemos considerar sui generis [...] actividad del todo particular y exclusivamente ligada a la arquitectura" (1988, p. 5). En Architectural Judgement (1971), Collins llegó incluso a afirmar que los procedimientos judiciales y los diagnósticos médicos (dos actividades que, observémoslo, recurrían a las antiguas significaciones de la palabra crítica, esto es, "contrastar con" y "sopesar los pros y los contras" (Koselleck, 1979, pp. 164-166) se aproximan aún más a la crítica arquitectónica (Collins, 1971, p. 142) que la propia crítica de arte. En el seminario de Cranbrook de 1964, Collins esbozaba que la crítica arquitectónica debería ser un discurso profesional especializado que tomara en cuenta no "la obra" como lo hace tradicionalmente la crítica de arte, sino el proceso de concepción; en un intento de "eficacidad", la crítica debería aplicarse incluso a los croquis preliminares, antes que al edificio terminado.
Lo anterior tiende a afirmar la autonomía disciplinar de la crítica arquitectónica en relación exclusiva con la historia y las teorías de la arquitectura. ¿Cuáles son entonces los instrumentos de la crítica, cuando estos provienen de otros campos disciplinares (especialmente la literatura, el arte, las ciencias humanas y sociales) para ser transferidos al análisis de la arquitectura, tal y como ocurrió con la crítica de la segunda mitad del siglo XX?
Desde el segundo punto de vista, la crítica arquitectónica es percibida de manera opuesta: esta vez como una de las "formas de la crítica en general". Adoptar esta óptica no implica, sin embargo, pensar la arquitectura como una forma de arte dentro de una postura neoidealista, y, por otro lado, considerar la crítica arquitectónica como una forma de la crítica en general permitiría diferenciar otros tipos de discursos sobre la arquitectura, ya no tratándose de la autonomía del discurso arquitectónico, sino de las especificidades (autores, registros, retóricas) de una forma de discurso —especificidades que se encuentran en el epicentro de la investigación—.
La oposición entre una crítica "autónoma" intrínseca a la disciplina arquitectónica y una crítica enfrentada a la crítica de arte y a sus funciones sociales, aproxima las relaciones de la crítica hacia la opinión pública: uno de los aspectos fundamentales de la crítica es, en efecto, su interacción (o no) con un espacio público de debate, interacción que se halla en el centro mismo de la definición de crítica. Y si la crítica de arte definida históricamente como "género literario" y como "juicio" se halla implicada con la irrupción en el siglo XVIII de un espacio público de discusión, esta intersección con la esfera pública, ¿no tiende acaso a desaparecer cuando la crítica se interpreta como discurso disciplinario y cuando esta se proclama como práctica "autónoma"?
Considerar la crítica arquitectónica como forma de una "actividad más amplia llamada crítica" permite finalmente sacar provecho de los avances en diversos campos conexos de investigación, entre los cuales figuran, por supuesto, las investigaciones sobre la crítica de arte. Incluso antes que la misma historia del arte, ya la sociología y la historia social del arte habían contribuido a definir la crítica, sus funciones en el mercado y en el espacio público de discusión, y su influencia —particularmente en el siglo XIX— en la carrera de los pintores. Las funciones sociales de la crítica arquitectónica comenzaron entonces a ser parcialmente exploradas, especialmente en su relación con la historia de las profesiones y con la investigación acerca de las consecuencias de la publicación en la arquitectura29.
La historia del arte renovó luego los corpus de estudio y contribuyó a redefinir el objeto "crítica"; respecto a los primeros estudios llevados a cabo por los historiadores de la literatura, la historia del arte ha tomado progresivamente en cuenta ciertos corpus que se extienden a la denominada crítica ordinaria, más allá de los textos de escritores, de historiadores o de críticos cuya aura había sido previamente construida en el campo científico o en el campo literario (Bouillon, 1993, p. 32).
Una reflexión comparable podría ser realizada para la crítica arquitectónica y los corpus que contribuyen a delimitarla ya que, en efecto, su historia no es solamente aquella de los "grandes críticos" reconocidos además como historiadores o teóricos de la arquitectura. Por la contribución, desde luego sumamente importante de estos últimos, la historia de la crítica puede apoyarse en las biografías intelectuales que la "historia de la historia de la arquitectura" ha desentrañado progresivamente interesándose en historiadores-críticos como Pevsner, Giedion, Hitchcock, Behrendt o Banham para la historiografía del Movimiento Moderno, y extendiéndose actualmente a críticos o historiadores menos implicados en dicha crítica "operativa". Otra pista de investigación tiene que ver con las interacciones entre revistas profesionales, prensa generalista y cultural, y crítica arquitectónica, las cuales ameritan ser analizadas con especial atención. En conclusión, los trabajos sobre la crítica han entradomdefinitivamente en resonancia con los recientes estudios sobre su recepción.
Salvo, quizás, si se opera en el campo de la estética, de la sociología del arte o de la sociología de las profesiones, no se puede definir "la" crítica arquitectónica como una práctica o un tipo de discurso únicos. La identificación de un objeto de investigación deberá necesariamente referirse a coyunturas particulares que han moldeado configuraciones de la crítica en momentos históricos y en contextos culturales determinados. De esta manera, el objeto "crítico" podrá ser abordado por medio de diversos parámetros más fácilmente definibles: los actores de la crítica y sus instrumentos teóricos en contextos históricos y epistemológicos determinados.
2 Nota editorial de la publicación original.
3 Este libro retoma el título de un artículo publicado el 2 de julio de 1998 en The Architect's Journal, del cual Pawley fue el redactor en jefe adjunto, aparte de sus funciones de crítico en Architectural Design, The Observer, The Guardian, en el RIBA Journal, y en el Building Magazine.
4 Ver: AA.VV. (1992); Le Visiteur (1995), que retoma parcialmente una serie de conferencias dadas en la Société Française des Architectes en la primavera de 1991; Heynen (2003). Entre los artículos epistemológicos sobre la crítica, ver: Irace (1989, pp. 10-23); Raman y Coyne (2000).
5 Frédéric Pousin (1992) retoma en gran parte las clasificaciones establecidas por Peter Collins (1968) en su artículo "Philosophie de la critique architecturale".
6 La tentación de extender la crítica a prácticas de concepción o de negociación del objeto arquitectónico puede ser grande. El libro de Agnès Deboulet, Rainier Hoddé y André Sauvage, La critique architecturale. Questions, frontières, desseins (2008), reivindica una concepción extensiva de la crítica, considerada como un conjunto de prácticas sociales y profesionales que engloban incluso acciones relacionadas con la enseñanza (la corrección), o la negociación entre clientes y diseñadores.
7 Ver en este número la definición de la "crítica pública" de Suzanne Stephens, en Architectural record.
8 Se asiste entonces a una "proliferación de teorías rivales que se desarrollaron como soluciones a lo que era unánimemente percibido como la ausencia de una teoría adecuada para la práctica y la enseñanza de la arquitectura contemporánea" (Martin, 2002, p. 9).
9 Este número presenta algunas posturas de redactores en jefe de revistas norteamericanas (Thomas Creighton), de críticos de arquitectura y de arte (Michel Ragon), así como de varios arquitectos e ingenieros, y por supuesto, de los principales críticos de esta revista francesa (Julius Posener y Pierre Vago).
10 J. M. Fitch (1909-2000) fue el redactor de Architectural Record y de Architectural Forum. Conocido por sus convicciones en materia de defensa del patrimonio, Fitch fue el iniciador de cursos de conservación y de restauración en la School of Design, Planning and Preservation de Columbia University (NY).
11 Ver Abel Joseph Diamond (1968).
12 "En el campo de la literatura y del arte existen, desde hace al menos doscientos años, unas formas de crítica que intentan establecer un diálogo entre productores y consumidores. Actualmente este fenómeno ya no se verifica en el sector de la arquitectura. [...] Es posible que la semiología de la arquitectura sea capaz de sobrepasar esta situación en donde la teoría no es accesible sino a los profesionales de la construcción. Esto, en la medida en que aquella se ocupa de la percepción y de la experiencia, y no solamente de la utilización del ambiente" (Hernández, 1974, p. 2).
13 Se encuentra entre los primeros en analizar los relatos históricos y críticos sobre la arquitectura del Movimiento Moderno.
14 Citamos de igual forma, más recientemente, a Raman y Coyne (2000).
15 Ver Jannière (2008).
16 El autor se apoya en una serie de artículos de la revista británica de arte Art Monthly (2003), en donde se constata la sustitución progresiva de la crítica de arte con sus calidades polémicas, agudas y contestatarias, por el denominado art writing.
17 Esto es lo que algunos autores han hecho con éxito, entre ellos Lipstadt(1979).
18 En el mismo dosier, el artículo de Manuel Martín Hernández retoma los significados del griego krinein.
19 Ver Stephens (1998).
20 "Escribir se ha convertido cada vez más en un medio para hacer arquitecturas originales sin tener en cuenta la disciplina arquitectónica" (Schwarzer, 1999, p. 346).
21 Al igual que el Movimiento Moderno con respecto a las condiciones sociales y políticas de su época; ver Heynen (1999).
22 Ver una interpretación de este debate, en el mismo dosier, en el artículo de Manuel Martín Hernández, "Vers une théorie et une critique de l'architecture" (2002).
23 R. Martin (2005) señala la interpretación de Somol y de Whiting como una lectura deformante de la filosofía de Gilles Deleuze y de Félix Guattari, quienes impregnaron fuertemente la teoría arquitectónica norteamericana de los años noventa. Ver también Daniel A. Barber (en Rendell et al., 2007).
24 Ver AA.W. (1992).
25 Ver Jacques Lucan (1995). Ver igualmente el artículo de J. Lucan en el mismo dosier, que trata sobre la cuestión del lenguaje.
26 Aparte de algunos críticos pioneros de finales del siglo XIX, los estudios sobre la crítica de arte comenzaron a mediados de los años sesenta, inicialmente en historia literaria (que se reducía a los textos críticos de los escritores y poetas), y luego en sociología del arte (a partir del libro de Cynthia y Harrison White, 1965), y finalmente, en la estética y en la historia del arte.
27 Sobre la crítica de los años sesenta y setenta en Estados Unidos, ver Hal Foster (2002; 2005).
28 Este libro fue editado por primera vez en francés en 1938 (Bruselas, Editions de la Connaissance), y publicado luego por primera vez en Italia en 1945. En adelante haremos referencia a la edición francesa de 1969 (Flammarion), traducción de la edición italiana (Giulio Einaudi) de 1964.
29 Ver los trabajos de Hélène Lipstadt y Beatriz Colomina.
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